/ martes 5 de julio de 2022

Tienen 81 y 83 años: Conoce la historia de estos músicos de los cruceros

Don Guillermo y don Paulino tocan música para llevar el sustento a sus familias

Son las 10 de la mañana y hay poca afluencia de vehículos sobre la avenida Villahermosa donde, casi esquina con la calle Sonora, Guillermo hace su sonar su desgastado güiro mientras Paulino saca una melodía de su saxofón.

Ambos esperan el rojo del semáforo para aplicarse y lograr algunas monedas de los conductores; la mayoría tiene la vista fija al frente e ignoran la música, pero otros logran ser atraídos por el dueto de octogenarios y hacen sonar el fondo del güiro con alguna moneda.

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Ahí, bajo la sombra de un árbol del camellón, seguirán trabajando algunas horas más en espera de juntar lo necesario para la comida del día o ir guardando para los gastos de la casa; cada vez es más difícil, pero no queda de otra, es la conclusión a la que ambos llegan.

Don Guillermo, una vida de oficios

Guillermo Guadalupe Valencia Pérez tiene 81 años, es vecino de la colonia 3 de Mayo. Todos los días se levanta a las seis de la mañana, pone las noticias, si hay algo disponible, desayuna, por lo menos un café, una pieza de pan, “se es flexible con la edad”, dice.
Señala con orgullo que es fiel radioescucha de ABC Radio, conoce toda la programación y lo demuestra diciendo sin dudar los nombres de los locutores y su horario; después de las noticias a empezar el trajín de sobrevivir: tocar percusiones en el crucero es uno de sus tantos oficios.

Con 12 años se inició como chalán en construcciones: “me tocó cargar cemento, cal, lo que hiciera falta, fue muy duro”, indica mientras ladea la cabeza, como trayendo de lejos los recuerdos. “Mi papá y yo trabajamos mucho en la construcción de edificios y casas, cerca de 40 años; pero no nos pusimos abusados para que el ingeniero nos diera una pensión; estuvimos trabajando años con sueldos de miseria, pero con tal de mantener a la familia nosotros estuvimos en eso”, indica.
El esfuerzo era siempre más que la paga, así que su padre lo metió como aprendiz de sastrería, con la esperanza de mejorar: “ahí ya mis manos ya no se me destruían con el cemento y la cal”.
De palabra fácil y ánimo de plática, narra que no llegan al crucero de la Villahermosa todos los días: “por lo mismo que ya las fuerzas de las piernas fallan, pero hacemos el esfuerzo y venimos”; no se pueden dar el lujo de quedarse en casa, pese a años de trabajo lamenta que no tenga pensión, y a su edad debe aún preocuparse por el día a día.
“Todo ha subido mucho, los comerciantes dan más caro cada vez; en estos tiempos está saliendo carísimo seguir viviendo, pero pues mientras Dios todopoderoso nos dé fuerza, aquí estamos, intentando ganarnos honradamente para alimentarnos, porque no da para otra cosa”, lamenta.
Orgulloso, indica que pese a las dificultades terminó la primaria en la escuela nocturna, hizo su servicio militar y nunca ha dejado de aprender, “era yo bien movidito”, dice tocándose el sombrero de palma.


Después de la sastrería Guillermo decidió incursionar en la música, aprendiendo a tocar percusiones; recorrió grupos, duetos y de aquí allá, a 55 años de distancia, terminó ahora en la Villahermosa con Paulino, aún con la esperanza de que un día lo escuchen las autoridades y lo ayuden a gestionar su pensión. “Yo pido que escuchen mi caso, fueron 40 años dedicados a la construcción”, indica

La música, la razón de don Paulino

Paulino Vázquez Carreto es vecino de la colonia Progreso, tiene 83 años y comparte que su vida es la música, pues comenzó desde niño, en 1949.
Con hablar pausado se aferra a su saxofón que hace eco del paso de los años: aún se ve el dorado del cuerpo, aunque aquí y allá se ven rayaduras que seguramente son cicatrices ganadas por el uso y las aventuras.

