Xalapa, Ver.- Además de las tensiones y de todo el desgaste por la pandemia por el Covid-19, se esperaba que esta sacudida que ha provocado, despertara la conciencia de los gobernantes para unirnos y buscar salir adelante, señalaron en un comunicado, sacerdotes del Decanato Xalapa centro.
Sin embargo, lamentaron que lo que se está viendo es que los ánimos se están desbordando, "las mezquindades afloran y los intereses y ambiciones particulares se anteponen a lo verdaderamente urgente y necesario".
Añade, que "hemos tenido que emplearnos a fondo como cristianos ante la emergencia que estamos pasando. Pero, aunque echamos por delante toda la fortaleza espiritual que da la fe, parece que se trata de una situación que nos rebasa y que nos hace clamar al cielo".
Expone que no es que se pierda la fe, sino que se acepta que en la presente tribulación se necesita que Dios se manifieste e infunda la esperanza.
"Así como hemos tenido que activar todo el potencial de una vida de fe, también tenemos que forjar la esperanza cristiana para no sucumbir ante la adversidad que estamos enfrentando, especialmente por la pandemia".
Frente a los dramas y sufrimientos que está provocando esta pandemia, remarca, al final se puede considerar que es lo de menos estar estresados por el encierro, aburridos por no divertirnos, molestos por dejar de frecuentar las personas y lugares que acostumbrábamos.
Esto finalmente es lo de menos, considera, y se puede aceptar constatando verdaderas urgencias y tantas historias de dolor.
"Uno termina por aceptar las limitaciones que genera esta contingencia al constatar las situaciones verdaderamente dolorosas que pasan muchos hermanos: los que han perdido su trabajo, los que se han contagiado, los que han sido hospitalizados, los que han perdido dramáticamente a sus seres queridos, sin poder abrazarlos y rezarles como hubieran querido, y los cuadros de desesperanza que siguen aumentando ante la escasez y la pobreza que pasan miles de familias".
Refiere que el cansancio y la sensación de que se está llegando al límite de nuestras fuerzas "nos hace ver que debemos estar más cerca de Dios para no perder la esperanza".
Delante de situaciones verdaderamente complejas como la que estamos pasando, perder la esperanza es quedarse sin esa mirada que nos hace contemplar en el horizonte esa luz que a corta distancia no se puede percibir por la frialdad y la crudeza de los acontecimientos, añadió.
"Decía el papa Benedicto XVI: Se podría decir que el hombre está vivo mientras espera, mientras en su corazón está viva la esperanza. Y al hombre se lo reconoce por sus esperas: nuestra estatura moral y espiritual se puede medir por lo que esperamos, por aquello en lo que esperamos”.
Por eso muchos dicen que mientras haya vida hay esperanza. En nuestro caso lo planteamos a la inversa: mientras haya esperanza hay vida porque el que tiene esperanza no deja de luchar y no se deja aprisionar ni dominar por la adversidad, subraya.
Expone que la esperanza da la capacidad de mirar más lejos y los sinsabores de esta vida no desdibujan en el alma el anhelo de plenitud y felicidad, así como el buen nombre que siempre tiene la vida y que nunca pierde, por muy delicados que sean los problemas que enfrentamos.
"Esta es la esperanza que pedimos para estos tiempos turbulentos. Hablamos de la virtud teologal de la esperanza que tiene una connotación esencialmente distinta al enfoque ideológico que se le da en otros ambientes, incluso a la manera como la ha venido utilizando la clase política".