Normalistas de distintas entidades coinciden en que no es una utopía pensar que es posible una transformación hacia un México menos violento, a partir de la educación.
¿Cuál es el compromiso de los normalistas?
Manifiestan además su compromiso por concluir sus estudios y salir a trabajar con vocación de servicio, algo que, observan, se está perdiendo en distintas profesiones.
Reunidos en Xalapa por el “Calpulli. Festival Nacional del Normalismo”, señalaron como una de las fortalezas de la docencia el humanismo y el interés genuino por querer hacer algo por el bien de niñas, niños y adolescentes.
De edades entre los 19 y 22 años, se dicen confiados en el poder del conocimiento y de los valores para reconstruir el tejido social, una tarea en la cual se asumen como una clave importante.
“Hay que dejar a un lado el pesimismo. Yo sí creo que la educación es una herramienta contra la violencia, contra la desigualdad y contra la injusticia”, expresa Óscar Martínez Ochoa, quien tiene 21 años y espera ejercer en Oaxaca.
Jóvenes de Monterrey, Sonora y Sinaloa manifiestan su deseo de contribuir a la formación de nuevas generaciones que vean a la paz como algo posible, con plena conciencia de los valores del respeto, tolerancia y solidaridad.
“La base es la familia, pero pienso que si el docente va más allá de su compromiso en el aula, sí puede hacer más por los niños; debemos apostar a hacer la diferencia”, declara Carolina Hernández Flores, quien es hija de profesores.
Aldo Galván Montiel también afirma provenir de una familia dedicada al magisterio y ve a la de profesor como una profesión a la cual solo deberían ingresar personas con vocación de servicio.
“Mis papás fueron maestros rurales antes de tener plazas en municipios urbanos, igual mis abuelos. Ellos son mi ejemplo y yo me iré a donde deba irme porque ellos me han enseñado que no hay bien personal sin bien común, sin bien social”, dice el nativo del Estado de México.
Dayana Acosta Suárez cree que, igual que la de médico, la del docente es una carrera donde debe haber vocación para sortear los retos y desencantos.
“Es un trabajo no por un sistema o para enriquecerse sino para tocar personas, seres humanos con quienes el compromiso es ampliarles el panorama y darles bases para cuando sean jóvenes y adultos”.
A sus 19 años, Lizeth Contreras del Valle se pronuncia por la construcción de una cultura de paz, por sembrar en los niños la esperanza de que un mundo mejor es posible.
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“No nada más es apegarse a los libros. En mis prácticas he visto la necesidad que tienen los niños de ser escuchados porque se enfrentan a la ausencia de mamá o papá. Las dinámicas familiares están regidas, muchas veces, por las necesidades económicas”, declara.
Procedentes de Baja California Sur, un grupo de estudiantes señalan como uno de los grandes males la pérdida del entusiasmo por la vida, por cumplir metas, por ver por los demás.
“Son tiempos de individualismo, del sálvese quien pueda y como pueda. Hay egoísmo por todos lados, hacen falta más maestros dispuestos a darlo todo, a esforzarse el doble o triple, a no dejarse vencer”.
Normalistas que estudian en Xalapa, pero son nativos de otros municipios, se unen a lo dicho por quienes visitan la ciudad: “Debemos volver a los orígenes, donde sí importan los demás, donde no es trabajar por trabajar sino comprometerse con la comunidad”.
Calpulli. Festival Nacional del Normalismo: fechas
El primer “Calpulli. Festival Nacional del Normalismo” se desarrolla en Xalapa del 19 al 21 de junio con la presencia de estudiantes de 23 entidades, quienes participan en actividades artísticas y culturales.
El objetivo, dijeron las autoridades en la presentación, es “promover el intercambio de conocimientos, experiencias y buenas prácticas entre los estudiantes de las escuelas normales del país, en el contexto de la diversidad cultural”.