Veracruz, Ver.- De manera empírica, con solo ver a su padrastro, Blas de la Rosa López empezó a cortar pelo, arreglar el bigote y hacer otros trabajos que lo iniciaron en el mundo de la peluquería, una tradición que heredó en cinco de sus siete hijos quienes continúan la historia de una de las peluquerías más antiguas del municipio de Veracruz.
Con gran emoción en su rostro, Margarita de la Rosa del Valle, una de las hijas de Don Blas quien a sus 93 años ya se retiró del negocio, recuerda cómo su padre les inculcó el amor por este oficio.
Mientras arreglaba la barba a uno de sus clientes, relata que el padrastro de su padre tenía una peluquería en los alrededores del mercado Unidad Veracruzana y fue así que empezó a desarrollar la profesión sin siquiera estudiarla, más bien viendo el trabajo de su mentor.
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“Mi padre inició muy joven en esta actividad, su padrastro era peluquero y ahí fue aprendiendo, cuando se muere su padrastro mi padre ya tenía 28 años y empezó con su local en la calle de Abasolo, ahí fueron los inicios de lo que son las peluquerías de la Rosa, actualmente son tres, siguen siendo de mi padre, pero ya nos encargamos los hijos, mi papá nos inculcó el amor por esta actividad”, señala.
Es así que con mucho éxito su padre inició con una peluquería sobre la avenida Abasolo para después extender el negocio con dos locales más una sobre Paso y Troncoso y otra a la vuelta en Cañonero Tampico.
Destaca que en los inicios de su padre, otras peluquerías como Medellín y Alaska también alcanzaron su fama, sin embargo al paso de los años estos dos últimos ya no existen y de la Rosa continúa operando.
En ese sentido reconoce que las estéticas y salones de belleza si han impactado a las peluquerías, estás se mantienen porque los servicios son más económicos.
Refiere que mientras en algunas estéticas el corte de pelo rebasa los 100 pesos en las peluquerías aún hay cortes de 50 a 70 pesos y ya si quieren algo más moderno el costo aumenta, pero no se compara.
Afirma que todavía hay hombres y jóvenes que prefieren ir a la peluquería para arreglarse el bigote, la barba que se ha vuelto una moda y cortarse el pelo, sobre todo.
“En mi caso yo estuve el estilismo y lo combino con la peluquería y vienen también mujeres a cortarse el pelo, pero el mayor número de clientes son hombres algunos mayores, pero también viene jóvenes, piden los cortes tradicionales, pero en si el corte de pelo es el mismo en estéticas y peluquerías”, señala.
Comenta que, aunque cinco de los siete hijos de don Blas heredaron la profesión de la peluquería, actualmente solo tres siguen trabajando en el negocio.
Aunque don Blas inició por su cuenta en el negocio hace 64 años, la peluquería de la Rosa es una tradición de más de 53 años, convirtiéndose en una de las más antiguas de Veracruz.
Margarita mostró algunas fotografías de la avenida Abasolo donde su padre inició con su primer local en la cual se aprecia una calle limpia y libre de comerciantes como lo hay en la actualidad.
Don Blas vivió una feliz vida, actualmente está ciego
Actualmente don Blas, habita una pequeña casa en el Predio III al poniente de la ciudad de Veracruz donde descansa la mayor parte del tiempo, sus hijas y nietos lo visitan del diario para saber como se encuentra pues aunque quieren llevarlo a vivir con ellas, él se niega argumentando que está muy contento.
Aunque aún puede caminar, lo hace muy poco y prefiere su silla de ruedas para sentarse en el patio bajo la sombra de uno de los árboles que se encuentran en el lugar.
Hace cinco años, perdió la vista por lo que tuvo que dejar el oficio de peluquería pero asegura sentirse muy feliz por la vida que tuvo, su esposa que falleció hace dos años y sus hijos quienes se preocupan por él.
“Desde hace cinco años que perdí la vista por la diabetes y ya me retiré del oficio, tengo 93 años que cumplí el pasado 3 de febrero y ahora mis hijos son los que siguen con el negocio, estoy muy contento porque mi trabajo me dejo muchas satisfacciones, conocí mucha gente, compartí muchos momentos, ahora acepto mi realidad”, concluye en medio de una gran sonrisa.