Naolinco siente, sufre y llora su dolor. Y es que el asesinato de la pequeña Reyna Isabel el sábado pasado cimbró a una ciudadanía que nunca antes había vivido un caso de tal naturaleza.
Hoy parece que la “capital del zapato” dejó de ser la misma. La tranquilidad del pueblo se vio vulnerada por lo que llaman un “inexplicable crimen” en contra de un ser que al parecer su “único error” fue ser inocente. En una casa de la calle doctor Miguel Dorantes Cabañas, en el corazón de Naolinco, se halla un altar adornado con flores de varias especies y un par de fotografìas de Reyna Isabel.
El silencio es lógico en ese hogar. Las risas, las travesuras y los gritos de la pequeña dejaron de ser parte de esa alegría que compartía una familia unida y dedicada por años a la elaboración y venta de pan. Naolinco es un pueblo solidario y tras conocer la lamentable noticia acudió en días pasados en gran número a los funerales. “Son cosas inexplicables, que no entendemos por qué pasaron cuando sólo era una niña”, dijo una de las vecinas de la familia de Reyna Isabel.
La señora nos confió que conocía al chico que tienen detenido en calidad de presunto responsable. “Iba con mi nieta en la escuela y aquí vino a hacer tres o cuatro tareas y la verdad era un niño normal”, agregó. Asimismo, dijo que el chico, quien vive en una congregación, contactó a la niña mediante una red social.
Alberto Arellano es otro de los habitantes de esa localidad que además de dolor y tristeza siente rabia e impotencia. “A pesar que no conocía a la niña se siente una impotencia porque fue algo inhumano”, dijo.
“En Naolinco somos una familia y ese golpe nos pegó a todos porque desgraciadamente le quitan la vida a una pequeña. La verdad se queda uno sin palabras”. Alberto Arellano se unió al grito de todos para exigir justicia y que este cruel crimen no sea cobijado por la impunidad. “Ojalá se haga justicia, que pague quien tenga que pagar y que caiga todo el peso de la ley sobre quien tenga que caer”.
Por su parte, doña Adela García también se dijo consternada por la muerte de la pequeña Reyna Isabel. “Es algo muy triste, en realidad uno como madre siente la pena y el sufrimiento de ella, es algo que no se había visto antes y que te hace ponerte en la carne de la mamá de la niña”.
“Es muy triste, pero esperemos que su muerte no quede impune y llegue la justicia”, precisó.
Una vendedora del parque también lamentó el deceso de la niña. “No no no, no tenemos palabras, es muy doloroso para una pequeñita que apenas empieza a descubrir la vida, créalo que nos duele porque la conocíamos y la veíamos pasar por aquí porque vendía pan”.
Don Toño lamentó el crimen. “Bueno pienso que eso estuvo muy mal, que es de cobardes porque los que somos padres esto nos duele, nos pone tristes”.
“La gente siente odio y coraje porque definitivamente en un caso de esos creo que no se aguanta uno, pero esperemos que la ley haga su trabajo”, finalizó. Hoy Naolinco está dolido. La muerte de Reyna Isabel caló en lo más hondo de sus raíces, de su vida y su historia porque fue un crimen que duele, que lastima, que lacera.
A unos 350 metros de la entrada al centro de Naolinco hallaron el domingo el cuerpo sin vida de Reyna Isabel. Reyna Isabel y su presunto asesino habrían caminado por la calle Camino a Las Fuentes y bajaron unos 100 metros hasta llegar a un sitio solitario, a unos 15 metros de un puente colgante y una casa abandonada con el letrero que dice “No pase, propiedad privada”.