“Antes había tocadas, contratos, pero con la pandemia cayeron y por eso me vine aquí; yo tengo mi danzonera que lleva mi nombre ‘Paulino y su danzonera’ pero la gente ya no nos contrata por la misma situación que prevalece; también tengo mi marimba, ‘la Guapachosa’, y ahora aquí estamos buscándole, llevándole música a la gente que necesita alegría y nos apoyan económicamente con lo que van pudiendo”.
Recomienda a las personas escuchar música lo más que puedan: “escuchar música, hacer oración y leer es lo mejor para el estrés, para estar bien”.
Paulino cuenta que también trabajó en Hacienda de Actopan, Jilotepec, Ixhuacán del Café e Ignacio de la Llave; incluso dice que hace alrededor de 50 años fue presidente municipal de Actopan; sin embargo, a la vuelta de las vicisitudes le deben su pensión como trabajador y por ello regresó a la música, al final su pasión y oficio con el que se sostiene.
Comenta con orgullo que durante muchos años fue suscriptor de Diario de Xalapa, hace un recuento de sus secciones favoritas y lamenta que su situación económica lo haya hecho dejar la suscripción; no obstante, dice que luego “lo extraña”, así que en la semana junta para comprarlo porque “es muy completo, como ninguno del estado: tiene lo que pasa en Xalapa, pero también lo nacional y lo internacional; en todos mis años no he leído uno como Diario de Xalapa”.



Guillermo y Paulino llaman a las autoridades a escucharlos y ver su caso, dejan un teléfono como contacto (2288150159) y sostiene que tienen esperanza en que la situación aún puede cambiar. “No me decepciono, creo que un día nos van a escuchar”, indica Paulino.
Termina la charla y se pone el rojo en el semáforo; ambos se aprestan a sus puestos y mientras el saxofón toca un danzón, el güiro se asoma alegre a la ventanilla de los conductores: “¡con lo que guste cooperar, buenos días!”.


Son las 10 de la mañana y hay poca afluencia de vehículos sobre la avenida Villahermosa donde, casi esquina con la calle Sonora, Guillermo hace su sonar su desgastado güiro mientras Paulino saca una melodía de su saxofón.

Ambos esperan el rojo del semáforo para aplicarse y lograr algunas monedas de los conductores; la mayoría tiene la vista fija al frente e ignoran la música, pero otros logran ser atraídos por el dueto de octogenarios y hacen sonar el fondo del güiro con alguna moneda.

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Ahí, bajo la sombra de un árbol del camellón, seguirán trabajando algunas horas más en espera de juntar lo necesario para la comida del día o ir guardando para los gastos de la casa; cada vez es más difícil, pero no queda de otra, es la conclusión a la que ambos llegan.

Don Guillermo, una vida de oficios

Guillermo Guadalupe Valencia Pérez tiene 81 años, es vecino de la colonia 3 de Mayo. Todos los días se levanta a las seis de la mañana, pone las noticias, si hay algo disponible, desayuna, por lo menos un café, una pieza de pan, “se es flexible con la edad”, dice.
Señala con orgullo que es fiel radioescucha de ABC Radio, conoce toda la programación y lo demuestra diciendo sin dudar los nombres de los locutores y su horario; después de las noticias a empezar el trajín de sobrevivir: tocar percusiones en el crucero es uno de sus tantos oficios.

