Xalapa, Ver.- Un nombre suena fuerte en Latinoamérica y es el de Bárbara Díaz Eufracio, veracruzana que actualmente realiza estudios de doctorado en Ciencias Químicas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), becada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
De trato amable, voz cálida y amplia sonrisa, la originaria de Emilio Carranza, municipio de Vega de Alatorre, tiene entre sus campos de estudio la inteligencia artificial. Uno de sus compromisos más cercanos es representar al país en el primer Congreso de Mujeres en Bioinformática y Data Ciencia LA, en el cual compartirá su conocimiento sobre el uso de algoritmos de “Machine Learning” para el diseño de fármacos.
Orgullosa de sus raíces y con objetivos claros que apuntan al beneficio de la humanidad, con el desarrollo de fármacos más eficientes para diabetes y la enfermedad de Chagas, Bárbara Díaz rememora en entrevista su infancia, transcurrida en la región central de la entidad veracruzana, donde cursó la primaria y secundaria con un marcado interés en las matemáticas, la biología y la química, aunque afirma en realidad que le gustaba aprender de todo.
Apoyada por sus padres, estudió la preparatoria en la Oficial B, en la capital del estado, ciudad a la que llegó con ciertos temores.
Sabía que era buena, pero finalmente llegaba de una secundaria de un pueblito
"Tenía mucho miedo de lo que me pudiera encontrar fuera de Carranza; afortunadamente no tuve ningún problema, me adapté muy bien y fue donde me di cuenta que me gustaba mucho la ciencia”, recuerda con nostalgia.
Llegado el momento de decidir qué estudiar profesionalmente, presentó examen en la Universidad Veracruzana (UV) y en la UNAM, y al ser aceptada en ambas instituciones, convenció a su familia de dejarla vivir en la Ciudad de México, donde inició y concluyó la carrera de Químico Farmacéutico Biológico (QFB).
“No todo fue sencillo, empezando por la gente, muy diferente a la veracruzana, y en cuanto a los estudios, también fueron un poco complicados, pero soy perseverante. Además, allí descubrí mi afecto por la investigación y la generación de nuevo conocimiento, que me llevó a otras áreas”, comparte para luego decir que se desempeñó un tiempo en una farmacéutica con buenos resultados, pero no era lo que quería.
Animada, con nuevas metas, empezó su maestría en Ciencias Químicas, también en la UNAM, y se encontró con la quimioinformática aplicada al descubrimiento de fármacos, una disciplina que inmediatamente llamó su atención. Curiosa por naturaleza, ha podido ahondar en este tema al lado de José Luis Medina Franco, uno de los pioneros en México en la utilización de programas de cómputo aplicados a la química.
La veracruzana ha dedicado así gran parte de su tiempo a implementar mecanismos de búsqueda o algoritmos de inteligencia artificial para encontrar similitudes entre las moléculas y poder diseñar fármacos. También ha escrito artículos científicos, los cuales han sido incluidos en revistas internacionales. Entre sus logros está haber presentado su trabajo en dos ocasiones, en Estados Unidos, en la Sociedad Americana de Química.
MUJERES EN LA CIENCIA
Ahora, la doctoranda forma parte del grupo de investigación Diseño de Fármacos Asistido por Computadora, del cual expone: “Es algo nuevo. Antes de nosotros, había muy pocas personas que utilizaban inteligencia artificial. Y por cuanto hace a las mujeres del Congreso en el cual participaré, siento una gran responsabilidad. Me parece muy importante porque estamos abriendo camino a muchas científicas, no solo en México sino en América Latina”.
Con respecto a cuál es el papel de la mujer en la ciencia en México, opina ha habido un avance significativo y potente.
“Aún nos falta trabajo por hacer, pero creo que las mujeres en la ciencia son muy conscientes de sus obligaciones y responsabilidades. En los grupos que me ha tocado estudiar, hay mujeres y hombres, pero cuando veo la proporción de los maestros que ya están por jubilarse, sí se nota muchísimo la brecha.
En el país vamos avanzado y estamos tomando más liderazgo que los hombres, pero eso se verá hasta dentro de algunos años”, augura.
Idealmente, a Bárbara le gustaría trabajar en una universidad como investigadora de tiempo completo y no descarta en un mediano plazo poder tener su propia empresa.
Explica que de adolescente jamás imaginó estar donde está. No tenía dudas de su talento, de sus aspiraciones a tener una vida mejor y poder aportar algo a la sociedad. Sin embargo, siempre fue un paso a la vez, por eso cree es fundamental aprovechar las oportunidades.
A quienes son de lugares pequeños los exhorta a tomar toda la educación que esté a su alcance y a ignorar los comentarios adversos: “La única forma de experimentar el mundo es conocerlo. Entonces recomiendo, en la medida de lo posible, estudiar fuera. Sí, genera muchos gastos, pero hay fundaciones, becas y cualquier cantidad de apoyos. Nunca vas a saber quién eres hasta que no tengas oportunidad de probarlo fuera de tu lugar de origen”, sentencia.