VERACRUZ, Ver.- Cuando Ana Silva recibió el diagnóstico de leucemia linfoblástica aguda de su hija Samdy Laura, de 12 años de edad, su dinámica de vida tuvo una transformación total.
En ese momento pensó lo peor, sin embargo, decidió que lucharía y después de dos años los tratamientos y el cuidado le dan esperanza a que la enfermedad ha sido casi superada.
En este camino el apoyo de su esposo y de sus dos hijos ha sido uno de los factores más importantes, pero la fortaleza que Samdy ha demostrado es lo que la motiva a continuar.
Ana Silva cuenta que fue difícil detectar que su hija presentaba un padecimiento mortal, debido al desconocimiento de los síntomas que presentaba y que confundió como algo normal para su edad.
Ella empezó a los 12 años, empezó a bajar de peso, empezó a sentirse muy cansada para irse a la secundaria; yo pensé que era normal, pero de ahí empezaron unos moretones en su piel y se empezaba a sentir mal. Al verla así yo empecé a llevarla al Centro de Salud y ahí me decían que era normal
Fue un fuerte dolor de oído que la obligó a llevar a su hija al área de Urgencias del Hospital Regional de Veracruz, después de eso fue diagnosticada y hospitalizada para iniciar con su tratamiento.
Hasta entonces vio que un problema que sentía lejano era vivido por su familia, que desde ese momento se enfrentaría a todo lo que implica, desde cambiar drásticamente los hábitos de consumo de alimentos, pedir permisos constantes para faltar a la escuela, hasta destinar dinero para cubrir gastos médicos que antes no contemplaban.
Hemos tratado de salir adelante, nos dimos cuenta de este lado de la moneda, porque era algo que solamente veíamos en la tele, ahora yo empecé la lucha con mi hija contra el cáncer y nos dimos cuenta que nos teníamos que enfrentar a muchas cosas
Uno de los momentos de mayor dificultad son los tratamientos médicos, ya que las quimioterapias generan efectos secundarios que causan dolores agudos a los pacientes.
“El tratamiento es doloroso para los niños, desde que los están pique y pique, no les encuentran las venitas; poco a poco se van haciendo más delgados, ellos ya no quieren venir al hospital (…) Tú no quisieras llevar a tu hijo a verlos sufrir, porque desde que empiezan a tomar el tratamiento se empiezan a sentir mal, a sentir dolor, a vomitar”, expresó.
No obstante, los problemas de desabasto de medicamentos y suspensión temporal que se sufrió en el Hospital Pediátrico de Veracruz con las quimioterapias genera nuevamente temor e incertidumbre a que recaiga.
Fue por ello que decidió sumarse a otras madres y padres que reclamaron con protestas públicas y un amparo judicial el acceso a los servicios de salud eficientes, logrando que las autoridades se vieran obligadas a resolver el problema.