Con 12 años se inició como chalán en construcciones: “me tocó cargar cemento, cal, lo que hiciera falta, fue muy duro”, indica mientras ladea la cabeza, como trayendo de lejos los recuerdos. “Mi papá y yo trabajamos mucho en la construcción de edificios y casas, cerca de 40 años; pero no nos pusimos abusados para que el ingeniero nos diera una pensión; estuvimos trabajando años con sueldos de miseria, pero con tal de mantener a la familia nosotros estuvimos en eso”, indica.
El esfuerzo era siempre más que la paga, así que su padre lo metió como aprendiz de sastrería, con la esperanza de mejorar: “ahí ya mis manos ya no se me destruían con el cemento y la cal”.
De palabra fácil y ánimo de plática, narra que no llegan al crucero de la Villahermosa todos los días: “por lo mismo que ya las fuerzas de las piernas fallan, pero hacemos el esfuerzo y venimos”; no se pueden dar el lujo de quedarse en casa, pese a años de trabajo lamenta que no tenga pensión, y a su edad debe aún preocuparse por el día a día.
“Todo ha subido mucho, los comerciantes dan más caro cada vez; en estos tiempos está saliendo carísimo seguir viviendo, pero pues mientras Dios todopoderoso nos dé fuerza, aquí estamos, intentando ganarnos honradamente para alimentarnos, porque no da para otra cosa”, lamenta.
Orgulloso, indica que pese a las dificultades terminó la primaria en la escuela nocturna, hizo su servicio militar y nunca ha dejado de aprender, “era yo bien movidito”, dice tocándose el sombrero de palma.


Después de la sastrería Guillermo decidió incursionar en la música, aprendiendo a tocar percusiones; recorrió grupos, duetos y de aquí allá, a 55 años de distancia, terminó ahora en la Villahermosa con Paulino, aún con la esperanza de que un día lo escuchen las autoridades y lo ayuden a gestionar su pensión. “Yo pido que escuchen mi caso, fueron 40 años dedicados a la construcción”, indica

La música, la razón de don Paulino

Paulino Vázquez Carreto es vecino de la colonia Progreso, tiene 83 años y comparte que su vida es la música, pues comenzó desde niño, en 1949.
Con hablar pausado se aferra a su saxofón que hace eco del paso de los años: aún se ve el dorado del cuerpo, aunque aquí y allá se ven rayaduras que seguramente son cicatrices ganadas por el uso y las aventuras.

“Antes había tocadas, contratos, pero con la pandemia cayeron y por eso me vine aquí; yo tengo mi danzonera que lleva mi nombre ‘Paulino y su danzonera’ pero la gente ya no nos contrata por la misma situación que prevalece; también tengo mi marimba, ‘la Guapachosa’, y ahora aquí estamos buscándole, llevándole música a la gente que necesita alegría y nos apoyan económicamente con lo que van pudiendo”.
Recomienda a las personas escuchar música lo más que puedan: “escuchar música, hacer oración y leer es lo mejor para el estrés, para estar bien”.
Paulino cuenta que también trabajó en Hacienda de Actopan, Jilotepec, Ixhuacán del Café e Ignacio de la Llave; incluso dice que hace alrededor de 50 años fue presidente municipal de Actopan; sin embargo, a la vuelta de las vicisitudes le deben su pensión como trabajador y por ello regresó a la música, al final su pasión y oficio con el que se sostiene.
Comenta con orgullo que durante muchos años fue suscriptor de Diario de Xalapa, hace un recuento de sus secciones favoritas y lamenta que su situación económica lo haya hecho dejar la suscripción; no obstante, dice que luego “lo extraña”, así que en la semana junta para comprarlo porque “es muy completo, como ninguno del estado: tiene lo que pasa en Xalapa, pero también lo nacional y lo internacional; en todos mis años no he leído uno como Diario de Xalapa”.



Guillermo y Paulino llaman a las autoridades a escucharlos y ver su caso, dejan un teléfono como contacto (2288150159) y sostiene que tienen esperanza en que la situación aún puede cambiar. “No me decepciono, creo que un día nos van a escuchar”, indica Paulino.
Termina la charla y se pone el rojo en el semáforo; ambos se aprestan a sus puestos y mientras el saxofón toca un danzón, el güiro se asoma alegre a la ventanilla de los conductores: “¡con lo que guste cooperar, buenos días!”.


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