Con altos índices de menores viviendo con sobrepeso y con desnutrición, Veracruz enfrenta problemas alimentarios “de extremo a extremo”, aseguró Litzy Rossell Viveros, consejera alumna de la Facultad de Nutrición Xalapa, quien lamentó que no se haya encontrado un punto medio que garantice la salud de niñas, niños y adolescentes.
En entrevista, la estudiante, cuyo campo de investigación se ha centrado en la alimentación de menores, destacó que buena parte de estos problemas tienen su origen en la desinformación de padres y madres de familia a la hora ofrecer comida. Indicó que aunque los datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2018 dan cuenta de una disminución en las cifras de estas dos condiciones, aún hay mucho que trabajar en el campo de la salud y la alimentación infantil.
Frente a este panorama, la universitaria señaló algunos de los errores más comunes que las madres, padres y cuidadores cometen como ofrecer a los menores productos procesados, abusar de alimentos ricos en azúcares o sodio y no vigilar el consumo necesario de verduras y frutas. Indicó que aunque pudiesen parecer inofensivos, este tipo de conductas alimenticias podrían tener consecuencias graves en el correcto crecimiento y desarrollo por lo que pidió poner atención a estos y evitarlos
ALIMENTOS PROCESADOS
Uno de los errores más comunes y más dañinos, explica Rossell Viveros, es ofrecer los alimentos procesados desde las primeras etapas de la vida. Y es que, asegura que muchas familias no saben interpretar la información nutrimental de los productos y piensan que por contener energía, vitaminas y minerales son saludables cuando no lo son.
Además, explica, la comodidad de tener un producto preparado o listo para consumir, hace que se ofrezca como una alternativa de otros que requieren de mayor tiempo de preparación pero que son más saludables. “Los menores son los más afectados en este rubro porque los padres creen que porque un alimento promete dar energía es saludable y no es así”.
En ese sentido, advirtió que el control en el consumo de alimentos procesados es fundamental ya que al no conocerlos, los menores no se van a sentir atraídos por ellos y este tipo de patrones de alimentación son benéficos para la vida adulta. “Hay que recordar que buena parte de lo que vamos a consumir el resto de nuestras vidas se basa en la cultura alimentaria que se tiene desde pequeños en casa”, dijo.
SABORES Y GUSTOS
Los sabores se quedan y establecen preferencias en los niños, explica la estudiante, es por eso que al ofrecerle a niñas y niños alimentos con azúcares se corre el riesgo de modificar el paladar. Esto a la larga comenzará a tener repercusiones serias en la forma de comer del menor ya que el consumo de otro alimento le puede resultar complicado. “Esto es algo que pasa muy seguido, le das a los niños un producto muy dulce y cuando intentas darle verduras, por ejemplo, lo rechaza porque no le encuentra sabor”, precisa.
Reconoció que aunque es cierto que los niños “pierden ese sabor”, es necesario que los padres les sigan fomentando el consumo para intentar revertir este problema. Y es que, apuntó que en las consultas nutricionales ha visto que la familia tiene a ser permisibles con ese rechazo lo que a la larga ocasiona que no consuman alimentos que son esenciales para un mejor desarrollo y crecimiento. “Muchas veces los menores prefieren las frutas y los papás tienden a ser accesibles y darles lo que prefieren dejando a un lado las verduras que tienen más nutrientes”.
Además destacó que el consumo de refrescos -uno de los productos con más azúcares- debería estar completamente prohibido en la alimentación de un menor de edad y apuntó que ni siquiera esos “poquitos” que la familia tienden a darle incluso desde bebés. “Muchas veces hemos visto que desde que el niño comienza a tomar en vaso se le ofrecen traguitos de refrescos y eso es algo que no debería pasar”.
LOS PRIMEROS ALIMENTOS
“El primer año de vida de un bebé es fundamental y si durante ese tiempo no fue bien alimentado podremos encontrar secuelas toda la vida”, advierte la consejera alumna de la Facultad de Nutrición de la Universidad Veracruzana. La especialista, apunta que es a partir de los seis meses de edad de un bebé es cuando se debe comenzar con la introducción de alimentos diferentes a la leche materna.
Sin embargo, advierte que muchas veces este primer contacto con la comida no se da de manera correcta ya que muchas familias les ofrecen alimentos que no son adecuados para su edad y requerimientos alimenticios. “Les dan el caldito de pollo o las papillas con carne, verduras y frijoles y no tienen la noción de que desde que el lactante nace se debe tener un control para que tenga los nutrientes que necesita”, cuenta.
La recomendación profesional es comenzar con las verduras, una diferente cada día y posteriormente ofrecer frutas que son más dulces y tienden a ser las consentidas de los menores.
Tampoco se deben mezclar alimentos en una sola comida, explica, ya que al darle una mezcla se corre el riesgo de que los problemas alérgicos no se puedan percibir en caso de que existan. “Todo debe tener un control, no se puede ir de lleno porque lo que se intenta ver es que el bebé no tenga alguna alergia, no le caiga mal o saber si tiene intolerancias e ir descubriendo las posibles reacciones”.
Además, el comienzo debe ser con alimento naturales y evitar en todo momento los alimentos ultraprocesados ya que estos productos abusan de sodio, azúcares e incluso conservadores que les agregan para que se pueda mantener en anaqueles de venta. “Esto aunque no es de total forma dañina, sí tiene repercusiones”, indicó.
Muchas de las veces no se le da la importancia que se debe a la obesidad infantil, advierte la especialista, ya que los padres piensan que al crecer los menores van a adelgazar o a dar “el estirón” a llegar a la adolescencia. Este es un error muy grave, asegura, ya que van dejando a futuro la educación alimentaria sin tomar en cuenta que desde que son pequeños deben atender eso para que tengan calidad de vida.
Hay que fomentar desde pequeños no solo la correcta alimentación sino también el ejercicio, la actividad física que va mucho de la mano. Estas dos cosas son fundamentales en esta etapa.