Más allá de religiones y tradiciones, familiares y amigos de fallecidos por Covid-19 coinciden en que no se necesita tener una fecha especial para recordar a quienes partieron por esta enfermedad, lo que sí persiste en algunas personas es la idea de que tal vez habrían vivido más si la vacuna hubiera llegado antes.
En Día de Muertos, Sonia Martínez Ayala no coloca altar ni ofrendas porque no está en sus tradiciones y porque, afirma, aunque quisiera la economía no se lo permite.
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“Mi esposo, Carlos Valladares Oliva, falleció en octubre de 2020 y yo perdí mi trabajo. Apenas me estoy estabilizando un poquito pero con la inflación y el regreso a clases de mis dos hijos, apenas la vamos librando. Yo no pienso en altares”, expresa la mujer de 39 años de edad.
Con un empleo como recepcionista, comparte que en sus pensamientos sí es constante la idea de que su esposo todavía estaría vivo si se hubiera vacunado, pero “fue de los primeros en irse”.
Carlos Martínez Valdés llora al recordar a su hija Mariela, quien desarrolló neumonía como secuela del Covid-19. No coloca altar pero cree que no era tiempo de que ella se fuera.
“Marielita tenía 22 años y estaba por terminar su carrera de enfermería. A los dos meses de que murió, anunciaron las vacunas…”, dice con pesar.
Dulce María Ojeda afirma ser cristina de la religión pentecostés: “Nosotros no ponemos altares. Persona que muere ya no regresa”. Comparte que con ayuda de su comunidad ha logrado salir adelante y en sus recuerdos lleva presente a su esposo, quien asegura, “siempre caminó en presencia de Dios”.
Lorena Maldonado Yunes, viuda del médico Modesto Martínez, quien perdió la vida el 30 de julio de 2021, refiere que tampoco pone altar, tiene en cambio presente al “hombre responsable, justo, persistente, que luchaba por sus objetivos. Un buen padre y esposo”.
Además, destaca al médico entregado, responsable, quien a pesar de la crisis sanitaria daba consulta en la clínica de Las Vigas de Ramírez. “El homenaje es permanente a quien dio su vida por la de atender a otros”.
Dolores Colorado Nava, viuda del doctor Alfredo Camacho, tampoco pone altar ni comparte la idea de los rituales, declara estar tranquila porque “él conoció a Cristo y eso fue de gran bendición”.
Está presente el recuerdo del padre amoroso de Paola, Paulette y Alfredo, y del médico que, entre otros legados, es recordado como uno de los especialistas adscritos al Consejo Estatal de Trasplantes.
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¿A qué artistas recordaron las familias?
Hay quienes sí recuerdan a sus amigos o familiares con los altares, pero puntualizan que es por tradición y por tratarse de personas reconocidas en el entorno estudiantil o artístico.
Uno de los casos es el de Rogerio Baruch Maldonado, quien fuera bailarín y actor de la Compañía Titular de Teatro de la Universidad Veracruzana. A él, junto a otros creadores, se le recuerda en uno de los altares de la Unidad de Artes.
Yoruba Romero, en texto escrito por Luis Enrique Gutiérrez Ortiz, lo describe como un gran profesional y ser humano, a quien difícilmente se le olvidará por sus participaciones en obras entrañables.
La bailarina Indira Domínguez también colocó altar para Néstor Andrade, el artista plástico que igualmente perdió la vida por causa del Covid.
Para la directora de Múcara, Casa de Artes, es importante mantener vivas las tradiciones: “Que vayan de generación en generación. Yo coloco el altar en memoria de Néstor, quien dedicó su vida y obra a la promoción y proyección de nuestras raíces”.