Ante la contingencia sanitaria por Covid-19, directivos de algunas escuelas particulares con sede en Xalapa coinciden en que la deserción de alumnos por motivos económicos para el ciclo 2020-2021 va desde el 20 y hasta el 60%, dependiendo del prestigio del colegio. En el caso de academias y estudios dedicados a la danza, el problema es aún más grave. Hay algunos que tienen a uno o máximo 20 inscritos.
En general, el reto que actualmente manifiestan tener es lograr reunir el número mínimo de estudiantes de nuevo ingreso, lo cual se acentúa en instituciones que apenas se forjan un prestigio. Otras que han logrado su consolidación, aún son sostenibles. Representantes de colegios con más de 15 años de fundación declaran que han contado con el respaldo de los padres familia, especialmente de quienes tienen hijos en primaria y universidad.
“Sí ha habido quejas sobre los costos de inscripción y colegiaturas, pero en nuestro caso decidimos dar un 25% de descuento, en tanto se regulariza la situación de la pandemia”, explicó María de la Luz Valladares Munguía, académica que manifiesta tener fe en que para octubre o noviembre las clases ya sean presenciales, que es lo que mayor inquietud les genera a los papás. El docente Alfredo Martínez Sigüenza, quien está a cargo de un corporativo, afirma que el prestigio ganado los sostiene: “Los padres entienden que vivimos una situación extraordinaria y a la gran mayoría lo que le preocupa es la salud de sus hijos. Quienes ya los tenían inscritos, los volvieron a dar de alta en el nuevo ciclo. Son pocos los que han solicitado prórrogas y se les ha escuchado”.
De quienes entrarían a los primeros años, explicó que ya había habido preinscripciones y solo entre el 15 y 20% de los chicos ya no concluyeron su trámite. La docente Carolina Mendiola Méndez, quien dirige una universidad con solo cinco años de creada, considera que la afectación mayor fue perder el periodo dedicado a la promoción de su oferta académica, pues “no es lo mismo hacer publicidad por Internet que ir directamente a los bachilleratos”. Sin embargo, dijo que a nivel superior es una realidad que se puede hablar de nuevos ingresos solo después de que la Universidad Veracruzana da sus resultados.
En lo referente a jardines de niños, donde se concentra la mayor cantidad de bajas. Los que aún tienen demanda es porque cuentan con servicio de horario extendido y los padres temen que al regularizarse las clases sus hijos pierdan sus lugares.
Las de danza
El panorama es más gris para fundadores de academias y estudios de danza. Entre el 80 y 90% de los estudiantes han cancelado sus registros, pues no les interesa tomar clases por zoom o Facebook Live. Para el nuevo ciclo, hay espacios que solo tienen inscritos a uno o máximo 20, lo cual mantiene a sus directores en la incertidumbre total.
La bailarina Érika Suárez compartió que en su escuela hay 15 alumnos y solo uno de nuevo ingreso, que tomará clases con los demás. Su plantilla docente es de 12 profesores.
“Afortunadamente tengo una pequeña comunidad de padres que están muy comprometidos con el proyecto. Ellos nos han mantenido a flote, pero una escuela dedicada a la profesionalización de la danza requiere ser presencial. En los talleres ni siquiera hay respuesta porque la gente no quiere tomar clases de danza en línea”, puntualizó.
A diferencia de otras escuelas privadas, la artista afirma que están acostumbrados a nadar contra corriente. Sin embargo, describe como urgente la creación de protocolos sanitarios para todos aquellos que trabajan con el cuerpo. La maestra enfatizó que no les son funcionales las clases virtuales: “Hay estados donde ya están abiertas las academias con sana distancia y grupos reducidos. Necesitamos protocolos de salud, seguridad e higiene”.
A la solicitud se unieron Liliana García y Diana Salazar, quienes en un principio recibieron apoyo de quienes les rentan los espacios, pero ahora deben cubrir los alquileres.
Indica que el insomnio y la incertidumbre la mantienen a punto de la desesperación. Ha recurrido a la venta de playeras, rifas de telas y aro aéreo.
También ha lanzado promociones. “Ya no es sostenible”, expresó con tristeza pero con fe en que el próximo 17 de agosto cambie el color del semáforo epidemiológico.