Este convento marcó el inicio del crecimiento de Xalapa

Fundado en 1525, el convento franciscano marcó historia para Xalapa

Celia Gayosso | Diario de Xalapa

  · lunes 16 de agosto de 2021

Maqueta del Convento Franciscano / Foto: Jesús Escamiroza | Diario de Xalapa

El primer convento franciscano que se construyó en Xalapa fue a raíz de la llegada de dos frailes que venían de Calcahualco, muy cerca de Coscomatepec, quienes se establecieron ahí por el año de 1525, y que para 1531 ya estaban en Xalapa.

El Convento que fue estratégicamente ubicado en la curva por la se bajaba a la calle de Santiaguito, hoy Úrsulo Galván, y seguía a Coatepec y por el otro costado tenía la calle Principal que antes se llamó calle Real, hoy Juan de la Luz Enríquez, marcaba los ejes de la urbanización de Xalapa, asentó el investigador Rubén Morante López, curador de la muestra, que podrán recorrer de cuatro en cuatro los interesados a partir de las 10 de la mañana a las 19 horas, con entrada gratuita.

Rubén Morante López / Foto: Jesús Escamiroza | Diario de Xalapa

La exposición El Convento Franciscano de Xalapa, que se abrirá al público en general en el Museo Casa Xalapa (MUXA) está dedicada al ingeniero Enrique Pasquel Jiménez, que hizo la maqueta fiel del convento, la que habla por sí misma de lo que fue convento con una capilla poza, una gran galería para las personas que se hospedaban u hospitalizaban en éste, el claustro, un gran atrio que se abría en un costado de la iglesia; el frente era más pequeño con su cruz atrial y su enorme huerto en la parte de atrás que medía unos 15 mil metros cuadrados.

La importancia del convento para esta ciudad es que los frailes deciden fundarlo en Xalapa probablemente porque a diferencia de Calcahualco, Xalapa está en el camino México-Veracruz de ese momento que pasaba por Coatepec, Xicochimalco, Ixhuacán de los Reyes y subía a Cuautotolapan y agarraba a Alchichica hacia Tlaxcala, lo que era la Ruta de Cortés, que posteriormente cambió para no pasar por tantos ríos y donde se van construyendo algunas ventas, que es el que iría por la calle de 20 de Noviembre, La Joya, y Las Vigas hasta Perote, lo que provocó que éste empezara a crecer y donde se construiría un hospital y las guarniciones para soldados.

Este camino fue denominado como las Ventas, pero ya no pasaba por el Convento, que vino a marcar el inicio de la urbanización hacia todos los lados de Xalapa por dos caminos que comunicaban hacia las dos garitas, la de Veracruz y la de México, cuyas calles desembocaban exactamente frente al Convento, en J. J. Herrera y Enríquez.

En el lugar donde se asentó había también un manantial, el “Chorro de San Francisco”, que los indígenas llamaban Tecuanapa, una de las cuatro que había en ese momento en Xalapa junto con Xallitic, Techacapan y Tlalmecapan. Con ésta irrigaban su huerto. Hubo una quinta fuente después que fue la de San Pedro, en lo que hoy son Los Tecajetes, que alimentaban de agua a la ciudad.

Explicó que la doctora Guadalupe Williams hizo una investigación muy completa sobre los huertos de los conventos, que era donde se venía a aclimatar muchas de las plantas importantes para los españoles como los cítricos: naranja, limón, mandarina. Asimismo hizo un análisis sobre las plantas nativas que seguían cultivándose en estos huertos como el maíz y los berros.

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La exposición llevará de la mano al espectador por la historia del convento desde el siglo XVI, XVII, XVIII y XIX cuando fue destruido. Se conocerá la historia de los dos conventos, el primero que se fundó en 1531, que fue destruido en su totalidad por un terremoto en 1547; el segundo fue mucho mejor construido pues presentaba unos contrafuertes enormes y fue concluido en 1556, como dice la reproducción del dintel original que el entonces director del Museo de Antropología de Xalapa encontró en el jardín de ese recinto.

Maqueta del Convento Franciscano / Foto: Jesús Escamiroza | Diario de Xalapa

Cuando Rebeca Bouchez Gómez había cabildeado con la señora Christiane Magnani de Alemán y con el arquitecto Bernal Lascuráin para que se rehiciera El Ágora de la Ciudad, ese centro cultural recibió el dintel y los rosetones que se colocaron junto a una de las paredes originales del Convento Franciscano que estuvo en ese espacio, pues de acuerdo a la Unesco los monumentos tiene que estar en el lugar donde estaban originalmente y contextualizarse.