Veracruz, Ver.- En un pequeño espacio sobre la calle de Úrsulo Galván en el área de mercados de Veracruz, expuesto al sol, a la lluvia, al norte y todos los cambios climáticos, Abimael Rivera Guzmán se gana la vida vendiendo sus productos, todos traídos del campo, frescos y sin fertilizantes.
Originario de la comunidad de Rancho Nuevo, en el municipio de Manlio Fabio Altamirano, llega a Veracruz antes de las 4:00 de la mañana para instalar “el puesto” que se compone de rejas de madera y una sombrilla de playa para cubrirse del sol.
Aunque lleva muchos años comercializando sus productos, pues es un oficio que heredó de su padre, hace apenas tres años que se independizó y junto con su esposa y su hija venden desde mangos, calabacitas, ciruelas, limones, chile chilpaya y otros más.
Todos los productos son cultivados por ellos y los trasladan en un modesto automóvil para comercializarlos entre los marchantes que buscan la fruta fresca que viene del campo.
“Nosotros somos campesinos, producimos nuestros alimentos, allá en el rancho tenemos árboles de mango, de limones, de ciruelas y es lo que venimos a vender, puro producto fresco, del campo donde utilizamos cosas naturales, no aplicamos productos para hacer crecer la fruta, no, todo es natural”, explica.
Asegura que aunque hay personas que gustan de comprar la fruta en los grandes centros comerciales, pero también hay gente que llega a los mercados a buscar las cosas naturales, las cosechadas por campesinos.
“Aquí la gente llega preguntando que de donde traemos el producto, que si nosotros lo cosechamos porque quieren estar seguros de que es natural sin procesamientos, todos los días llegamos antes de las cuatro de la mañana para empezar a instalarnos, el movimiento es temprano y ya a la hora que viene la gente tenemos bien ordenadito nuestro producto, bonito para que se lo lleven”, dice.
Comenta que aunque esta actividad permite sacar los gastos para mantener la familia, también es complicada y peligrosa ya que se encuentran a mitad de la calle Úrsulo Galván en un espacio de dos metros, expuesto a todo tipo de inclemencias. Incluso, menciona que deben estar muy alertas con la circulación de unidades ya que algunas no respetan los límites de velocidad y le han llegado a atropellar algunas rejas de productos.
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“Es complicado porque estamos a la intemperie, bajo los rayos del sol, cuando llueve nos mojamos, nos norteamos cuando entra el norte, porque estamos aquí en la calle y ni modo, hay que trabajar y sacar de donde se pueda, lo único que si cuidamos mucho que no nos vayan a atropellar porque hay circulación de ambos lados, nos han llegado a atropellar algunas rejas, pero accidentes graves no han sucedido porque se supone que deben conducir a baja velocidad”, manifiesta.
Su permiso vence a las 14:00 horas por lo que desde una hora antes empiezan a recoger y lo que no cabe en el coche lo guardan en una bodega cercana donde pagan 25 pesos diarios.
“Traemos el carrito lleno de producto y no siempre vendemos todo, hay días buenos y otros malos, lo que no se vende lo guardamos en una bodega que rentamos por aquí cerca y mañana regresamos con más producto y nos volvemos a instalar, tenemos permiso de lunes a lunes, pero regularmente descansamos los martes o jueves”, añade.
En el área de campesinos de la calle Úrsulo Galván hay cerca de 20 comerciantes, todos productores originarios de municipios aledaños como Manlio Fabio Altamirano, Medellín de Bravo, Jamapa, Soledad de Doblado y Paso del Macho.