Amatlán, Ver.- Las palabras de consuelo y ánimo no lograban calmar el llanto y el dolor del pecho de los padres y hermanos de Eduardo y Jonathan, las risas se vieron apocadas dentro de los féretros blancos que el sacerdote bendecía mientras pedía por la salvación de sus almas, ante el último adiós de los menores que fueran asesinados a balazos el pasado viernes, a manos de policías estatales que presuntamente repelían un enfrentamiento contra delincuentes en la comunidad de La Patrona.
Provenientes de una familia humilde, los jovencitos estudiaban y trabajaban lavando carros para ayudar con los gastos en la casa, una casa humilde a la que ya no regresarán. Como una típica familia mexicana de escasos recursos, los sueños de viajar y llegar lejos eran parte de los chicos de 14 y 15 años que compartían la sangre, primos y casi hermanos iban a todos lados juntos.
Dos hermanas que sufren la pérdida de sus hijos no pueden emitir palabras, el llanto nubla su vista y las piernas se doblan al ver pasar frente a sus ojos los féretros blancos que salen de la iglesia de Guadalupe en La Patrona con rumbo al panteón del lugar, seguido por cientos de personas, un pueblo entero que respalda este sufrimiento, que abraza y apoya con condolencias a los familiares pero nada sirve, la justicia no ha llegado.
“Esos malditos ahorita están comiendo tranquilos, no tienen conciencia, nosotros mañana ya no vamos a ver a nuestros niños mientras ellos siguen como si nada, su comida caliente, su vida plácida por que el Gobierno los defiende, pero aquí nosotros tenemos un vacío”, grita de entre la gente uno de los tíos de los pequeños.
La abuelita de los menores en la entrada del camposanto alza la voz y emite unas palabras, expresa con la poca fuerza que le queda su sentimiento de dolor, de tristeza que debe controlar porque ella es el pilar de esa casa, “como abuelos debemos ser fuertes, por mis hijas, debo resistir porque no quiero que ellas se me caigan, tienen más hijos y no podemos dejarnos caer por ellos, nos necesitan”.
“Aunque Jonathan y Eduardo se adelantaron a ese viaje que tanto anhelaban, nunca nos dijeron donde sabemos que estarán bien porque eran buenos niños, pero se va a extrañar escuchar en la mañana cuando me decían Tita dame un pancito, Tita yo como primero, Jonathan después así bromeaban cada día entre ellos, ahora ya no están”, finaliza en medio del llanto la abuela de los niños para dar paso a dar sagrada sepultura a los ataúdes.
Según relatan, el Gobernador del Estado, Cuitláhuac García no ha sido para llamar o entablar comunicación, sin embargo, la Comisión Estatal de Búsqueda contactó a los dolientes para pedirles vayan hasta la capital del estado para hablar con la primera autoridad de Veracruz, algo que para los afectados es considerado como una burla.
En tanto, la Comisión de Derechos Humanos, de la mano del Delegado en Córdoba, Manuel Sánchez expresó que desde el primer día han estado al lado de la familia apoyando con la entrega de los cuerpos así como esperarán que pasen el duelo para ofrecer el apoyo legal para iniciar una queja contra quienes resulten responsables si así lo solicitan.
Las expresiones de indignación y coraje se mantienen latentes en la comunidad de La Patrona municipio de Amatlán, en donde por la mañana se dio a conocer que el cuerpo encontrado ejecutado hace unos días corresponde a un poblador del lugar, algo que ha sido un hecho más que enluta a la región que culpan a los elementos de la fuerza civil de estos sangrientos hechos.
“Mis sobrinos no tenían porque morir, queremos que el Gobernador que venga que de la cara por sus trabajadores, disparan y dicen que se enfrentaron con otros y es mentira, el muchacho que mataron también en la Hacienda de Guadalupe le pusieron el tiro de gracia y lo mataron, era un muchacho trabajador”, expresó la tía de los menores.
“Señor Gobernador no eran conejos de cacería, eran niños, queremos que entreguen a los responsables, a mis sobrinos ya no nos los van a regresar, pero ¡Queremos justicia!”, exclaman en medio de oraciones y llanto la comunidad que vive momentos de terror, pánico e impotencia como los hechos que por la tarde del sábado se dieron a las orillas de la autopista en donde exigiendo justicia bloquearon y fueron repelidos con bombas de gases lacrimógenos por elementos de la policía estatal del grupo antimotines.