/ jueves 15 de noviembre de 2018

Fue como un bombazo, dicen locatarios del Jáuregui

Momentos de incertidumbre vivieron comerciantes durante el incendio del mercado

XALAPA, Ver.- En los pasillos del Mercado Jáuregui de Xalapa se percibe el olor a quemado. Las paredes y techo chamuscado dan cuenta del incendio que afectó de manera parcial este lugar el martes pasado, poco antes de las cuatro de la tarde.

Aunque cientos de locatarios han regresado a sus negocios e intentan realizar su vida normal, lo cierto es que la falta de energía eléctrica, las bajas ventas y la curiosidad de xalapeños que se acerca a preguntar por el incendio hacen imposible olvidar el incidente que consumió 22 negocios y dejó al menos 8 más con afectaciones.

Para muchos vendedores su vida entera ha pasado entre los puestos por lo que hoy sufren al recordar que en un instante pudieron quedarse sin su patrimonio y sus recuerdos. “Es muy triste, fue horrible vivir esa experiencia. Ahorita entramos y me da tristeza ver cómo ha quedado” asegura Petra Mejía quien durante 32 años trabajado en este mercado vendiendo pollo crudo.

Instalada en una mesa de plástico provisional en la banqueta de la calle Revolución, la mujer recuerda que el incendio comenzó con una explosión “como de una bomba” y se propagó rápidamente por los locales más cercanos por lo que no tuvo tiempo de salvar mercancía, utensilios de trabajo ni sus cosas personales antes de que el fuego los alcanzara. “Entramos ese mismo día ya muy noche pero solo para sacar la mercancía quemada y botarla pero le damos gracias a Dios que estamos bien. Vivimos para contarla”, explica.

Asegura que entre la tragedia se dio cuenta de las amistades que ha forjado en más de tres décadas que tiene como comerciante ya que desde el incendio a la fecha ha recibido llamadas telefónicas y visitas de muchos clientes que la buscan para asegurarse que está bien. “Desde el mismo instante muchos clientes me han buscado para saber que estoy bien. Uno piensa que uno no es nadie, es solo alguien que está ahí vendiendo pero cuando pasan estas cosas te das cuenta que la gente te ubica, te busca y te aprecia”, señaló.

EL MERCADO, UN PADRE: ISABELO

Al otro lado del punto en el que inició el fuego, sobre la calle Tamborrel, Isabelo Beatriz asegura que el día del incendio no escuchó nada extraño sino que comenzó a ver gente corriendo despavorida gritando que había un incendio y espantados por el humo. Fue ahí cuando tomó la decisión de cerrar lo más que pudo el negocio, empacar algunas rejas de fruta y atravesarse al otro lado de la calle a esperar.

Entrevistado mientras ofrece y despacha mandarinas, guanábanas y papayas, el locatario asegura que vivió momento de incertidumbre y por momentos creyó que iba a perder el espacio en el que nació, creció y ahora trabaja de tiempo completo.

“Yo aquí me estoy haciendo viejo, aquí nací, me crió mi jefecita que en paz descanse y llevo 49 años de estar laborando aquí y 49 años de edad porque desde que nací me trajeron”, apunta.

Para él, el mercado Jáuregui fue un padre ya le proporcionó el sustento diario gracias al trabajo ininterrumpido de su madre y una vez muerta, él se quedó a cargo del negocio familiar por lo que el incendio estuvo a punto de acabar no solo con su fuente de empleo sino también con los recuerdos familiares. “Tengo una historia aquí en esta esquina, aquí nos levantó la jefecita. Mi madre me decía que el mercado era mi padre porque nos daba de comer. ¿Cómo no vamos a querer eso?”, expuso.

A OSCURAS Y CASI SIN CLIENTES

Al interior del mercado, los locatarios que no sufrieron pérdidas por el incendio si las están teniendo por las bajas ventas que registraron durante medio día del miércoles y ayer jueves.

