Xalapa, Ver.- La familia y la sociedad son dos ambientes propicios para practicar la misericordia que asemeja al ser humano a Dios.
En la familia y la sociedad, refiere este domingo la Arquidiócesis de Xalapa, se encuentran grandes oportunidades para poner en práctica las obras de misericordia corporales: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al forastero, asistir a los enfermos, visitar a los presos y enterrar a los difuntos, así como las obras de misericordia espirituales: dar consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir al que yerra, consolar al triste, perdonar las ofensas, soportar con paciencia los defectos de los demás y orar por los vivos y difuntos.
“La familia es una escuela de valores. Todas las virtudes misericordiosas de un modo o de otro se observan y se transmiten en la familia. No existe familia perfecta, en todas aparecen las dificultades y las adversidades y es ahí donde se necesita la misericordia. La misericordia es la que sostiene a las familias porque en ellas se da de comer, de beber, se nos reviste no sólo de ropa, sino también de muchos valores que nos ayudan a integrarnos en la comunidad humana”, indica el comunicado de este domingo.
El mensaje de este domingo, expresa que la familia es la que acoge a cada ser humano al nacer, la que protege y recibe de muchas maneras; la familia se convierte en un hospital cuando se está enfermo; ella ayuda a sanar las heridas y a superarlas. Es en familia donde se aprende la solidaridad para visitar a los presos y los enfermos, así como a enterrar a los difuntos.
“También en la familia se practican las obras de misericordia de tipo espiritual, como la enseñanza y la corrección; en familia aprendemos el arte de comunicarnos con los demás; ahí se nos ayuda a crecer; se nos ofrece consuelo cuando experimentamos la tristeza; en familia aprendemos a perdonar, a practicar la paciencia y a orar”, manifiesta la Arquidiócesis.
La misericordia salva del aislamiento y de la indiferencia, ayuda al sr humano a ejercitarse en la caridad y en la solidaridad. Que esta fiesta de la misericordia divina, dice la Arquidiócesis, ayude a proyectar con los demás el rostro misericordioso de Dios.