Las tortugas marinas son de los animales más antiguos del mundo y aunque se sabe que podrían habitar el plantea desde hace más de 100 millones de años, diariamente luchan para sobrevivir a causa de la contaminación de mares y océanos, del cambio climático, la depredación, la caza furtiva y, en menor escala, la pesca.
De acuerdo con Ricardo Yépez Gerón, director de la Fundación Yépez, dedicada al cuidado, rescate y protección de tortugas marinas desde hace más de 50 años en Costa Esmeralda, a nivel mundial existen siete especies y Veracruz es un estado privilegiado por la naturaleza, pues a sus costas arriban la lora, la verde, la caguama y la carey, además de que recientemente, en julio de 2019, en Catemaco y en Nautla se volvieron a ver dos ejemplares de la especie laúd, la más grande de todas, que tenía al menos 30 años de no presentarse.
Las otras dos especies son la golfina y la plana
La contaminación por plásticos en los océanos, que se confunden como alimento por esos reptiles, es una de las principales causas que provocan su muerte, además de que están consideradas en peligro de extinción, según la Norma Oficial Mexicana NOM-162-SEMARNAT-2012.
La pesca con redes donde quedan atrapadas, el cambio en la temperatura de los océanos, los derrames de petróleo, la reducción o desaparición de ecosistemas y el aumento del turismo en las playas donde desovan hacen que las tortugas marinas estén gravemente amenazadas y en riesgo de desaparecer, sostuvo.
La temporada de arribazón suele ser de abril a junio de cada año, cuando las diversas especies vuelven a las playas para continuar con su ciclo de reproducción.
Siete especies y en peligro de extinción
En el mundo existen siete tipos de tortugas marinas, que se encuentran en peligron de extinción: boba o caguama (Caretta caretta); verde (Chelonia mydas), una de las más conocidas y que suele habitar en los distintos mares tropicales y subtropicales; lora, laúd o baula (Dermochelys coriacea), la más grande de todas; golfina (Lepidochelys olivacea) y plana (Natator depressus).
Aunque las tortugas marinas existen desce hace millones de años, su población se encuentra en riesgo, tanto por fenómenos naturales, como por la actividad humana, principalmente.
A pesar de que no se ha realizado un seguimiento oficial, no se descarta que las tortugas, tanto marinas como terrestres, puedan vivir de 60 a casi 500 años.
De acuerdo con la Fundación Yépez, las labores de conservación y de protección de esos reptiles dan resultados paulatinos, pues aunque por cada año se lleguen a liberar alrededor de 600 mil crías de nidos protegidos, tan sólo en Costa Esmeralda, sólo una de cada mil logra llegar a la edad adulta.
Cada tortuga hembra logra depositar hasta 150 huevos, que deben ser protegidos por ambientalistas para garantizar que logren eclosionar.
Desde el momento en que rompen el cascarón las crías inician una intensa lucha por la sobrevivencia. Durante su camino al mar suelen ser atrapadas y devoradas por cangrejos y aves, entre otro tipo de depredadores; indicaron que otras logran llegar al agua, sin que sea garantía de que estén a salvo, pues también tienen otro tipo de depredadores naturales, sin omitir la actividad humana y la contaminación.
El cambio climático también juega un papel muy importante, pues la alteración de la temperatura en el agua afecta su ruta migratoria y su desplazamiento.
Además, entre más calor es más grande la posibilidad de que nazcan crías hembras, pues la temperatura define el sexo. Incluso, según el especialista, hay estudios realizados por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica Estadounidense en Hawái, donde se establece que las crías superaban en número a los machos por 116 a 1.
Día Mundial de las Tortugas Marinas
Cada 16 de junio se conmemora el Día Mundial de las Tortugas Marinas y por tratarse de uno de los animales más amenazados del planeta, se necesita de la sensibilidad y del apoyo de los habitantes para garantizar su preservación.
El director de la Fundación Yépez exhortó a cuidarlas y permitirles continuar con su ciclo natural, tras señalar que comúnmente, por tratarse de un espectáculo natural, tampoco faltan los turistas que las montan para tomarse una foto, incluso sin considerar que se trate de hembras en pleno desove.
Además, la caza furtiva nunca falta, ya sea por obtener un recurso ilegal por la venta de huevos de tortuga o del tráfico clandestino de especies adultas para el aprovechamiento de su carne y otros derivados.
En el caso de los pescadores, el activista destacó que constantemente se les capacita para evitar que las tortugas queden atrapadas en sus redes y en caso contrario, les brinden apoyo para liberarlas.