Los carteros han pasado de ser “parte del barrio” a completos desconocidos en las calles reconoce Ángel de la Rosa Vargas, quien fuera empleado postal durante más de 30 años en las oficinas de Poza Rica y Papantla.
Aunque hoy se encuentra jubilado, recuerda que hasta hace unos años el cartero era un elemento fundamental en las comunidades, ya que era el encargado de traer cartas de amor, anuncios de buenas noticias, felicitaciones navideñas, regalos de cumpleaños y paquetes misteriosos.
El extrabajador cuenta que el declive del correo comenzó desde hace más de 10 años con la llegada de las comunicaciones por computadora. Así, explica, las cartas familiares se convirtieron en mails o mensajes de texto y poco a poco las bolsas de los carteros comenzaron a llenarse de estados de cuentas y documentación oficial. “Ahora ya ni eso porque ya los recibos y documentos de los bancos se mandan por correo”, reconoce.
De la Rosa Vargas proviene de una “familia postal” ya que su padre, su abuelo, tíos y primos fueron o son trabajadores del Servicio Postal Mexicano. Siguiendo el ejemplo ingresó a los 20 años a Correos como intendente mientras estudiaba la carrera de Arquitectura. A pesar de que concluyó la licenciatura, el trabajo postal “lo jaló” y se quedó ahí durante toda su vida productiva en la empresa.
En ese tiempo ocupó diversos cargos, primero en su natal Poza Rica y luego en Papantla en donde actualmente radica, sin embargo, reconoce que el trabajo de cartero fue el que más lo marcó. “Yo fui escalando porque lo tomé de lleno. Yo empecé de intendente pero fui conductor, cajero, auxiliar hasta llegar a la administración como ejecutivo de cuenta e incluso fui líder sindical en Poza Rica por aproximadamente 8 años (…) si me pregunta una de las cosas que más disfruté fue el tiempo que estuve como cartero”, cuenta.
Un oficio del ayer
Ángel de la Rosa cuenta que el oficio de cartero le permitió conocer toda la ciudad pero sobre todo conocer a cientos de familias. Recuerda que en esos años, no terminaba un turno de trabajo sin haber recibido un vaso de agua, algo de comida, una propina o incluso algún regalo de la gente a la que visitaba.
Ya sea a pie o en bicicleta, los carteros de su época recorrían largas distancias sin importar las adversidades, lo difícil del terreno e incluso las condiciones meteorológicas. “Hoy en día se han vuelto un poco ‘más delicaditos’ y ya no quieren salir porque está lloviznando o porque la gente casi no sale a recibir los paquetes (…) ¿somos o no somos?”, señala.
El extrabajador, cuenta que en el Día del Cartero -que se conmemora este 12 de noviembre- los carteros regresaban a las oficinas postales “más cargados de lo que salían” ya que en el camino recibían presentes, pastel e incentivos económicos que la gente le entregaba de agradecimiento por un año de trabajo.
“Los carteros éramos tan famosos que todos nos conocían, eso no cualquier oficio lo tiene. Los carteros conocemos toda la ciudad y somos bien vistos ante la sociedad, con algunas excepciones por algunos malos elementos, pero creo que somos más los que son queridos que los que no”, señala.
A pesar de estar jubilado, Ángel se sigue asumiendo como parte de la familia postal. Por eso, ver el declive de la empresa en la que trabajó toda su vida le duele tanto.
Explica que, una vez que las cartas y las felicitaciones dejaron de enviarse por correo, los paquetes ocuparon el lugar y le permitieron a los trabajadores postales seguir trabajando, sin embargo, esas entregas también están amenazadas por la competencia de paqueterías privadas que envían en menos tiempo y con mejor calidad.
“La verdad es que sí me da tristeza ver que cada día hay más quejas contra Correos de México porque los paquetes no llegan a tiempo o se pierden pero quiero decirles que no es culpa de los trabajadores sino de los de arriba que no invierten y se modernizan para poder luchar al tú por tú con todas las paqueterías”, asegura.
Para él, la red que tiene la empresa postal en el país supera a la de cualquier empresa, por ello, es sólo cosa de volverla rentable nuevamente para que los trabajadores postales vuelvan a tocar las puertas de los hogares mexicanos con buenas noticias. "Podríamos estar mejor", concluyó.
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