Xalapa, Ver.-La Arquidiócesis de Xalapa señala que la alegría de la comunidad cristiana por las fiestas de la pascua contrasta lamentablemente con otra realidad que lastima a la comunidad, puesto que los vicios del pasado no se han erradicado.
"Es una realidad que desea imponerse a toda costa. Hay dolor entre la gente por las pérdidas humanas a causa de la enfermedad y de la violencia incontrolada, existe miedo a causa de la inseguridad social y de la incertidumbre económica que crece con la inflación".
En su comunicado dominical, el vocero José Manuel Suazo Reyes comenta que todos los días se difunden mentiras y se promueve un pensamiento único en contra de las evidencias de la ciencia y de la razón.
"El abuso y el uso de la ley a conveniencia, la manipulación de los programas sociales y la compra de las conciencias muestra cómo los afanes de poder buscan perpetuarse".
Sin embargo, refiere que gracias a la resurrección de Jesús, "tomamos conciencia de nuestra dignidad y de que necesitamos superar esas realidades que provocan más miseria, divisiones y muerte".
"Somos hijos de Dios y estamos llamados a vivir en plenitud. Unidos al resucitado estamos llamados a vencer todas las expresiones de la cultura de muerte que roban las esperanzas de la comunidad".
Expresa que para la iglesia católica esta es la buena nueva narrada por los cuatro evangelistas que resuena en todos los hogares cristianos a partir de la fiesta de Pascua: "¡Verdaderamente ha Resucitado el Señor! ¡Cristo ha vencido la muerte y vive en medio de nosotros!".
Añade que esta noticia llena de esperanza y le da sentido a la vida puesto que sólo "Jesúcristo es nuestro salvador, sólo él nos libera integralmente. Nadie puede compararse con él".
Explica que la fiesta de Pascua es la celebración más importante de todo el año litúrgico y que es una fiesta de luz y alegría porque el resucitado "nos ilumina y nos ayuda a comprender todos los acontecimientos de la vida".
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Recuerda que los relatos evangélicos refieren lo que sucedió el primer día de la semana. "El día siguiente, después del sábado, María Magdalena fue al sepulcro muy de mañana, cuando todavía era de noche. Al llegar a la tumba se da cuenta de que la losa había sido quitada del sepulcro (Cfr. Jn 20, 1-9). La resurrección de Jesús se presenta entonces como un acontecimiento inesperado para los discípulos. Ellos habían creído que con la muerte todo había terminado".