Con lámparas en la cabeza o en las manos, los puestos de semillas, frutas, verduras, hierbas, flores y bisuterías atienden a los clientes que poco a poco van llegando movidos por la costumbre o la curiosidad. “Estamos trabajando casi a oscuras, con las básculas de antes y estamos trabajando las horas que nos dure la luz natural” asegura Honorio Hernández, del negocio de semillas y abarrotes “Capricornio”.

Aunque el mercado cierra de manera normal a las ocho de la noche, ayer y antier tuvieron que bajar las cortinas poco después de las 5 de la tarde ya que mientras no se lleven a cabo los peritajes no pueden tener energía eléctrica.

Ubicado a dos pasillos del final del fuego, el joven locatario asegura que el día del incendio lo primero que notó fue a la gente corriendo por todos lados y después escuchó un “boom” ligero que le hizo alertarse y salir corriendo. “En el momento no sabes qué hacer y no sabes qué está pasando. En estos días poco a poco nos está cayendo el 20 de lo que pudo haber pasado si el incendio no se controlaba”.

Honorio Hernández indicó que aunque en su negocio no sufrió pérdidas por el fuego, si teme por los productos que tiene en refrigeradores ya que no tienen energía y aunque algunas cosas las trasladó fuera del mercado, otras aún permanecen ahí. “El clima nos ayuda todavía. Las cosas de mucho cuidado nos los llevamos fuera de aquí y lo demás ahí sigue”, explicó.

UNA BOMBA DE TIEMPO

Después del susto, algunos comerciantes comienzan a señalar a culpables del incendio, ya que, aseguran, había negocios de comida en la zona siniestrada que tenían los tanques de gas expuestos y sin las medidas de seguridad. Dieron a conocer que aunque en más de una ocasión se había señalado ese problema no se había atendido.

De manera anónima dieron a conocer que se trataba de una irregularidad a todas luces conocida, ya que el resto de los negocios que requiere de gas para operar contaban con instalaciones de gas estacionario en el techo del inmueble a fin de evitar un incendio, no así el negocio que estalló.

Por ello hicieron un llamado a las autoridades de Protección Civil a revisar de manera puntual que cada una de las instalaciones estén operando de manera segura ya que lo que comenzó como una negligencia pudo convertirse en la ruina económica de cientos de familias que dependen del mercado Jáuregui.

XALAPA, Ver.- En los pasillos del Mercado Jáuregui de Xalapa se percibe el olor a quemado. Las paredes y techo chamuscado dan cuenta del incendio que afectó de manera parcial este lugar el martes pasado, poco antes de las cuatro de la tarde.

Aunque cientos de locatarios han regresado a sus negocios e intentan realizar su vida normal, lo cierto es que la falta de energía eléctrica, las bajas ventas y la curiosidad de xalapeños que se acerca a preguntar por el incendio hacen imposible olvidar el incidente que consumió 22 negocios y dejó al menos 8 más con afectaciones.

Para muchos vendedores su vida entera ha pasado entre los puestos por lo que hoy sufren al recordar que en un instante pudieron quedarse sin su patrimonio y sus recuerdos. “Es muy triste, fue horrible vivir esa experiencia. Ahorita entramos y me da tristeza ver cómo ha quedado” asegura Petra Mejía quien durante 32 años trabajado en este mercado vendiendo pollo crudo.

Instalada en una mesa de plástico provisional en la banqueta de la calle Revolución, la mujer recuerda que el incendio comenzó con una explosión “como de una bomba” y se propagó rápidamente por los locales más cercanos por lo que no tuvo tiempo de salvar mercancía, utensilios de trabajo ni sus cosas personales antes de que el fuego los alcanzara. “Entramos ese mismo día ya muy noche pero solo para sacar la mercancía quemada y botarla pero le damos gracias a Dios que estamos bien. Vivimos para contarla”, explica.

Asegura que entre la tragedia se dio cuenta de las amistades que ha forjado en más de tres décadas que tiene como comerciante ya que desde el incendio a la fecha ha recibido llamadas telefónicas y visitas de muchos clientes que la buscan para asegurarse que está bien. “Desde el mismo instante muchos clientes me han buscado para saber que estoy bien. Uno piensa que uno no es nadie, es solo alguien que está ahí vendiendo pero cuando pasan estas cosas te das cuenta que la gente te ubica, te busca y te aprecia”, señaló.

