Xalapa, Ver.-El arzobispo de Xalapa, Jorge Carlos Patrón Wong afirma que México y Veracruz “arde” de un deseo de vivir como hermanos y no como enemigos; de paz, de justicia, de reconciliación, unidad y fraternidad.
En la homilía de este domingo desde la Catedral Metropolitana de Xalapa, señaló que hay dos frases de Jesús dirigida a los discípulos, que hoy tocan la realidad personal y de la nación al decir que ha venido a traer un fuego a la tierra “y cómo deseo que arda”.
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“¿A qué fuego se refiere Jesús, qué tipo de fuego nos deja Jesús en el interior de los mexicanos y veracruzanos? El fuego que nos trae Jesús es el gran deseo que tenemos todos de paz, de justicia, de reconciliación y unidad, de fraternidad. Es un deseo que no podemos permitir que se apague”.
Subraya que nadie puede apagar el fuego del amor que Jesús ha colocado en el interior de cada persona, de las familia, niños, jóvenes y adultos mayores.
¿Qué mensaje dio el arzobispo de Xalapa durante la misa?
“Porque nuestro México y nuestro Veracruz arde de un deseo donde podamos vivir como hermanos y no como enemigos, por eso, durante el mes de julio en toda la iglesia, nosotros los católicos hemos orado por la paz y propuesto caminos de construcción por la paz”.
Por ello, recuerda que, a partir de agosto, cada tercer domingo, la iglesia orará por situaciones concretas porque hay un deseo de un país no de confrontaciones sino de unidad.
“Donde todas las mañanas vienen a decirnos que somos enemigos unos contra otros, unos mexicanos contra otros, unos veracruzanos contra otros, porque el fuego que tenemos es de fraternidad, de amistad, de familia, de acompañamiento mutuo, ese es el fuego que ha dejado el Espírito Santo en nuestros corazones”.
Ante eso, dijo que la iglesia debe acompañarse para que el fuego no se apague y sea de esperanza, especialmente para los niños y jóvenes.
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“Es por eso que iniciaremos todos los católicos a realmente establecer caminos de escucha, de dialogo, de reconciliación, de un México plural, donde todos nosotros podemos participar, donde todos nosotros tenemos una luz, no únicamente un pequeño grupo o alguien que cree interpretar a todo México, no. Somos todos, una familia, ese fuego que trae Jesús es el que nunca podrá ser apagado por nadie y esto es lo que mantiene la esperanza en cada uno de nosotros porque es un fuego que parte de Jesús y que es infundido desde el bautismo”.
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