Xalapa, Ver.- En los cementerios de Xalapa, desde el 31 de octubre hasta el 2 de noviembre se ha registrado un incremento gradual de visitantes, quienes coinciden en que es importante mantener las costumbres.
De la capital del estado, de municipios de la región y de otras entidades como Puebla, Ciudad de México, Oaxaca y Chiapas, por mencionar algunos, visitan las tumbas donde dejan flores, coronas o rehiletes de colores.
En promedio, dicen destinar entre 50 y hasta 600 pesos en flores. En las inmediaciones de los panteones, los comerciantes optan por hacer rebajas, con el fin de no quedarse con su mercancía.
Precios de flores en cementerios de Xalapa
El rollo grande de flor de nube que el 31 de octubre tenían entre 120 hasta 170 pesos, el 2 de noviembre lo venden en cien pesos, mientras el cempasúchil, que se podía adquirir en rollos chicos de 20 y 30 pesos, ahora cuesta 15 pesos.
Tanto en el Panteón Xalapeño como en Palo Verde, lo más solicitado, dicen los vendedores, son los ramos de flores de distintas especies con un valor de 25 pesos.
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En cuanto a las coronas de flores que el 31 llegaban hasta los 180 pesos, es posible comprarlas en 100 y 130.
Aunque el movimiento no es tan intenso como en años anteriores, en Xalapa sí se mantiene la costumbre de recordar a quienes se adelantaron en el camino. Día de Muertos sigue congregando a familiares, mientras músicos, comerciantes y limpiatumbas buscan ganarse un extra.
Historias
Luis Arturo tiene 27 años y el de 2024 es el primer noviembre en el que no están sus papás. También es la primera vez en la cual visita el Panteón Xalapeño por iniciativa propia para dejar flores y elevar una oración. Igual que él, muchas personas no necesitan compañía para honrar la memoria de sus seres queridos en Día de Muertos.
Con la pena de haber perdido a sus padres en un accidente automovilístico, Luis Arturo comparte que sus demás familiares viven en Ciudad de México y Guadalajara; por trabajo, continúa en Xalapa.
“Fue muy difícil asimilar que de un momento a otro ellos ya no estaban. La casa me queda grande, pero la vida sigue… No creo que deba haber un día especial para visitarlos. Ellos murieron en enero y vengo los sábados a darme mi vuelta”, expresa.
Las hermanas Luisa y Pilar Sayago Báez, ambas adultas mayores, dicen tener la costumbre de dejarles flores a sus padres y hermanos en Todos Santos, en un ritual que inician desde días antes, pues les gusta elaborar sus coronas de flores con tela plastificada.
“A mis hijos no les gusta venir, pero a Pili y a mí, sí. Solo cuando cerraron por la pandemia, pues no se pudo. Yo pienso que estos días son importantes para mantener las costumbres. No me gusta pensar en el futuro; por lo que veo, mi tumba va a estar ‘pelona'”.
Luisa sonríe y recuerda a sus padres y tres hermanos, quienes murieron a edad avanzada, excepto uno, que fue por infarto.
“Cuando es por la edad, duele menos. Mi papá tenía 89 y mi mamá murió a los 93. La ausencia siempre pega, eso sí, pero no es igual. A mí me costó mucho superar lo de mi hermano. Murió a los 47, por infarto. Era el más chico”.
Además de quienes recorren los panteones en solitario hasta el lugar donde está la tumba que buscan, también están los que asisten en grupos numerosos de cuatro, seis o más personas.
La familia Rizo Pérez llegó hasta con su perrito. Luego de quitar el polvo con una escoba, entre todos cubrieron la tumba con pétalos de cempasúchil, luego cantaron y rezaron un rosario.
Recordaron de esta manera a Karina, joven que a los 24 años perdió la vida por cáncer luego de luchar por cerca de seis años.
“Siempre la recordaremos alegre, divertida, con un corazón de oro. Dios se la llevó muy pronto. A la distancia vemos que por su enfermedad y su muerte, ahora somos mucho más unidos”, dice Graciela, su mamá.
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