"Ya las tierras están cansadas, los tomates se dan muy poco”

Francisco es jornalero agrícola en Emiliano Zapata y recuerda con nostalgia cuando era patrón; ahora trabaja para su sobrino por 180 pesos diarios

Ariadna García

  · jueves 18 de julio de 2019

Foto: Cuartoscuro/Ilustrativa

XALAPA, Ver.- Las tierras de las localidades del municipio de Emiliano Zapata “están cansadas”, han dejado de producir. Los campesinos aseguran que ya no es lo mismo que antes, pues además se ven amenazados por las plagas.

Francisco Contreras Romero es originario de la localidad La Tinaja, pero sus jornadas laborales las tiene en El Lencero, ahora trabaja para su sobrino y recuerda con nostalgia que anteriormente era dueño de sus propias tierras; ello es cada vez menos común, pocos son “patrones”.

“Ya las tierras pienso que están cansadas, los tomates se dan muy poco”, dice con mirada y sus manos cansadas. Recuerda que aunque anteriormente la gente sembraba jitomate, recientemente han optado por el limón, dado que las plagas acaban con la cosecha.

Las plagas no nos deja, el patrón manda a fumigar, a veces cada dos o tres días seguidos y el bichito como que se espanta, pero llega otro día, y otra vez. Es lo que no se puede controlar. Ahorita es el limón lo que siembran en La Tinaja

Los campesinos son cada vez menos, porque también “hay pocos patrones los que dan trabajo. Antes hasta yo era patrón por ahí de 1990 al 2000, pero ahora yo también estoy de jornalero”.

Y es que el trabajo en el campo es muy pesado, requiere de horas de dedicación y esfuerzo, invertirle recursos y después las ganancias son muy pocas o no hay.

Por eso preferí mejor estar aquí, ahorita nos pagan 180 pesos por día, pero fíjese que no alcanza para los gastos de la casa o de la semana, ya ve que luego en el pueblo hay cooperaciones que para el agua, la luz, hay faenas y todo eso y ya no alcanza, o si alcanza sale uno muy al ras

Antes no había plagas, era todo más fácil, había muchas personas que le apostaban al campo, ahora la migración es cada vez mayor. Las restricciones del gobierno de Estados Unidos no han detenido la migración y no la detendrá, aseguró Francisco.

“Luego los patrones están reducidos de dinero y luego tienen que buscar un socio que tenga tantita manera, que tenga dinerito para trabajarlo a medias. Unos se fueron a Cancún, Canadá o Estados Unidos”, narró.

Se siguen yendo a pesar de que dicen que ya está muy costoso para pasar, ahora cuesta bastante dinero. Un muchacho me dijo que ha de costar como 100 mil pesos la entrada (a Estados Unidos), y aquí ganando 180 pesos diarios malamente para comer; ya quien tiene sus vaquitas se hace de algún pedacito, junta su dinero y se va

Francisco vive únicamente con su esposa, pues sus hijos ya están casados y se hacen responsables de sus propias familias. Eso le ha ayudado a pasarla “más o menos”.

Cosme Velázquez es de la comunidad El Terrero y durante sus últimos 15 años se ha dedicado a trabajar el campo. De eso ha logrado sacar adelante a su familia, su esposa y cuatro hijos.

Trabajar aquí es muy duro y lo que nos pagan es muy poco. En el campo pagan muy poco, pero no hay de otra, hay que seguir trabajando, pero las plantas ya no se quieren dar. Ya no es como antes, sembraba uno las plantitas y lueguito se ponían bonitas y daban, ahorita ya no quieren, nada más les cae una plaguilla y no quieren trabajar ya

Su trabajo en este momento está en El Lencero, pero él tiene un pedazo de tierra donde siembra café que ya poco atiende, pues el aromático “ya no vale”.

“El café tampoco ya no vale, todo barato. Cuando se da no vale, te lo pagan a cuatro o cinco pesos el kilo. Ha llegado hasta 9 o 10 pesos, pero ahorita ya no vale. Hay veces que se da, pero lo de uno ya no da”, añadió.

Esa es una teoría, la otra es que “los coyotes”, personas que funcionan como intermediarios entre ellos y quienes les compran, sean quienes se lo llevan y lo revenden a un mejor precio, “porque en otros lados dicen que pagan más, pero aquí ya no quiere”.

Incluso recuerda que aunque tiene pequeñas fincas las están dejando perder porque es mucho lo que invierten y poco lo que reciben.

Así, con nostalgia y preocupación cientos de personas que veían grandes extensiones de tierra crecer y producir, ahora sólo recuerdan lo difícil que es mantener una vida dedicada al campo.