Han sido días complicados para negocios de ropa de segunda mano de esta ciudad. "Está penco", señala María Estela Sobrino Hernández, quien se queja de que desde que comenzó el año no venden casi nada.
Las personas pasan frente a su negocio, ubicado en la avenida Américas, pero no se detienen. Observan y preguntan por la ropa invernal, que es la que sale más, pero no se llevan nada.
Explica que tras los festejos navideños, temporada durante la cual si tuvieron mejores ingresos, el negocio se cayó.
En su establecimiento tienen una gran variedad de vestidos largos de noche o para toda ocasión que siguen colgados porque no hay para llevarlos y lucirlos.
Comenta que tiene prendas de gala en mil pesos, abrigos en 600 pesos, sacos en 300 pesos. El resto de la ropa tiene costos bajos desde 80 hasta 200 pesos, pero aun así no se venden porque no hay dinero.
Cada mes les llega ropa de la zona norte del país y de Estados Unidos que es de buena calidad y que vienen casi nueva. “Muchos de los vestidos tienen una puesta, están prácticamente nuevos, por eso vienen muchas jóvenes a comprarse sus prendas, pero en enero y lo que va de febrero casi no se ha vendido”.
Indica que preocupa que haya tan bajas ventas, porque hay que pagar la renta, la luz, agua y una empleada. La situación se agrava conforme pasan los meses.
Ventas no mejoran
Es similar la situación para Samuel Pérez Antonio, quien tiene un negocio de ropa usada, ubicado en la calle Pípila, expresa que este año les pegó fuerte la cuesta de enero que van vendiendo ropa de invierno pero que el resto no sale.
Las prendas que vende en su comercio, dice, son de alta calidad y a buen precio, pero al no haber dinero pues las familias optan por cubrir sus necesidades básicas y dejan de comprar ropa.
Comenta que los mejores meses son diciembre y comienza a levantar en marzo con la llegada de los días de calor, porque las familias buscan comprar playeras y ropa fresca.
En este momento, dijo, no venden ni el 20 por ciento de los que lograron ingresar en los meses de noviembre y diciembre que las familias compraron ropa invernal.
Todavía hay algunos despistados que pasan y ven una buena chamarra y se la llevan, pero ya es mínimo, concluyó.