Aunque en México no hay límite de edad en la expedición de licencias para conducir y tiene que ver con derechos humanos, sí se debe fomentar una cultura autocrítica y saber escuchar al cuerpo para contribuir en la disminución de accidentes, los cuales se han disparado en los últimos años, coinciden especialistas.
Ante la carencia de una herramienta obligatoria en el país que evalúe la capacidad para estar al volante, hay necesidad de generar una conciencia sobre riesgos personales y para terceros, opina Javier Téllez Huesca, médico veracruzano residente del Instituto Nacional de Rehabilitación.
En el caso específico de las personas adultas mayores, recomienda ser conscientes de cuáles son las condiciones y habilidades individuales, pues en un accidente su fragilidad es mayor y estadísticamente están más involucrados en accidentes mortales.
En entrevista, da algunas recomendaciones, pero también señala como muy común el cuestionamiento a adultos mayores que conducen, cuando los accidentes de tránsito son la primera causa de fallecimiento pero en jóvenes de entre los 15 y 29 años de edad.
Al ahondar en por qué se habla de accidentes mortales en personas adultas mayores en los últimos años, anota que por tratarse de un grupo cada vez más numeroso y cuando tienen accidentes hay más tendencia a un desenlace fatal por fragilidad o trastorno médico.
Anota la importancia de saber las diferencias entre deficiencia, limitación, minusvalía o cualquier otro término utilizado como sinónimo pues no significan lo mismo y se debe evitar su empleo para tratar a las personas adultas como si fueran menos.
En revisión de estadísticas oficiales apunta que las de fallecimientos, lesiones e infracciones están más presentes entre el grupo de los 15-25 y 15-29 años de edad, a diferencia del adulto que tiene tendencia a manejar distancias más prolongadas y no va a tener tantos accidentes.
En ese sentido, expone como fundamental lograr un avance para que las personas adultas mayores tengan una mejor calidad de vida y autonomía, sobre todo cuando se estima que para 2050, la población mayor de 65 años habrá crecido considerablemente.
“Cada vez son más las personas adultas mayores que conducen y tienen esta capacidad de autonomía que para muchos es vital. No se les puede limitar porque está comprobado que quien habitualmente manejaba, si deja de hacerlo tiene tendencia a la depresión y al aislamiento social al no sentirse parte de una sociedad, al no sentirse útil”.
Como médicos, dice, sí tienen que actuar con sumo cuidado al valorar y emitir recomendaciones, pues en esta población se deben tomar en cuenta la capacidad cognitiva, la audición, la agudeza visual, la capacidad de pensamiento y de elección.
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Además, su capacidad de discernir tareas y multitarea, autointuitiva, de elección o, por el contrario, identificar si ya presentan anosognosia, que es la incapacidad de reconocer un padecimiento.
Salud mental
La psicóloga geriatra Norma Aponte Arriaga indica que en 2024 se requiere una mayor sensibilidad de la población para contribuir a la participación activa de esta población, la cual pasa por un proceso de adaptación a los cambios relacionados con el envejecimiento.
Puntualiza que se debe trabajar por dejar a un lado los estigmas y la discriminación, y en quienes tengan convivencia directa, sean conscientes de que las limitaciones no son motivo de exclusión o señalamiento.
“Estas personas están centradas en la regulación de las pérdidas y se enfrentan a una renuncia constante de lo que era una forma de vida, lo menos que necesitan es ser invalidadas para efectuar tareas”, expresa.
El tema del manejo, dice, no debe causar tanta preocupación si no hay condiciones médicas que lo impidan, pues con la edad y avance de enfermedades y trastornos es común que asuman responsablemente su retiro de esta práctica o atiendan los consejos de sus familiares.
¡A tomar en cuenta!
Médicamente qué se debe tomar en cuenta para manejar, Téllez Huesca llama a no olvidar que con enfermedades metabólicas como la diabetes, si se hará un viaje por muchas horas, en condiciones de ayuno puede haber variaciones en los niveles de glucosa.
Estas variaciones, enfatiza, repercuten en las capacidades de juicio, concentración e incluso de visión y hasta sensibilidad en las extremidades.
Nombra además la demencia, que puede llevar a mal juicio, mala memoria, tiempo de reacción más lento en comparación con otras personas; los trastornos de sueño severos, y el uso de varios medicamentos a lo largo del día.
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“La polifarmacia provoca en algunos casos la hiperalerta o relajación hasta nivel profundo, mental, muscular o capacidad de atención”.
Para quienes tienen glaucoma o algún tipo de degeneración macular la recomendación es no conducir en la tarde o noche porque la capacidad de visión nocturna se disminuye considerablemente.
Menciona que en accidentes cerebro vasculares hay quienes tienen su regresión hacia una vida autónoma y uno de los factores es que puedan manejar, pero muchos pacientes presentan convulsiones impredecibles, algunas por ruidos fuertes o luces intensas, estímulos muy frecuentes en calles y carreteras mientras se va conduciendo, con pérdida total del control del automóvil.
En cuanto a personas con antecedentes de infartos al miocardio o que tengan lesiones en el corazón, sí pueden tener un infarto mientras manejan, y quienes tienen degeneración de las articulaciones, se enfrentan a capacidad disminuida para frenar o acelerar.
En general, exhorta a reflexionar y tener la capacidad de autocrítica para saber en qué momento se está cansado, no hay buen estado emocional o de salud que pueda limitar el manejo.
Con respecto a quienes prestan servicio como conductores de autobuses, especialmente de viajes largos, remarca la responsabilidad de las empresas y de los choferes de hacer estudios médicos antes de la jornada laboral.
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