/ jueves 9 de julio de 2020

Adiós carne: ahora frijoles, arroz y plátanos

Por la crisis la gente ha dejado de comprar alimentos caros, incluso bajó consumo de licores y cigarros

“Comemos carne un día a la semana porque ya no nos da para comprar”, dice la señora Silvia Rivera Aburto, vecina de la colonia Plan de Ayala, quien para comer, digamos de manera regular, debe sortear varios obstáculos provocados por el Covid-19.

Doña Silvia vende pollo en una calle de esa habitada colonia de esta capital. Su trabajo inicia desde muy temprano con las labores domésticas y más tarde se dirige a su trabajo, pero también tiene la gran responsabilidad de administrar el dinero, de hacerlo rendir, durar y en ocasiones hasta “estirar”.

El coronavirus le pegó como a todos. Las ventas bajaron y ciertos productos básicos los encarecieron, por lo que sus hábitos alimentarios se basaron en frijol, arroz, huevo y tortilla. “Comemos menos, bueno yo siento que antes comíamos mejor, había más trabajo y ahorita que pasa esta enfermedad han bajado mucho las ventas, el salario no sube y ya no nos da para comer”, precisa mientras destazaba un pollo próximo a vender.

“Subieron los productos, tan sólo el huevo está más caro; debemos comer frijolitos y la verdad ya no da”, comentó.

Señaló que la diferencia del antes y después de la emergencia sanitaria es mucha. “Antes desayunábamos leche y galletas, ahora cuál lechita, cuál galletas. Nada más café. La vida está redifícil, hay que echarle ganas si no, no comemos”, dijo.

En la colonia Dolores Hidalgo, también de esta ciudad, la señora Apolonia Gervasio estaba en plena labor en su puesto de antojitos.

Mientras preparaba sus gorditas de frijol en el comal, la joven señora nos comenta que también ha sufrido una baja en cuanto al consumo de comida. “Antes comíamos pollo y pescado, hoy ya sólo se puede comer frijoles.

Su dieta dio un giro de 180 grados. “Cambió bastante, antes gastábamos poquito para comer”, dijo, aunque reconoce que su familia la integran 10 personas, entre hermanos e hijos, por lo que todos aportan para la comida.

Asimismo, en la casa de la familia Hernández Rodríguez también sufren las consecuencias de la emergencia sanitaria. “Antes comíamos más, pero ahora no porque le subieron el precio a los productos básicos”, señaló la señora Esperanza Rodríguez.

Dijo que si antes de la pandemia utilizaban 50 pesos para la comida. hoy deben sacar 100. “Subió el frijol, el huevo, el azúcar, de hecho hoy comemos carne sólo dos veces a la semana”, concluyó.

La señora Laura Hernández sufre lo mismo que las demás familias. “Si antes comprábamos un kilo de carne hoy sólo adquirimos medio”, señaló.

Recuerda que al inicio de la contingencia sanitaria comenzaron a vivir tensos momentos. “Hubo dos semanas que sentimos lo duro, ya que aparte mi esposo se enfermó y en su trabajo no le pagaban”.

“Antes comprábamos paquetes de papel sanitario, ahora vamos a la tienda por un rollito”, mencionó.

AHORA SOLO VERDURAS

Karina Rodríguez dice que anteriormente la carne era la dieta común en su familia compuesta por cuatro personas. “Se comía más carne, hoy ya es menos, sólo arroz, sopas, verduras. Antes comíamos carne casi todos los días, pero ahora sólo tres veces por semana”.

Para don Luciano Hernández Mendoza, vecino de la colonia Maver, su alimentación no varió, ya que acostumbrado al rancho la carne no forma parte de su dieta. “Comemos verduras como chayotes y papas, la verdad la carne la comemos muy poco, y sólo si es pollo de rancho y huevos de rancho porque el pollo de granja hace daño”.

Para el señor Miguel Aburto, la situación es complicada, pero deben dar la cara. “No nos queda de otra, pero es cierto que le subieron el precio a las cosas y eso está muy mal porque están viendo la situación y todavía hacen esto”.

En la colonia Veracruz ubicamos a doña Irene Zamora Méndez, de 80 años de edad, a quien la crisis no le pegó tanto, ya que está acostumbrada a comer verduras. “Como erizos, elotitos, sopitas, caldos y agua de naranja, porque no tomo refresco”, comentó.

La señora, ama de casa, hace un alto en el camino para platicar con nosotros. Nos confió que la carne no figura en su dieta. “No como longaniza, ni carne de cochino, pura verdura, de vez en cuando consumo pollo, pero estoy acostumbrada a las frutas y las verduras”, expone al tiempo que de su bolsa del mandado sacó un tamal ranchero que minutos antes le obsequió una señora. “Me regalaron este tamalito, aunque no me lo voy a comer porque tiene chile y no como, pero no quise hacerle el feo; órale se los regalo”, menciona mientras nos ofrecía el antojito.

