Estudios salvaron a joven de irse de migrante a EU; la historia de Alberto

Rituales asociados a ciclos agrícolas en comunidades tienden a desaparecer, señala egresado UV

Carlos Hermida | Colaboración

  · miércoles 10 de agosto de 2022

Jesús Alberto Flores Martínez, egresado de la Licenciatura en Gestión Intercultural para el Desarrollo | Foto: Cortesía UV |

“La Universidad Veracruzana Intercultural (UV-Intercultural) me cambió la vida y gracias a ella no me fui a trabajar como indocumentado a Estados Unidos al terminar la preparatoria”, declaró Jesús Alberto Flores Martínez, egresado de la Licenciatura en Gestión Intercultural para el Desarrollo, de la sede Huasteca de esta entidad académica.

El joven oriundo de la localidad La Esmeralda, municipio de Chicontepec, también cursó la Maestría en Educación para la Interculturalidad y la Sustentabilidad del Instituto de Investigaciones en Educación (IIE) de la UV y actualmente cursa el Doctorado en Desarrollo Rural en la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco.

Compartió que en su imaginario no figuraba la posibilidad de formarse profesionalmente, ya que de todos los miembros de su familia cercana no existe alguien que hubiera cursado la universidad y la mayoría se dedica a labores del campo.

Declaró que la UV-Intercultural marcó incluso su trayectoria posterior, en la que buscó dar continuidad a los temas que había aprendido y se orientó a la investigación de trabajo comunitario rural en los pueblos indígenas.

Alberto Flores participa actualmente dentro del “Calendario de fiestas, rituales y ceremonias de México 2022”, que es organizado por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México con apoyo del Instituto Mexicano de Cinematografía.

La iniciativa tiene por objetivo que jóvenes de 18 a 34 años que colaboren en la planeación y ejecución de las fiestas, rituales y ceremonias de su localidad, las documenten a través de un formato audiovisual o fotográfico. En ella participa con el registro en video del Miltlakualtilistli, rito que las comunidades nahuas de la Huasteca llevan a cabo a fin de agradecer a la tierra cuando brotan y espigan las primeras matas de la milpa.

Incluye una ofrenda compuesta por comida, música, rezos, cantos y danzas, en la que también se pide que las plantas crezcan fuertes y que los animales no se las coman, para que la cosecha sea abundante.

El gestor intercultural puntualizó que la región de la Huasteca es pluriétnica ya que en ella habitan pueblos de distintas culturas (nahua, totonaca y otomí) que comparten algunas costumbres y el calendario agrícola.

Declaró que los fenómenos socioculturales que traen consigo la modernidad y el progreso han hecho que actualmente los rituales, ceremonias y la práctica misma de la milpa en su sentido de policultivo de especies –entre las que están la calabaza, el frijol, y el jitomate– se encuentren en desuso.

“Con la globalización todos los elementos culturales y los rituales asociados a los ciclos agrícolas de las comunidades indígenas corren el riesgo de desaparecer, y con ellos su forma de producir alimentos, ante lo que es fundamental documentarlos y difundirlos para que puedan ser socializados”, manifestó.