En el calendario litúrgico de la Iglesia Católica, se celebra este domingo la solemnidad de Pentecostés en la que se recuerda la efusión de uno de los dones más importantes que Cristo ha dejado a la Iglesia, como fruto de su resurrección: el don del Espíritu Santo.
Con la celebración de Pentecostés se concluye el periodo pascual.En el comunicado de este domingo, la Arquidiócesis de Xalapa manifiesta que en muchas ocasiones, especialmente en sus discursos de despedida, Jesús prometió el Espíritu Santo. “En Pentecostés, Jesús cumple esta promesa como nos lo cuenta el libro de los Hechos de los Apóstoles (Hech. 2, 1-11).
San Juan evangelista, por su parte, coloca el envío del Espíritu Santo la misma tarde del día de Pascua (Jn. 20, 19-23), para darnos a entender que el Espíritu Santo es el don más importante de Cristo Resucitado, el fruto más precioso de su entrega de amor y obediencia al Padre”.
Indica que el Espíritu Santo es el gran regalo que Cristo Resucitado ofrece a la Iglesia, que es fuente de transformación, que hace posible una nueva creación, es principio de purificación y que es el alma de la misión de la Iglesia. “Al entregar el Espíritu Santo, Jesús habla del perdón de los pecados (Jn. 20, 23). Este es otro regalo de la resurrección de Cristo. El Espíritu Santo es fuente de purificación.
Gracias a la acción del Espíritu Santo, la iglesia puede administrar el perdón de los pecados. El Espíritu Santo nos purifica y nos hace santos delante de Dios”, se lee en el documento.
La Arquidiócesis de Xalapa manifiesta que la comunidad cristiana es consciente que la misión de hacer presente a Cristo en el mundo no puede ser posible sin la ayuda del Espíritu Santo y que éste es el alma de la misión de la Iglesia. “Sin el Espíritu Santo no sería posible llevar a cabo la evangelización.
Así como el Padre ha enviado a Cristo al mundo para mostrarnos el rostro de Dios, de igual manera la Iglesia está llamada a hacer presente el rostro de Cristo. ‘Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo’ (Jn. 20, 21)”.Desea la Arquidiócesis que la efusión del Espíritu Santo renueve a todos los bautizados, que los impulse a la misión y haga de todos nuevas criaturas agradables a Dios.