Paso de Ovejas, Ver.- Empujar al compañero, poner apodos,burlarse de alguien que se equivoca o gritar para hacerse escuchar,pareciera un ambiente normal dentro de un salón de clases; sinembargo, es violencia y tiene repercusiones en el aprendizaje yformación de los menores.
Así lo explica Silvia Yolanda Alonso Lamadrid, maestra de laEscuela Primaria Tomasa Valdés Viuda de Alemán, ubicada en PuenteJula, municipio de Paso de Ovejas, quien desde hace tres ciclosescolares aplica el proyecto Cambiar ambientes tóxicos pornutritivos para una mejor convivencia en el aula.
“Hace dos años tenía un grupo de sexto año e identifiquéque había ciertas condiciones que impedían una sana convivenciaen los niños y eso afectada su desempeño en clase, así que me dia la tarea de diseñar y aplicar un proyecto de innovación”,señala Alonso Lamadrid.
El proyecto tiene tres dimensiones, cada una con metas a corto ylargo plazo, la primera etapa se llama Contención y parte deexplicar a los niños qué es un ambiente tóxico, que aunquepareciera sencillo, fue todo un reto.
LA VIOLENCIA ERA NORMAL
“Los niños estaban muy acostumbrados a vivir violencia, en unambiente tóxico: faltas de respeto, carencia de diálogo,groserías; hablar así era parte de su vocabulario, era muynatural, para ellos no era algo que se debiera corregirse”,indica.
La tarea inicia con indicar qué es un ambiente tóxico, y quehablar con groserías, por ejemplo, no forma parte de unaeducación formal: “los niños se resistían y debatían por quéen el aula no se permitiría ese tipo de comportamiento si afueraera permitido; se les explicó que esa no era la manera de aprendera convivir, que a lo mejor era muy natural para ellos o aceptadopor la sociedad, pero no era lo más propicio”.
Despejadas las dudas, poco a poco los niños fueronidentificando ese ambiente tóxico y decidieron entre todos que noquerían seguir en él.
La docente agregó que el apoyo de los padres fue crucial,porque hubo que aceptar que sus hijos presentaban una conductainadecuada en la escuela y probablemente en casa, donde estabasiendo tolerada, “eso me permitió establecer un trabajo enconjunto entre padres, niño y docente, hicimos un compromiso ypoco a poco vimos que sí se fueron dando cambios positivos”.
Con las nuevas tecnologías, indicó la docente, se ha idoperdiendo el diálogo entre padres e hijos: “y en casa se ha idoigual dejando de lado el papel de los padres en cuanto a inculcarvalores; cerca del 80% se adquirían en casa, y ahora esaresponsabilidad se traslada a la escuela, donde solamente deberíanreforzarse, pero ante la realidad los docentes no podemos cruzarnosde brazos, y tenemos que entrarle, inmiscuir a todos y crearestrategias, la que sea, para fomentar una sana convivencia porqueesa es la base para adquirir mejores aprendizajes y que ellostengan herramientas para poder superar o enfrentar conflictos deuna manera pacífica”.
ACCIÓN TÓXICA CONTRA ACCIÓN NUTRITIVA
La maestra Silvia explicó que la primera etapa de Contenciónes importante porque hay que ponerle un alto al círculo deviolencia y evitar que siga creciendo.
“Diseñé unas tarjetas y unos botes marcados como Accióntóxica y Palabra tóxica: cada vez que el niño decía unagrosería o algo que no fuera propio, inmediatamente seidentificaba en el grupo y se le hacía ver al niño para quesupiera que esa palabra o acción no estaba permitida dentro delsalón, que formaba parte del ‘veneno’ que creaba un ambientetóxico, él escribía la acción y la metía dentro delbote”.
Pronto el contenedor de las palabras tóxicas llegó al tope,pero también se crearon el bote de las acciones, palabras e ideasnutritivas, y poco a poco la balanza comenzó a irse hacia todo loque abonaba a tener un mejor ambiente en clase.
