El 14 de junio de 1982, cerca de 10 mil productores de café de la entidad se reunieron en la plaza Lerdo de Xalapa para reclamar precios justos para el producto, así como mejores condiciones para los campesinos. Sin acarreos, sin redes sociales y sin recursos, usando sólo la unidad, este grupo de productores consiguieron que la capital del estado fuera sede de una de las mayores movilizaciones del sector.
A la multitudinaria concentración le siguieron tomas de instalaciones, movilizaciones, asambleas y reuniones que dieron frutos logrando que el entonces Instituto Mexicano del Café (Inmecafe) desistiera de pagarles el kilogramo de café a 10.50 pesos y lo valuara en 15.35 pesos el kilogramo.
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Estas concentraciones fueron además la semilla para la fundación de grupos cafetaleros regionales que aprovecharon la organización para el establecimiento de beneficios, la búsqueda de apoyos pero sobre todo, para compartir conocimientos entre pares.
Hoy, a 40 años de este movimiento, el sector cafetalero vive una crisis económica similar a la de esos tiempos. Dario Cadena Alarcón, Delfino Durán Hernández y Cirio Ruiz González, líderes del movimiento cafetalero y productores de Naolinco, Xalapa y Chavarrillo, respectivamente, reconocen que el café sigue sin tener un precio justo y que aún faltan apoyos al campo.
Añaden que a los problemas añejos ahora se han sumado dos más: la competencia desleal de empresas trasnacionales y el impacto de la roya en los cultivos de la región. Sin embargo, destacan que siguen en la lucha para lograr que el café mexicano sea valorado como se debe y que el aumento en el consumo de este producto se vea reflejado en los bolsillos de los trabajadores.
En este marco, los cafetaleros hicieron un llamado a productores de toda la entidad y al público en general a participar de la conmemoración de los 40 años de lucha a través de una reunión pública que se llevará a cabo en plaza Lerdo este 14 de junio a las 11 de la mañana.
Pese a todo aquí seguimos, por amor al café
Delfino Durán Hernández asegura que el movimiento cafetalero, iniciado en 1981, formó parte de las inconformidades sociales que se habían gestado desde finales de los 60. Reconoce que aunque eran luchas diferentes, la matanza de estudiantes de 1968 despertó en ellos una conciencia revolucionaria que enfocaron en sus demandas. “Yo nunca fui estudiante pero me marcaron los hechos dolorosos del 68 y sentí que me pegaban a mí; era la conciencia revolucionaria que tenías de joven”.
Delfino tenía 34 años cuando participó del movimiento que agrupó a productores de todas las regiones de la entidad. Señaló que a pesar de lo jóvenes que eran muchos de los integrantes -él era de los mayores- sabían que la unión era la única forma de hacerse oír y reconoció que la fórmula de manifestación en plaza Lerdo ha seguido repitiéndose en estos 40 años.
“Los pequeños productores siempre hemos vivido conscientes de nuestra situación y por eso, el 14 de junio a las 11 de la mañana marchamos desde Humanidades e irrumpimos en la plaza Lerdo. Desde entonces hasta ahora somos los que más manifestaciones hemos hecho en esa plaza para ver si se nos oye un poco. Para los que fuimos prácticamente fundadores del movimiento ya se nos hizo adicción”, señala.
Narra que la inconformidad surgió cuando supieron que el precio del café en el mercado era mucho mayor a lo que ellos estaban recibiendo por parte del Instituto Mexicano del Café. A pesar de las dificultades de comunicación de la época y de la extensión territorial de Veracruz, meses después de comenzar la organización más de 10 mil productores salieron a las calles de Xalapa a protestar por esta injusticia. “Después de esa manifestación y una serie de negociaciones se ajustó el precio y el primer año salimos ganando porque se pagó más. A partir de ahí comenzamos a buscar otros beneficios”, cuenta.
Las movilizaciones y tomas -que duraron varios años- sirvieron para crear una organización entre los productores que lograron avanzar poco a poco, sin embargo, años después la devaluación y las crisis económicas significaron nuevos impactos para el sector cafetalero.
Durán Hernández, campesino de la congregación de Chiltoyac, en Xalapa, expone que a lo largo de estas cuatro décadas han sido varias las veces que el café no ha dejado recursos suficientes y que ha tenido que buscar otras alternativas laborales para sobrevivir y mantener a su esposa e hijos. “Pese a todo seguimos teniendo nuestras plantas de café porque queremos el campo y seguimos confiando en la organización porque uno entrega todo en la organización, incluso entregamos a la familia que nos ha acompañado en estas reuniones y marchas”.
Sobre el relevo generacional que se ha dado en el sector, el cafetalero xalapeño reconoce que las nuevas generaciones no se han unido en los reclamos aunque algunos sí siguen cultivando y vendiendo café. Precisa que en muchas familias se han formado técnicos y profesionales universitarios con el fin de que atiendan las problemáticas del café sin embargo, una vez que egresan no se interesan en los pequeños productores y tienen miras más altas. “Luego se van con otras empresas a trabajar y no podemos impedirles que lo hagan. Los que sí siguen en el café lo hacen de una manera más moderna, venden café a través del teléfono, con ese aparato, rapidito, quién sabe a dónde pero el café se va”.