EL MERCADO, UN PADRE: ISABELO

Al otro lado del punto en el que inició el fuego, sobre la calle Tamborrel, Isabelo Beatriz asegura que el día del incendio no escuchó nada extraño sino que comenzó a ver gente corriendo despavorida gritando que había un incendio y espantados por el humo. Fue ahí cuando tomó la decisión de cerrar lo más que pudo el negocio, empacar algunas rejas de fruta y atravesarse al otro lado de la calle a esperar.

Entrevistado mientras ofrece y despacha mandarinas, guanábanas y papayas, el locatario asegura que vivió momento de incertidumbre y por momentos creyó que iba a perder el espacio en el que nació, creció y ahora trabaja de tiempo completo.

“Yo aquí me estoy haciendo viejo, aquí nací, me crió mi jefecita que en paz descanse y llevo 49 años de estar laborando aquí y 49 años de edad porque desde que nací me trajeron”, apunta.

Para él, el mercado Jáuregui fue un padre ya le proporcionó el sustento diario gracias al trabajo ininterrumpido de su madre y una vez muerta, él se quedó a cargo del negocio familiar por lo que el incendio estuvo a punto de acabar no solo con su fuente de empleo sino también con los recuerdos familiares. “Tengo una historia aquí en esta esquina, aquí nos levantó la jefecita. Mi madre me decía que el mercado era mi padre porque nos daba de comer. ¿Cómo no vamos a querer eso?”, expuso.

A OSCURAS Y CASI SIN CLIENTES

Al interior del mercado, los locatarios que no sufrieron pérdidas por el incendio si las están teniendo por las bajas ventas que registraron durante medio día del miércoles y ayer jueves.

Con lámparas en la cabeza o en las manos, los puestos de semillas, frutas, verduras, hierbas, flores y bisuterías atienden a los clientes que poco a poco van llegando movidos por la costumbre o la curiosidad. “Estamos trabajando casi a oscuras, con las básculas de antes y estamos trabajando las horas que nos dure la luz natural” asegura Honorio Hernández, del negocio de semillas y abarrotes “Capricornio”.

Aunque el mercado cierra de manera normal a las ocho de la noche, ayer y antier tuvieron que bajar las cortinas poco después de las 5 de la tarde ya que mientras no se lleven a cabo los peritajes no pueden tener energía eléctrica.

Ubicado a dos pasillos del final del fuego, el joven locatario asegura que el día del incendio lo primero que notó fue a la gente corriendo por todos lados y después escuchó un “boom” ligero que le hizo alertarse y salir corriendo. “En el momento no sabes qué hacer y no sabes qué está pasando. En estos días poco a poco nos está cayendo el 20 de lo que pudo haber pasado si el incendio no se controlaba”.

Honorio Hernández indicó que aunque en su negocio no sufrió pérdidas por el fuego, si teme por los productos que tiene en refrigeradores ya que no tienen energía y aunque algunas cosas las trasladó fuera del mercado, otras aún permanecen ahí. “El clima nos ayuda todavía. Las cosas de mucho cuidado nos los llevamos fuera de aquí y lo demás ahí sigue”, explicó.

UNA BOMBA DE TIEMPO

Después del susto, algunos comerciantes comienzan a señalar a culpables del incendio, ya que, aseguran, había negocios de comida en la zona siniestrada que tenían los tanques de gas expuestos y sin las medidas de seguridad. Dieron a conocer que aunque en más de una ocasión se había señalado ese problema no se había atendido.

De manera anónima dieron a conocer que se trataba de una irregularidad a todas luces conocida, ya que el resto de los negocios que requiere de gas para operar contaban con instalaciones de gas estacionario en el techo del inmueble a fin de evitar un incendio, no así el negocio que estalló.

Por ello hicieron un llamado a las autoridades de Protección Civil a revisar de manera puntual que cada una de las instalaciones estén operando de manera segura ya que lo que comenzó como una negligencia pudo convertirse en la ruina económica de cientos de familias que dependen del mercado Jáuregui.

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