Orizaba, Ver.- Junto a la Piedra del Gigante, en el Cementerio Municipal Juan de la Luz Enríquez, se construyen poco más de 700 nichos y 200 osarios. En ese espacio se edifica el edificio con subterráneo y una explanada para eventos culturales.
El administrador del camposanto, Camilo Boschetti Olivier recorrió junto con autoridades municipales el terreno que fue donado al Municipio por la Fundación Luis Gonzaga.
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En el sitio se observó cómo trabajan los albañiles en la edificación del inmueble para los nichos y osarios. Este proyecto aumenta el tiempo de vida del cementerio y permitirá que más familias que quieran que ahí descasen los restos de sus difuntos tengan espacio.
"Los nichos del cementerio quedaran a dos pisos"
De la misma forma que una ciudad en desarrollo crece en dimensión y a lo alto, lo mismo sucede en un cementerio, pues los nichos del cementerio quedarán en dos pisos.
Es muy normal que en un nicho no solo esté una persona, se puede colocar otra urna de otro familiar, ahí mismo.
Para saber:
Don José María Naredo, en su libro Historia de Orizaba, al hablar del antiguo panteón, que se encontraba en lo que hoy es el patio de carga y descarga de la fábrica de la Cervecería Cuauhtémoc Moctezuma, se bendijo un domingo 1 de junio de 1825, después de una procesión desde el templo parroquial y en compañía de autoridades y de la población.
Al principio, el pueblo se negaba a enterrar a sus deudos en ese lugar; después se construyó ahí una capilla, se hicieron dos galerías de nichos, una dirigida hacia el oriente y la otra hacia el norte. Este panteón fue clausurado el 1 de agosto de 1884.
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En abril de 1882, ante la necesidad de un nuevo lugar, el Cabildo acordó construir uno en los predios de los llanos de Escamela, junto a la iglesia de Santa Gertrudis, solicitando la autorización del Gobierno del Estado. El 25 de abril de ese mismo año cuando se aprueba el dictamen de la Comisión encargada de revisar los antecedentes y planos, empezándose a construir sobre una superficie de 171 mil 700 metros cuadrados (505 m de norte a Sur y 340 m de Oriente a Poniente).
Carlos Calero Elorduy en su libro “Orizaba”, nos describe en detalle incluso, el tipo de terreno que era: plano, con capas de tierra negra de 0.60 a 0.80 cm de espesor, tapete de hasta 1.50 m de fondo, compuesto de piedra arenisca, grava y arena, con una profundidad de la capa freática de 20 metros aproximadamente, explicando que no existía peligro de contaminación de las fuentes de agua, por estar colocadas en la superficie del terreno aisladas y con pisos de cemento; con tuberías conductoras localizadas a 0.20 cm de la superficie de la tierra y que eran de fierro galvanizado. A su vez comenta que la profundidad en las fosas es de 2 metros, tal como lo dictaminaba el reglamento vigente.
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La construcción de las oficinas se hizo de mampostería, muros de piedra de cerro, mezcla, cal y arena; techos de madera y teja, pisos de mosaico y loza. Contaba el local con dos amplias ventanas de 2.50 m de alto por 1.50 m de ancho, con vidrieras y rejas de hierro; puertas de 2.90 m de alto y 1.40 m de ancho. Esta descripción corresponde al local destinado para las oficinas.
El 1 de agosto de 1884 fue inaugurado oficialmente y ese mismo día se entierra por primera vez un cadáver que pertenecía a una joven de 14 años y, el día 2, también por primera vez, un vagón del ferrocarril urbano formó parte de un cortejo funerario.