Xalapa, Ver.-No son papel y tampoco tienen letras ni mundos imaginarios, lo que sí tienen es un olor especial y un sabor que las hace inolvidables. Se trata de las palomitas y los algodones de azúcar que cada año hay en la Feria Nacional del Libro Infantil y Juvenil.
Sin importar edad, chicos y grandes hacen largas filas para comer alguna de estas delicias, que ya son una especie de personaje en el encuentro con libros que se realiza en verano en el Colegio Preparatorio de Xalapa, conocido comúnmente como “Prepa Juárez”.
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¿Por qué las palomitas de maíz ya son toda una tradición de la Feria Nacional del Libro Infantil y Juvenil?
Aunque en otras ediciones hay palomitas de queso y con caramelo, en 2024 solo hay de mantequilla, las favoritas de muchas personas que afirman que ir a la feria y no comer palomitas de maíz es como no haber asistido. ¿Pero desde cuándo se escribe esta historia?
El origen se remonta a la década de los 90 del siglo pasado. Habían pasado apenas dos ediciones de la Feria cuando a doña Delfi (Delfina Marcial González), una conocida le sugirió que fuera a la feria a pedir espacio para vender los algodones de azúcar.
Doña Delfi, hoy una mujer de 68 años, recuerda que su esposo, Rafael Ruiz Domínguez, se dedicaba en ese tiempo a andar en las distintas ferias del país con los dulces multicolores.
“Estaba en la Feria de Santa Ana y le comente: ‘Mujer, qué crees que vamos a ir a hacer allá si son puros libros’, me dijo, y yo le contesté que yo sí iba. Me vio tan decidida que a la siguiente semana ya estábamos en la Feria del Libro. Era la tercera edición”, recuerda doña Delfi, como es conocida en la fiesta de los libros más antigua del país.
Por su apoyo, dice recordar con cariño a la gestora cultural Lourdes Hernández Quiñones, quien siempre les dio un trato respetuoso y palabras de aliento, igual que los demás coordinadores que han llegado.
Una peculiaridad de los algodones es que inicialmente los hacían en una máquina construida por el propio Rafael, quien era hijo de un personaje xalapeño, Homero Ruiz, el administrador del acuario que funcionó en el parque Juárez, en el centro de la ciudad, en el siglo pasado.
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Los Ruiz fueron de las primeras familias en el país en dedicarse a la venta de las golosinas cuya historia oficial se remonta a 1897, cuando William Morrison y John C. Wharton crearon la primera máquina para la elaboración de la “seda de hadas” y la presentaron en una feria europea en 1900.
Para 1921, Joseph Lascaux creó una nueva máquina, la patentó y dijo que era para la elaboración de “algodón de azúcar”. Este dulce es considerado el más popular de todo el mundo y hasta tiene un día especial para su celebración, el 7 de diciembre.
Estas “bolas” de azúcar en colores pastel le permitieron a don Rafael ser reconocido como una figura clave en la FNLyJ, en la 25a edición. Aunque ahora él ya no está, resguardan su memoria sus hijos, sus nietos y su esposa. También su nuera, Julia Roxana García.
Julia rememora que hace seis años, propusieron incluir las palomitas y la sugerencia fue aceptada. “Ha sido un rotundo éxito”, declara rodeada de granos de maíz y bolsas de papel de distintos tamaños.
Y es que hay palomitas desde los 15 hasta los 40 pesos. Aunque también hay nachos y papas, las palomitas no tienen competencia: “Es lo que todos quieren”, expresa Julia, quien afirma sentir una gran satisfacción por llegar los días de feria y colocarse en la planta baja de la “Prepa Juárez” para recibir a quienes ya “son clientes” y los que se sumarán a la lista.
Julia, doña Delfi y sus nietos, Kevin Gerardo y Alan Osvaldo, de 17 y 12 años, dicen ser felices en la Feria de la Secretaría de Cultura de Veracruz. Mientras les sigan dando la oportunidad de vender, afirman que estarán cada verano para beneplácito de niños y niñas, desde recién nacidos hasta los de más de cien años.
