Daniela Cruz Pastrana, docente de la Licenciatura en Ciencias Atmosféricas de la Facultad de Instrumentación Electrónica de la Universidad Veracruzana (UV), aseguró que los desastres naturales están asociados, en gran medida, a la toma de decisiones del ser humano.
La académica y el también profesor de la misma entidad universitaria, Luis Eduardo Herrera Aztegui, dialogaron con Universo. Sistema de noticias de la UV, para abordar –desde su conocimiento– el origen del huracán “Otis” y su impacto, con categoría 5 en la escala Saffir-Simpson, en el puerto de Acapulco con daños invaluables hasta el momento.
Ambos destacaron que no se debe perder de vista cómo se están construyendo las ciudades, cuál es la situación de los drenajes, qué estado estructural guardan los edificios ubicados en la costa, dándole la cara al océano y expuestos por completo a los estragos del viento; en suma, riesgos que no se han considerado pues se ha puesto atención al fenómeno, mas no a la vulnerabilidad.
Cruz Pastrana explicó que tanto huracanes como tormentas tropicales son disturbios que giran en el hemisferio norte en sentido contrario a las manecillas del reloj, y la diferencia entre ambos se da en la velocidad de los vientos y la presión atmosférica del ojo del sistema; en el caso de las tormentas tropicales no tienen ojo como tal, por lo que, conforme se va incrementando de categoría, la presión desciende y se forma el ojo.
Destacó que es muy probable que a futuro el número de ciclones no cambie y sean más intensos, “antes pensábamos que tendríamos un huracán como ‘Otis’ cada 100 años, sin embargo, ahora se podría registrar cada 30; probablemente no aumente el número de huracanes, pero sí serán de mayor intensidad”, afirmó la docente.
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En tanto, Herrera Aztegui expuso que ante los efectos devastadores de “Otis” se hace necesario repensar los Atlas de riesgos, así como rediseñar las estructuras de casas, edificios y hoteles que se localizan preferentemente en zonas costeras, los cuales utilizan mayormente cristales para ofrecer una mejor vista al visitante, pero si se encuentran de frente al mar es poco probable que resistan los embates de un huracán como el registrado en Acapulco.
“Este es uno de los puntos en los que se tendrían que adecuar los mapas de riesgos, en cómo estamos construyendo las ciudades”, resaltó el profesor universitario.
Con relación al reciente fenómeno natural, Daniela Cruz, quien es consultora en cambio climático, sostuvo que “Otis” tuvo un avance inusitado, cuya evolución de tormenta tropical a huracán categoría 5 fue de rápida intensificación, en 12 horas desde que se tiene uso del satélite (1966), lo que es poco común que suceda.
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Por cuanto hace al Golfo de México, la académica indicó que el punto más susceptible de impacto de huracanes es el estado de Tamaulipas; no obstante, por su ubicación geográfica la entidad veracruzana no está exenta de registrar daños, como sucedió con los huracanes “Karl” (2010) que tocó tierra en la playa de Chachalacas con vientos máximos sostenidos de 185 km/h y rachas de 230 km/h, y “Grace” (2021), ambos categoría 3 en la escala Saffir-Simpson, pero extremadamente peligrosos.
Dijo que la península de Yucatán significa una barrera orográfica para el Golfo de México, pues al tocar tierra los huracanes en aquel lugar se debilitan y no llegan con la misma intensidad a las playas veracruzanas.