Con orgullo, Leonardo Pérez Báez dice haber crecido en el histórico barrio xalapeño de San Bruno, lugar donde también descubrió su afecto a los libros de viejo y donde, por necesidades económicas, fue chalán y luego aprendió albañilería, fontanería y electricidad. Sin embargo, su destino ya estaba trazado y no era entre cemento, cal y construcción. En 2022 celebra 17 años como bibliotecario.
Cada mañana, Leonardo sale de su hogar para dirigirse a su segunda casa, en Diego Leño número 8, donde en una construcción de 1930 está la Biblioteca Luis Chávez Orozco, que resguarda un acervo de 18 mil títulos, entre ellos, una colección especial de más de 100 años de antigüedad.
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Entre libros, así vive su día a día el hombre de 56 años de edad que expresa tener el deseo de seguir así por mucho tiempo más. Y es que su labor le da la satisfacción de un aprendizaje constante y de poder auxiliar a otras personas, de saberse útil.
“Mi misión es que el usuario, interno o externo, se vaya contento de encontrar lo que buscaba”, expresa en el Instituto de Investigaciones Histórico Sociales de la Universidad Veracruzana (IIHS-UV).
Aunque su mayor trato es con académicos, Leo también conoce a personas que no forman parte de la comunidad universitaria, pues la biblioteca está abierta al público general, de lunes a viernes.
Con estudios como técnico superior en Gestión Bibliotecaria, describe a su centro de trabajo como un lugar especializado, donde están las mejores obras de historia, así como la producción de los investigadores del IIHS y una colección de microfilm.
Antes de llegar a la Biblioteca Luis Chávez Orozco estuvo rodeado de volúmenes también de un área específica, pues brindó servicio en la Biblioteca del Instituto de Investigaciones y Estudios Superiores de las Ciencias Administrativas (IIESCA).
Además de obtener información de manera constante, él desarrolló una digitalización de los cantones de las ciudades de Orizaba y Córdoba; otro de sus intereses es la encuadernación. A un lado de su escritorio, Leo tiene su prensa y materiales con los cuales arregla y detalla libros cuando no hay nadie en sala de consulta.
El bibliotecario, quien considera que la gratitud es uno de los valores más importantes en la vida, dice estar contento y satisfecho con su trabajo, al que llegó por medio del Sindicato Estatal de Trabajadores al Servicio de la Universidad Veracruzana.
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Agradece tener la oportunidad de desempañarse en lo que le gusta pero también ser integrante de una familia sólida. Se casó a los 16, siendo un adolescente, y hoy celebra 30 años de compartir la vida con Sara Vázquez Gómez. Son padres de cuatro hijos, Leonardo, Xóchitl, Francisco Javier y David Cuauhtémoc, dos de ellos con trabajo también en la máxima casa de estudios del Estado.
En víspera del Día Nacional del Libro, que se conmemora el 12 de noviembre, Leo ve al libro impreso como uno de los más importantes inventos del hombre y el de más durabilidad, pues la tecnología no ha logrado desplazarlo y ve difícil que suceda.
Los libros físicos, apunta, son el principal medio de consulta ilimitada. También son su “hobby”. No recuerda cuándo inició pero acude con regularidad a los tianguis de la ciudad, donde ha encontrado lo que él describe como “verdaderas joyas”.