Veracruz, Ver.- Antes que subirse a los camiones a pedir una moneda o robar, a sus 74 años don Roberto Nicéforo Meza Alfaro se siente fuerte y productivo para ganarse su propio dinero boleando zapatos en la zona de mercados de la ciudad de Veracruz.
¿Cómo inició don Roberto en el oficio de bolero?
Desde niño empezó en el oficio, invitado por unos amigos y ante las pocas oportunidades que había en su hogar, aprendió el trabajo.
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Recuerda que en ese tiempo se cobraba un peso por cada boleada y en cada esquina había trabajo, en realidad había poca gente dedicada a este oficio y mucha demanda de gente que quería traer los zapatos relucientes.
“De mi familia nadie era bolero, yo veía a algunos amigos que trabajaban en esto y me animaron a probar, yo solo estudié la primaria y no había oportunidad para que siguiera estudiando así que me dediqué a la boleada”, expresa.
En su juventud realizó diversas actividades; ayudante de tablajero, en tiendas comerciales, en el muelle pero todas las combinaba con el oficio de bolero.
“En el muelle trabaje más de 50 años y no alcancé pensión por eso me salí, hacía varias actividades y cuando no había chamba de algo me iba a la calle a bolear zapatos, nunca lo he dejado y sigo haciéndolo, la gente me conoce, sabe dónde encontrarme, tengo mis clientes”, afirma.
Don Roberto menciona que aunque es una persona mayor, aún se siente productivo y con ganas de seguir trabajando, pues comenta que muchas personas aún más jóvenes prefieren subirse a los camiones a pedir una moneda y hasta inventar una enfermedad para que les den una moneda o incluso otros roban.
“Mire yo odio a la gente floja y a los ladrones, yo ya estoy grande pero aún sigo trabajando, todas las mañanas llego al callejón de Cuatro Ciénegas, me siento y me va llegando la gente ya me conocen, si no me cae nada aquí me muevo más adelante y si no camino hasta el Malecón, gracias a Dios va cayendo”, asegura.
Actualmente, don Roberto vive solo, separado de su esposa y en ocasiones sus hijos lo ayudan, uno de ellos vive en Estados Unidos; su trabajo lo cobra en 30 a 40 pesos, a veces hasta 50 depende lo que requiera el zapato.
Trabaja hasta mediodía y gana lo suficiente para mantenerse y comprarse zapatos, pues reconoce que le gusta tener varios zapatos.