La autoridad de Jesús no se expresa anexándose territorios o mediante la fuerza del poder humano o imponiéndose y sometiendo a los demás; el reino de Jesús no obedece a la lógica de la fuerza, de la violencia o de la manipulación sino a la lógica del amor, puntualiza el vocero de la arquidiócesis de Xalapa José Manuel Suazo Reyes en su comunicado dominical.
En contraposición a estas revelaciones que hace Jesús en su evangelio, el mundo moderno sigue otros criterios. Al mundo no le importa tanto la verdad sobre el ser humano o sobre la realidad sino lo que conviene a sus intereses. De ahí que muchos prefieran guiarse por el principio de lo políticamente correcto, aunque eso no sea la verdad sino la falsedad. Así observamos cómo hay personas que con tal de mantenerse en una posición social o ascender en algún puesto de poder, sean capaces de renunciar a sus principios y valores, y hacerse promotores de mentiras y falsedades.
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Con cierta facilidad y cinismo se repiten y escriben muchas mentiras. Se falsea la realidad y se usa una estrategia publicitaria que difunde muchas cosas falsas, como si la realidad cambiara porque lo afirma tal o cual persona o porque se publica en las redes sociales o lo repiten algunos personajes.
Se están diciendo muchas mentiras sobre el ser humano, sobre la vida, sobre la sexualidad, sobre el matrimonio natural y sobre las libertades. Se miente además sobre la salud de los mexicanos, sobre la seguridad de los ciudadanos, y sobre la realidad de nuestro país. Sin rubor ni temor se inventan cifras falsas, se crean delitos y se abusa del poder. Todo eso es parte del reino de la mentira y es totalmente contrario al reino de Dios.
La realeza y la soberanía de Jesús son de naturaleza muy diferente a la de los monarcas de este mundo. El mismo Jesús lo dijo en el evangelio: “Sí, yo soy rey, pero mi reino no es de este mundo” (Jn 18, 36-37).
El reino de Dios es “un reino de verdad y de vida, un reino de santidad y de gracia; un reino de justicia, de amor y de paz” (Prefacio de Cristo Rey).
El evangelista San Juan (Jn 18, 33-37) narra el diálogo entre Jesús y Pilato donde el hijo de Dios reconoce que Él es rey y revela algunas características de su realeza.
Lo primero que Jesús da a conocer es que su reino no es de este mundo. Con ello expresa que su soberanía no le viene concedida por los seres humanos, sino por el mismo Dios. Su reino y su poder no es político o terrenal, sino trascendente y espiritual. Por eso, Jesús como rey del universo, no se comporta como los gobernantes de este mundo. El reino de Cristo no es de este mundo pero se construye en este mundo.
Jesús declara además que Él vino al mundo para ser testigo de la verdad. La verdad es un término muy rico en significados en el evangelio de San Juan. Así por ejemplo, la verdad es la misma palabra del Padre como se dice en Jn 17, 17: “Padre conságralos en la verdad, tu Palabra es la verdad”. La verdad es el mismo Jesucristo en cuanto que nos comunica la Palabra del Padre y nos ofrece la vida divina. En efecto Jesús dice; “yo soy el camino, la verdad y la vida” Jn 14, 6. La verdad es el mismo Espíritu Santo (1 Jn 5, 6 ), que nos guía a la verdad plena (Jn 16, 13).
Como consecuencia de todo esto, Jesús mismo define en ese diálogo con Pilato a todo aquel que forma parte de su reino: “todo el que es de la verdad escucha mi voz”. Por lo tanto, todos aquellos que están en armonía con su palabra de verdad, los que escuchan su palabra y la ponen en práctica forman parte del reino de Dios. De ahí que no basta con decir las cosas, prometerlas o repetirlas muchas veces, sino llevarlas a su cumplimiento para estar en el reino de Dios ( Cfr Mt 7, 21).
El último domingo del año litúrgico de la Iglesia católica, los creyentes estamos invitados a proclamar a Cristo Rey del Universo, procurando vivir los valores que caracterizan su reinado: la verdad, la justicia y la paz. Con la profesión de Cristo como Rey del universo estamos llamados a renovarnos para renunciar y rechazar la mentira como estilo de vida.