La maestra Araceli Pino Aguilar, con 31 años de servicio,considera que la inclusión es posible y necesaria, pero hay quepicar mucha piedra; sin embargo, es inculcando a los niños valorescomo el cambio puede darse.
“Los valores son fundamentales; creo que a como está nuestrasociedad actualmente, son los valores los que pueden hacer posibleun cambio”, indicó.
¿Qué es el respeto y la tolerancia?, ¿por qué hay otrosdiferentes a mí?, ¿cómo debo actuar ante quienes no son como yo?Estas interrogantes son las que la maestra Araceli Pino Aguilarplantea a sus alumnos de preescolar, animándolos a encontrar lamejor respuesta: “Todos somos seres humanos, así que somosiguales”.
Dentro del aula de tercer grado del jardín de niños GloriaNoemí Palma Gutiérrez, en Xalapa, los pequeños colorean undibujo de niños jugando. Los trabajos son de todos los colores:azul, amarillo, verde, rojo…todas las tonalidades sonválidas.
“Cuando en mi grupo tengo a un niño con algunacaracterística especial le explico a todos por qué es diferente,y que debemos apoyarlo entre todos; vamos construyendo un ambientede respeto, de amor; cuando amamos a los demás respetamos lamanera en la que son”, indicó la docente con 31 años deservicio.
Aunque el jardín es una escuela regular, acepta a menores quetienen alguna discapacidad. A la maestra Araceli le han tocadoalumnos con síndrome de Down o autismo.
“A los menores que tienen algunas características diferenteles sirve entrar en una escuela regular porque se sienten incluidosy tienen muchas posibilidades de aprender a moverse de manera realen la sociedad, porque luego solemos cuidarlos mucho y protegerlosde todo, ¿pero qué pasará con ellos cuando crezcan?, deben sabercómo formar parte de la sociedad; y a los otros niños tambiénles sirve, porque aprenden a ser tolerantes, a respetar, se les vacreando esa conciencia de que todos somos diferentes, y quesimplemente algunos necesitan de nuestra ayuda, y hay quedársela”, explicó.
VALORES, HERRAMIENTA FUNDAMENTAL
La docente considera que la inclusión es posible y necesaria,pero hay que picar mucha piedra; sin embargo, inculcando a losniños valores el cambio puede darse.
“Los valores son fundamentales. Yo trabajo con ellos todos losdías para que los niños aprendan del respeto, la aceptación, laayuda; creo que a como está nuestra sociedad actualmente, son losvalores los que pueden hacer posible un cambio”, indicó ladocente.
La maestra Ari —como le dicen de cariño— agregó quetambién se hace un trabajo con los padres, pues normalmente“cuando ven a un niño que tiene una característica diferente loalejan y le dicen ‘no te le acerques’; entonces es tambiénconcientizar a los padres. La palabra es ésa: concientizar, se leshace ver que en esencia todos somos iguales, somos seres humanos,pero cada uno tiene diferencias y que hay que conocerlasy respetarlas”.
Egresada de la Benemérita Escuela Normal Veracruzana yposteriormente de la Universidad Pedagógica Nacional, Araceli Pinobusca estar actualizada. “Como docentes hay que permanecercapacitados, hay que documentarse, a mí me gusta hacerlo porquetengo mejores herramientas para desempeñarme y manejar mejor a migrupo y ése es el compromiso de todo maestro”.
Y el compromiso va unido a la vocación: la maestra Ari jugabadesde pequeña a dar clases. Recuerda que formaba a sus muñecas yse ponía la bolsa al hombro, llena seguramente de sueños ymetas.
Aunque ya podría jubilarse, la docente no se ve lejos de lasaulas, del bullicio de los niños, del calor humano: “me encantami trabajo; si volviera a nacer escogería de nuevo ser maestra”,dice conmovida y sin titubear.
Es casi mediodía, al portón comienzan a llegar los primerospadres y madres, los alumnos de la maestra Ari han terminado depintar y sus trabajos penden de un tendedero a la entrada delsalón: cada uno especial y en conjunto un firme mosaicomulticolor.