Reconoce que los bajos precios y las amenazas externas han provocado que el cultivo de café no sea redituable para las nuevas generaciones y que en la organización han resentido la disminución de producción y del número de productores que la integran. “A lo mejor algún día ya solo vamos a quedar nosotros”, lamenta.
Seguir en la lucha “hasta que el cuerpo aguante”
Por su parte Darío Cadena Alarcón, productor de café en El Espinal en Naolinco, recuerda que la organización cafetalera comenzó en 1981 cuando se enteraron de las injusticias que se estaban cometiendo en contra de ellos. Para 1982, cuenta, ya habían cafetaleros de toda la entidad agrupados y fue que se tomó la decisión de trasladarse a Xalapa para luchar en contra de las instituciones que pagaban el café “a lo que querían”.
El primer triunfo de la organización, recuerda el campesino, se dio en ese mismo año cuando Inmecafe pasó de liquidar el café a 10.50 el kilogramo a hacerlo a 15.35 pesos, un precio que, si bien no correspondía a lo justo si era mucho más de lo que se había establecido inicialmente. “
Después de eso seguimos en lucha, tomamos las oficinas del Inmecafe y participaron comisiones de otros estados en el movimiento
Fue así como la unión los llevó a buscar el establecimiento de beneficios en otras partes de la entidad lo que a su vez permitió vender mejor el café. La organización llevó también a la formación de agrupaciones formales que permanecen hasta nuestros días. “De manera incipiente ahí nació lo que ahora somos como Consejo Regional del Café en Coatepec”.
Cadena Alarcón asegura que a lo largo de 40 años de lucha cafetalera en Veracruz se han superado etapas difíciles como la intervención gubernamental en 1983 para la división del movimiento, las carteras vencidas en el 88, la baja de la cosecha en el 2000-2001 en donde prácticamente se tuvo que tirar el café y el momento de crisis actual en el que se mantiene la esperanza de resolver acuerdos.
Añade que a esto se suma las dificultades que se han enfrentado a nivel personal y es que, han habido muchos momentos en los que las injusticias les han bajado la moral y han pensado en renunciar. No obstante, apunta que son estas mismas injusticias las que los han hecho continuar en el camino de la lucha. “Para nosotros nuestra vida ha sido siempre el café. Ahí nacimos, ahí hemos pasado nuestra vida y ahí vamos a seguir hasta que el cuerpo aguante”.
A 40 años, la lucha por los precios del café sigue
Aunque en los últimos 40 años, el consumo de café per cápita en México aumentó en un 150 por ciento, la situación de los productores no ha cambiado. A cuatro décadas de la magna movilización, los campesinos veracruzanos siguen padeciendo los precios bajos que se imponen al kilo del aromático.
Cirio Ruiz González, cafetalero y presidente en Consejo Regional del Café de Coatepec A.C., asegura que aunque el consumo se ha incrementado, el problema en México sigue siendo la importación de café de mala calidad para el consumo interno, esto provocado por las empresas trasnacionales que le dan al consumidor mexicano este producto mientras que en otros países, con menor poder adquisitivo, consumen mejor café. “Debe de pararse el café de mala calidad que entra al país, están importando a menos de la mitad del café mexicano. Es pura trampa, es muy grave lo que sucede”, advierte.
Señala que en México podrían implementarse esquemas que han sido exitosos en otros países y que han permitido fortalecer a este sector, sin embargo, ha faltado voluntad política para hacerlo. Puso como ejemplo los casos de éxito de Costa Rica y Colombia en donde existen garantías para los productores de café de la región y se tiene control de las importaciones. “En Costa Rica no dejan entrar café de menor calidad al suyo ni a un precio menor que al suyo y Colombia tiene reglas en las que no permiten cosechar mala calidad, no revuelven y tienen un tope para comprar y vender. Tienen una especie de seguro para el precio y están tan bien organizados que uno de ellos llegó a ser presidente de Colombia”, dijo.
Señaló que aunque en esta administración se prometieron apoyos a los pequeños productores, hasta el momento, el gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador no ha cumplido sus promesas y que lejos de ayudarlos le han permitido a la empresa Nestlé el establecimiento de una planta así como la entrega de apoyos. “El presidente se comprometió en campaña a revisar la calidad y las importaciones y a poner una institución y no ha cumplido. No se ha reunido con las organizaciones, han hecho cambios inadecuados en la Sader, sacaron al que mejor nos atendía y con eso nos dieron un golpe a las organizaciones y al propio presidente porque ahora le está generando broncas a Andrés Manuel”, dijo.
Insistió en que el mandatario federal debe detenerse en esa alianza que al parecer ha hecho con Nestlé y los empresarios trasnacionales. “Queremos que se revisen las políticas públicas porque en el caso del café se le ha ido de las manos, se ha entregado y han abusado las compañías, lo decimos muy concretos y celebramos estar vivos para seguir señalando”, concluyó.
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