Es urgente trabajar para crear conciencia sobre la importancia del patrimonio natural y cultural porque se trata de recursos colectivos que el mercado global se ha apropiado al capitalizarlos, expusieron especialistas durante el conversatorio: “Repensar Patrimonios en el Desarrollo Sustentable”, que se llevó a cabo en El Colegio de Veracruz, en esta ciudad.
Ahí, Federico Zúñiga Bravo, investigador de la Dirección de Etnología y Antropología Social del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), comentó que en Veracruz, un ejemplo de esta situación es lo ocurrido en la población de Jalcomulco, donde la comunidad emprendió la defensa del río, para evitar justamente el proceso de explotación de los recursos y su intento de despojo de bienes naturales, como es ese afluente.
En esa población, comenta, se dio un ejemplo de la privatización de los recursos que benefician a la comunidad, lo que motivó una lucha y movilización social importante.
Zúñiga Bravo remarcó que en Jalcomulco se ha dado una batalla por la defensa de su territorio y de sus bienes comunes.
Agregó que hay que repensar lo qué se entiende por patrimonio biocultural, porque están en riesgo por el interés de unos cuantos, sobre todo, con la realización de megaproyectos de explotación de los recursos naturales, “que es el modelo de crecimiento económico basado en la venta al exterior del patrimonio natural, como es el caso de empresas mineras extranjeras que provocan graves afectaciones a las comunidades nahuas y totonacas”.
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Expresó que por estas situaciones es necesario reflexionar sobre lo qué es el patrimonio para la diversidad de actores, como son los comunitarios, institucionales y empresariales.
La realidad, comentó, es que desde la academia hay una tendencia a disociar lo cultural de lo natural, cuando debe estar junto. “Desde las instituciones no se une a los patrimonios inmateriales del tangible e intangible y obliga a repensar en conceptos como sustentabilidad y sostenibilidad, porque se complementan”.
Y añadió “debemos hablar de sostenibilidad en términos económicos, sociales, culturales y de conformación de capital social para su conservación, protección y divulgación biocultural para ser transmitido a las siguientes generaciones, sobre todo, en tiempos de un capitalismo global que todo mercantiliza".
Zúñiga Bravo resaltó que justamente al patrimonio natural, a los ecosistemas, se le pone un valor en el mercado global, “en un intento por despojar a las comunidades, en términos de conservación, buen vivir, mejorar la calidad y de sus condiciones de vida”.
Un ejemplo, es el caso de los recursos hídricos, que es un patrimonio cada vez más escaso y que se ha mercantilizado. “Pareciera que este patrimonio de las comunidades le pertenece a embotelladoras de agua, refresqueras e industria cerveceras que los acaparan, lo que impacta a la población local asentadas en donde se encuentra el recurso”.
Pensamientos nuevos
Durante el conversatorio, los participantes coincidieron en que es necesario fomentar la creación de una mayor conciencia social sobre la importancia de proteger y apropiarse de los recursos naturales, sean gastronómicos o históricos porque son colectivos. “Sin embargo, están en riesgo porque el mercado global los capitaliza, privatiza y se los apropia.”
Eso se puede ver en temas como la gastronomía o los museos de arqueología, que se construyen basados en lo que quiere el turismo y no en su importancia cultural. “El proceso capitalista lleva a que solo importa lo que busca el mercado”.
En el evento participaron Ariadna Erika Ortiz Pucheta, maestra en Estudios Mesoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); Yuribia Velázquez Galindo, del Instituto de Antropología de la UV; José Manuel Vallines Vásquez, de la Facultad de Antropología de la UV, entre otros.
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