“Los niños fueron identificando las acciones tóxicas ynutritivas e iban a registrando en las tarjetas; se enteraba a lospapás ya fuera para que los felicitaran o bien para invitarlos areflexionar sobre la falta”, agregó.
La segunda etapa del proyecto es la Dimensión Formativa, dondela docente investigó y echó manos de diversos autores paradiseñar o retomar material visual que le ayudara a explicar a losmenores qué es la violencia, en qué consiste, que la detona y, lomás importante, no ser generadores ni permitir serviolentados.
“Una de las herramientas muy útiles fue el Semáforo de laviolencia—creado por el Instituto Politécnico Nacional,acotó—, aquí los niños conocieron que la violencia tienevarios niveles, desde decir apodos, empujar, hasta ignorar, hacerbromas pesadas, en fin; varias cosas que ellos incluso no creíanque fuera una falta de respeto hacia otra persona, pero ahora yatenían un referente y sabían que eso no estaba permitido”,señaló Alonso Lamadrid.
Otra de las herramientas fue un cuadro llamado ¿Qué pasó conlos buenos modales?, el Área del diálogo y un Termómetro de lasemociones: “Muchas veces los niños no están acostumbrados aescuchar, a tolerar, a esperar su turno para hablar, para ellos esalzar la mano y hablar por sobre los demás; había que darleherramientas al niño para que identificara sus emociones yaprendiera a controlarlas”.
En el usó de esas herramientas se involucró a los papás,pieza fundamental paras lograr el objetivo, por lo que la docentedio Talleres para padres, donde los temas era para reflexionarcómo era la convivencia en casa y cómo se relacionaban ellos consus niños.
CADA MENOR UNA NECESIDAD
La primera vez que la maestra Silvia Yolanda aplicó su proyectolo hizo en 10 meses y surgió como tesis de su maestría enInnovación Educativa que cursó en la Benemérita Escuela NormalVeracruzana Enrique C. Rébsamen, en donde también cursó lalicenciatura en Educación Básica.
Su proyecto tiene una visión integral, donde no sólo analizael cómo crear un ambiente óptimo para el menor en el aula y asíaprenda mejor, sino que cuestiona la forma en que tradicionalmenteel docente ha construido ese ambiente en el salón.
“La tercera etapa del proyecto es a muy largo plazo, se llamaDimensión de Transformación y aquí lo que se propone esmodificar el estilo de la docencia. La convivencia escolartradicionalmente se maneja con base en reglas, castigos, sanciones,pero eso ya no favorece la relación maestro-alumno; actualmente esimportante que como docentes nos demos cuenta que podemosfomentarla de una manera formativa e involucrando a todos losactores escolares y dotando a los niños de herramientas para queellos puedan ser partícipes de la propia convivencia, no sólo elmaestro desde una postura autoritaria”, indicó.
Agregó que un gran reto es implementar un aula diversificada,es decir, “considerar que cada niño tiene características ycualidades diferentes, y que hay que aprovecharlas a favor de laconvivencia y del aprendizaje; en eso estoy ahorita, es el granreto para mí, plantear un aula diversificada, permitiendo dar acada niño lo que le hace falta para poder aprender”.
Con 19 años de servicio, para la maestra Silvia este proyectoha significado una oportunidad de repensar la docencia y ademásayudar a educar a los infantes en el diálogo y el respeto,inhibiendo la violencia como primer camino para solucionarproblemas.
“Es un trabajo constante, se requiere monitoreo, evaluación,estar ahí para apoyarlos, y ellos solitos van cambiando, comparansus acciones con las del otro y se emocionan llenado su fichacuando realizan una acción nutritiva; es algo elemental llenar unatarjeta, pero lo importante es reconocer que el niño puede cambiarsu entorno, que no es malo equivocarse y que pueden seguiraprendiendo a convivir juntos, construyendo un ambiente de respeto,de colaboración, de ayuda, de tolerancia a la diversidad”.