Miles de personas participaron en la procesión del silencio que fue encabezada por el arzobispo de Xalapa, Jorge Carlos Patrón Wong, y que recorrió varias calles de la ciudad. Tras dos años de no realizarse de forma presencial, debido a la pandemia por Covid-19, esta conmemoración reunió a miles de feligreses que decidieron acompañar a la virgen María, tras la muerte de su hijo Jesús.
Esta procesión se caracteriza porque los participantes realizan el recorrido evitando la interacción o sonidos distintos a los tambores que marcan el paso de quienes deciden realizar el camino de María desde el monte Calvario, donde fue crucificado Jesús, a su casa.
Te puede interesar: [Galería] Vive Tomatlán la Pasión y Muerte de Jesucristo
La imagen de la dolorosa, vestida de negro, con un pañuelo en la mano y rodeada de flores blancas es cargada por mujeres que, en signo de amor, la acompañan en su sufrimiento, tras haber perdido a su hijo en la cruz. Al mismo tiempo una imagen de Jesús, tras su muerte y haber sido bajado de la cruz, es cargada por hombres.
La mayoría de los acompañantes de María vistieron de negro o con ropa en colores oscuros como signo del luto que la virgen María tiene ante la pérdida de si hijo. Además, se hizo uso de velas de diferentes tamaños para alumbrar el camino de la dolorosa.
Como ya era una tradición el recorrido inició en la iglesia Emperatriz de América, ubicada en la avenida Américas, para concluir en la plaza Sebastián Lerdo, frente a la Catedral Metropolitana. Debido a la emergencia sanitaria, el año pasado esta peregrinación se realizó en vehículos y con poca participación.
Antes de iniciar el recorrido, el Arzobispo agradeció la colaboración de todos y todas las voluntarias que prestan sus servicios para que la procesión se realice de forma ordenada y sin riesgo para los participantes.
Asimismo, brindó un saludo al personal de Tránsito del Estado que dirigió la procesión y brindó el auxilio necesario para los automovilistas que se encontraron con el recorrido de los feligreses.
Previo a esta procesión, el Arzobispo encabezó la misa en la que se recordó la Pasión de Cristo, caracterizada por el recorrido que el hijo de Dios realizó hacia el monte Calvario, lugar donde fue crucificado.
En un breve mensaje recordó que a partir de este viernes Santo toda la humanidad es atraída por la cruz porque toda vida humana, cada dolor, cada sufrimiento, cada pecado está en la cruz de Cristo.
Mencionó que la cruz muestra los dos grandes extremos de la humanidad, ya que por un lado se puede ver la maldad, el dolor, la corrupción, la manipulación hasta el extremo, el mal con todo su esplendor, la muerte reinando, y, por el otro lado, se observa el amor, la misericordia y la ternura hasta el extremo.
"Cuando abrazamos la cruz no la abrazamos hace 2 mil años, la abrazamos de acuerdo a nuestra vida, abrazamos la cruz de nuestra historia, la cruz es actual, es nuestra, es de todos los días. En ella nos hacemos corresponsables del mal, en el egoísmo, en el abandono, en la infidelidad a Cristo, en la indiferencia ante el hermano que sufre, pero también somos corresponsables en la cruz gloriosa de Cristo, en la cruz del amor, en la cruz que salva", dijo.
Manifestó que se debe venerar la cruz y pedir perdón a Jesús por cada una de las veces que no hemos sido sus seguidores y nos hemos ido por otro camino, "hoy públicamente decimos: todos somos pecadores, hoy la cruz de Cristo es por mi y para mí salvación".
Envío un mensaje a los feligreses par que pidan perdón a su papá, mamá, al hijo o la hija, al amigo, al compañero de trabajo o a quien, con sus acciones y faltas, han lastimado.
"Cuando no hay explicación al dolor, a la indiferencia, solamente María nos hace abrazar la cruz y confiar plenamente en Dios, confiar plenamente que el amor vence al odio, pero sobre todo que el bien vence el mal. Ella lo comprueba cuando recibe a su hijo muerto, ella nunca reclamó a Dios, ella nunca nos reclamó , ella abrazó a su hijo muerto y confío en Dios”, expresó.