Xalapa, Ver.-Por su sabor y tradición, la panadería La Progresista ha logrado permanecer en el gusto de los xalapeños, quienes sin importar si son chicos o grandes encuentran alguna pieza que satisface su paladar.
En este emblemático lugar, con más de 100 años de historia, lo mismo hay pan con el inconfundible toque de naranja, anís o canela, que repostería y alguno que otro pastelito glaseado. Ubicada en la céntrica calle Madero 123, casi esquina con Libertad, en la capital del estado de Veracruz, La Progresista ofrece una gran variedad de pan elaborado con recetas especiales.
Aunque todas las panaderías tienen horarios de producción variables, aquí el movimiento inicia a las 11 de la noche, cuando don Víctor llega para empezar a mezclar los ingredientes, cortar, dar forma, hornear y tener listo el pan caliente por la mañana.
En anaqueles de madera, una a una son colocadas las charolas. Algunas están destinadas para los bolillos y las roscas de manteca y de agua, otras más para “las cochinillas”, los cocoles, el pan de anís o el que sobresale por su azúcar espolvoreada.
Las conchas de vainilla y chocolate no pueden faltar, lo mismo que los “chamucos”, “los diputados” (colchones) de naranja y la clásica tortuga gigante.
También halla uno en el recorrido, charola y pinzas en mano, un extenso surtido de repostería, porque para don Sergio Vera Ochoa, propietario de La Progresista, lo más importante es la calidad y que el cliente se vaya satisfecho con lo que adquiere.
Así, tiene clientes de casi 80 años, pero también niños, quienes optan por donas azucaradas o bañadas en chocolate, pastelitos, panquecitos o rollos con mermelada.
Además, otro de los puntos a favor de La Progresista, es que todo el año hay pan de muerto y baguetes. Se trata de los pocos sitios en la ciudad donde hay pan para hamburguesa.
Historia de la panadería
Entrevistado en la casa del siglo XIX que alberga esta panadería, Sergio Vera rememora los inicios de La Progresista. Y es que ya acumula un siglo de historia, pero no ha sido una misma familia la que la ha mantenido; tampoco ha estado en el mismo lugar.
La fecha exacta de su origen es imprecisa, pero se ubica entre 1917 y 1918, y para construir su memoria se ha contado con la colaboración del cronista Vicente Espino Jara.
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Sergio Vera, maestro jubilado, descendiente de panaderos, explica que en 1934 se aceleraron los movimientos sociales en todo el país y empezó la lucha entre los sindicalistas y dueños de las panaderías.
En aquella época, el dueño original no quiso participar en el ambiente del sindicalismo y decidió formar la cooperativa de La Progresista, en 1938, y no fue sino hasta 1950 cuando volvió a cambiar de dueño
Una década después, la empezaron a administrar profesores, y los cooperativistas formaron sus propias panaderías.
“Yo me hice cargo en 2003. Me la traspasó el maestro Gerardo Arámburo, quien la tuvo por tres décadas”, rememora el entrevistado.