Hace más de 20 años que la tlapalería “La Veracruzana” cerró sus puertas en Tultitlán, Estado de México, y hasta la fecha a la esquina donde se asentó por 52 años se le sigue llamando así, dijo Abelardo Hernández Pozos.
El empresario oriundo de Coatepec fue llevado por sus padres Abelardo Hernández Carrera y Felicidad Pozos al Estado de México, donde creció y junto con ellos se dedicó al comercio; sin embargo, al paso de los años decidieron volver a su terruño. “Como los elefantes buscando el lugar donde uno nació para caer, regresamos”, dijo.
Don Abelardo cumplió el 28 de enero pasado 80 años, pero se siente como de sesenta, asegura, ya que además del negocio de tlapalería “La Herradura”, que puso en esta ciudad, en sus ratos libres se dedica a la carpintería, balconería y a la costura, pues se fabrica sus batas y a preparar sus alimentos.
Considera que el mantenerse ocupado se refleja en su buena salud, sin embargo, no se descuida y cada dos meses va a que le realicen un chequeo de los cuales ha salido muy bien.
Al tener que abrir todos los días y estar en contacto con muchos clientes, admite que tiene miedo de contagiarse de Covid-19, pero sigue las indicaciones al pie de la letra, ya que “queriéndose uno se cuida”, comparte.
Don Abelardo va cada 15 días al centro a realizar las compras de los productos que no encuentra en la colonia Francisco I. Madero, ya que no tiene quién las haga por él.
Cuando sus padres aún vivían en Coatepec, su papá trabajaba en Ferrocarriles de México y vivían en la calle Galeana, por donde pasaba el Piojito y cuando en 1966 se fueron a Tultitlán, vivieron en la calle del mismo nombre y por ella salía el tren que venía a Veracruz, recordó.
Fue en 1995 cuando junto con sus padres decidieron regresar a Xalapa, pues su esposa y sus hijos se habían ido antes. Llegaron a Xalapa en 1998 y en el 2000 abrieron su tlapalería en la calle Bolivia.
Su papá falleció en 2011 a los 93 años y su madre se fue a seguirlo tres años después, en 2014.
Don Abelardo se quedó solo, empero no se hace la vida pesada, ya que todos los vecinos le aprecian y están al pendiente de él. Fueron ellos quienes se dieron cuenta cuando hace tres años lo asaltaron seis individuos y lo dejaron amarrado al interior de su local, pues los vieron salir de su casa, lo cual se les hizo muy raro y corrieron a ayudarle.
“La Veracruzana” estuvo en Tultitlán, donde se une con los municipios de Jaltenco, Ecatepec y Coacalco, tiempo durante el cual se aclientó de tal manera que aún a esa esquina se le conoce con ese nombre, lo cual a su familia le llena de orgullo pues representa su trabajo y constancia, concluyó el tlapalero veracruzano.