Córdoba, Ver.- La vocación por una carrera profesional, cuando la traes desde niño no piensas en otra cosa que hacer tus sueños realidad y, José Sánchez Flores, soñó con ser enfermero, salvar vidas y ayudar a las personas que más lo necesitan, hoy tiene 22 años de carrera profesional y esto le ha valido sonrisas, gustos, agradecimientos pero también malos y amargos momentos.
A los 09 años cursó en Cruz Roja las clases impartidas para jóvenes, donde se enseña lo básico para atender una urgencia y desde allí en su mente se visualizó el ayudar, apoyar y salvar vidas pues el hecho de hacerlo le llenaría de emoción el corazón.
Egresado de la licenciatura en enfermería José ha dedicado mucho tiempo de su vida al estudio, cuando salió de la universidad aproximadamente en 1999 empezó a laborar en hospitales particulares; desde hace 10 años dedica su profesión y vida al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) número 8 de Córdoba, pero más que nada, dedicó su carrera a sus padres, familia y pacientes que confían en él.
En entrevista telefónica, José expresó que hace 07 años terminó su especialidad en urgencias UCI o enfermero de área intensiva.
Pero su vocación no termina ahí pues con el gusto de hacer feliz a los niños, hace un tiempo se caracterizó de payaso pues en conjunto con otros doctores ingresaron a un hospital donde los niños por sus problemas de salud no sonríen y fue gracias a ellos que volvieron a hacerlo.
Esto le ha valido más dedicación, e impulsado por la sensación que le dejó ver sonreír a los niños, decidió también pintar su rostro de colores, usar zapatos grandes y portar con orgullo la característica nariz roja y desde hace 10 años, el Payasito Chepeto nació en José Sánchez.
Este 06 de enero, Chepeto salió rumbo al Hospital Regional de Río Blanco en Orizaba para llevar regalos, sonrisas y dulces a los niños que allí se encuentran internados y aunque no pudo obtener fotografías de recuerdo por las normas del lugar y cuidado de los infantes, dijo que esa acción, la sonrisa de los niños y la felicidad que le demostraron quedarán en su memoria y corazón.
Él se ha incursionado como enfermero voluntario en el terremoto del 2017, en las inundaciones de Tabasco en el 2020, acudió a la Sierra de Puebla para atender a las personas vulnerables, su nombre está dentro de la lista de voluntarios que el plan DNIII del Ejército Mexicano contempla en llamadas para que como voluntarios acudan a dar sus servicios.
Pese a que no es uno de los enfermeros que está en la primera línea de atención con pacientes de Covid-19, afirmó que le ha tocado atender a sospechosos y aunque persiste el miedo de contagio, con el equipo especial y “sosteniendo” fuerte su vocación de primero ayudar, atiende a las personas.
Jamás olvidará los dos días que le tocó formar para poder presentar el examen de ingreso en la facultad de enfermería de Orizaba donde el frío le calaba los huesos e incluso le hizo pensar en desistir, pero tomó valor de su vocación y sus sueños logrando pertenecer a la generación de 1996 -1999.
Como todos, ha pasado momentos de emoción, orgullo, tristeza e impotencia por no poder ayudar o salvar una vida; una de las situaciones que no olvida fue hace años cuando una mujer pasaba por el hospital y entró en labor de parto, sin un seguro médico, él junto con otros compañeros ingresaron a la mujer, la ayudaron y trajeron al mundo a un bebé sano, “tuve miedo pues la ingrese sin pedir permiso y ella sin tener seguro social, pensaba me iba a correr, pero no, mi acción me valió una carta honorífica y ese es un hecho que aun digo y me llena de orgullo”.
Actualmente con la pandemia, le ha tocado atender a sospechosos del virus, pero también le ha tocado ver como sus compañeros de trabajo, su segunda familia mueren frente a él, “hace meses estaba con otros compañeros, se contagiaron del virus, ese día había muchos pacientes, no había camillas, estábamos en desabasto total, uno de mis compañeros falleció a las 2 de la tarde y el otro como a las 8, es difícil, queremos ayudar y hacer lo posible por salvarlos, pero no se puede, la pandemia me dejó muchos malos recuerdos”.
Así como este caso, recordó el de una familia, un padre, una madre y un niño que ingresaron por un accidente automovilístico, sin embargo, no se pudo hacer mucho por sus vidas.
Apoyado al 100 por ciento por sus padres y su ahora familia con esposa e hijos, saben que José un día se va a laborar pero no saben si regresará y eso sus seres queridos están conscientes.
Dejó un mensaje a todos aquellos jóvenes que buscan dedicarse a esta labor y es que si bien es difícil poder aprobar un examen y eso genera a veces tristeza las segundas oportunidades se dan y a quienes logran ingresar que lo aprovechen, “se de casos que pasa el mes y no regresan que porque no les gusto o porque descubrieron no era lo suyo y ese lugar ahora queda vació, cuando pudo ser ocupado por alguien que realmente lo quería pero no quedó en los seleccionados”.
Finalmente José felicitó a sus compañeros y compañeras e invitó a no bajar la guardia, seguir con su labor y cuidarse en todos los aspectos.