“Comemos carne un día a la semana porque ya no nos da para comprar”, dice la señora Silvia Rivera Aburto, vecina de la colonia Plan de Ayala, quien para comer, digamos de manera regular, debe sortear varios obstáculos provocados por el Covid-19.

Doña Silvia vende pollo en una calle de esa habitada colonia de esta capital. Su trabajo inicia desde muy temprano con las labores domésticas y más tarde se dirige a su trabajo, pero también tiene la gran responsabilidad de administrar el dinero, de hacerlo rendir, durar y en ocasiones hasta “estirar”.

El coronavirus le pegó como a todos. Las ventas bajaron y ciertos productos básicos los encarecieron, por lo que sus hábitos alimentarios se basaron en frijol, arroz, huevo y tortilla. “Comemos menos, bueno yo siento que antes comíamos mejor, había más trabajo y ahorita que pasa esta enfermedad han bajado mucho las ventas, el salario no sube y ya no nos da para comer”, precisa mientras destazaba un pollo próximo a vender.

“Subieron los productos, tan sólo el huevo está más caro; debemos comer frijolitos y la verdad ya no da”, comentó.

Señaló que la diferencia del antes y después de la emergencia sanitaria es mucha. “Antes desayunábamos leche y galletas, ahora cuál lechita, cuál galletas. Nada más café. La vida está redifícil, hay que echarle ganas si no, no comemos”, dijo.

En la colonia Dolores Hidalgo, también de esta ciudad, la señora Apolonia Gervasio estaba en plena labor en su puesto de antojitos.

Mientras preparaba sus gorditas de frijol en el comal, la joven señora nos comenta que también ha sufrido una baja en cuanto al consumo de comida. “Antes comíamos pollo y pescado, hoy ya sólo se puede comer frijoles.

Su dieta dio un giro de 180 grados. “Cambió bastante, antes gastábamos poquito para comer”, dijo, aunque reconoce que su familia la integran 10 personas, entre hermanos e hijos, por lo que todos aportan para la comida.

Asimismo, en la casa de la familia Hernández Rodríguez también sufren las consecuencias de la emergencia sanitaria. “Antes comíamos más, pero ahora no porque le subieron el precio a los productos básicos”, señaló la señora Esperanza Rodríguez.

Dijo que si antes de la pandemia utilizaban 50 pesos para la comida. hoy deben sacar 100. “Subió el frijol, el huevo, el azúcar, de hecho hoy comemos carne sólo dos veces a la semana”, concluyó.

La señora Laura Hernández sufre lo mismo que las demás familias. “Si antes comprábamos un kilo de carne hoy sólo adquirimos medio”, señaló.

Recuerda que al inicio de la contingencia sanitaria comenzaron a vivir tensos momentos. “Hubo dos semanas que sentimos lo duro, ya que aparte mi esposo se enfermó y en su trabajo no le pagaban”.

“Antes comprábamos paquetes de papel sanitario, ahora vamos a la tienda por un rollito”, mencionó.

AHORA SOLO VERDURAS

Karina Rodríguez dice que anteriormente la carne era la dieta común en su familia compuesta por cuatro personas. “Se comía más carne, hoy ya es menos, sólo arroz, sopas, verduras. Antes comíamos carne casi todos los días, pero ahora sólo tres veces por semana”.

Para don Luciano Hernández Mendoza, vecino de la colonia Maver, su alimentación no varió, ya que acostumbrado al rancho la carne no forma parte de su dieta. “Comemos verduras como chayotes y papas, la verdad la carne la comemos muy poco, y sólo si es pollo de rancho y huevos de rancho porque el pollo de granja hace daño”.

Para el señor Miguel Aburto, la situación es complicada, pero deben dar la cara. “No nos queda de otra, pero es cierto que le subieron el precio a las cosas y eso está muy mal porque están viendo la situación y todavía hacen esto”.

En la colonia Veracruz ubicamos a doña Irene Zamora Méndez, de 80 años de edad, a quien la crisis no le pegó tanto, ya que está acostumbrada a comer verduras. “Como erizos, elotitos, sopitas, caldos y agua de naranja, porque no tomo refresco”, comentó.

La señora, ama de casa, hace un alto en el camino para platicar con nosotros. Nos confió que la carne no figura en su dieta. “No como longaniza, ni carne de cochino, pura verdura, de vez en cuando consumo pollo, pero estoy acostumbrada a las frutas y las verduras”, expone al tiempo que de su bolsa del mandado sacó un tamal ranchero que minutos antes le obsequió una señora. “Me regalaron este tamalito, aunque no me lo voy a comer porque tiene chile y no como, pero no quise hacerle el feo; órale se los regalo”, menciona mientras nos ofrecía el antojito.

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