Pasear perros, atender cafeterías los fines de semana y emprender en la venta de dulces, alimentos o productos varios son las pocas alternativas que manifiestan tener universitarios que necesitan trabajar para solventar sus gastos o, al menos, algunos de ellos.
“Cada vez es más difícil trabajar y estudiar, porque hay pocas opciones y porque los horarios de clases están horribles. Ya hubo un semestre que me tocó ir a las 7 de la mañana y luego varias horas libres con la última clase a las ocho de la noche”, dice una alumna de Biología.
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Quienes estudian en escuelas públicas, como la Normal Veracruzana, afirman tener más posibilidades de hacerse de un empleo por contar con un horario corrido, sin embargo, en la Universidad Veracruzana (UV) la situación se complica.
MIEF no ayuda a los estudiantes que necesitan trabajar
Jóvenes que viven en situación vulnerable exponen que el Modelo Educativo Integral y Flexible (MEIF) les impide hacer compromisos laborales a largo plazo; cada semestre se les presenta como un nuevo reto.
“En la casa solo trabaja mi mamá. El dinero no alcanza. En el primer semestre el horario me abarcaba tiempo en la mañana y en la tarde; solo pude trabajar los fines de semana, pero para segundo semestre me salí porque una de las clases era sábado”, dice Fer, un joven de 20 años que halló en la venta de dulces una manera de generar recursos.
Igual que él, Ana, en la Unidad de Artes de la UV; Joel, en Humanidades, y Paty, en Ciencias de la Salud, venden alimentos pero saben que está contra el reglamento.
“Sí está prohibido pero no me dicen nada. En la marcha por la demanda de espacios libres de violencia y discriminación -octubre de 2022-, una de nuestras solicitudes también fue que nos dejaran vender”, expresa Ana.
Otra joven, Paty, además de pequeñas bolsitas de dulces y botanas con costo de 10 pesos, aprendió a hacer pulseras, aretes y collares. Originaria del sur del estado, ella llegó a Xalapa con la idea de trabajar todos los días pero está por inscribirse a uno de los últimos semestres y no ha podido por la incertidumbre del horario escolar.
“Sí estaría lindo que nos dieran permiso de vender a quienes tenemos muchas ganas de estudiar pero poco dinero. Es complicado adaptarse al MEIF en todos los sentidos”, dice Joel, quien elabora y vende collares y dijes.
Meserear siempre es una de las alternativas, declara Carlos, quien ha tenido la suerte de atender en cafeterías de la ciudad, pero solo los fines de semana. Expone que sus compañeros también son estudiantes.
Tras la pandemia por Covid-19, hay quienes afirman que pasear perros es una de las mejores maneras de trabajar, pues es por hora y se ponen de acuerdo con los dueños para tener mayor flexibilidad.
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“Me anuncié en el Insta y rápido me cayeron. Les dije a otros compañeros y ahora ya tenemos un buen extra”, comparte Enrique, quien cobra 70 pesos por la hora de paseo y asegura tener ya varios “amigos perrunos”.
Las personas consultadas no radican en Xalapa, son foráneas y expresan tener las ganas suficientes para continuar sus estudios, a pesar de las dificultades y la que, consideran, “poca empatía de las autoridades educativas” con quienes estudian y trabajan porque no tienen otra alternativa.