I . Cada año, como en una liturgia sagrada, Guillermo aparecía en la plaza Lerdo de Xalapa para protestar o declararse en huelga de hambre, argumentando alguna injusticia “del sistema”, “del mundo”, “de los neoliberales”, en su contra.
Aunque toda su vida había trabajado en el “sistema”, como profesor egresado de dos Escuelas Normales y de la Facultad de Pedagogía de la UV —eso decía—, lo suyo era protestar en contra del “sistema”, porque siempre le traía jugosos beneficios económicos. Además, presumía que él era un sobreviviente del movimiento del 68 y de la guerrilla chiapaneca.
Antes de salir de casa, el pasado jueves 26 de marzo de 2020, Guillermo se acomodó los lentes, se ajustó una gorra en la cabeza y frente al espejo, repitió y gesticuló, como el viejo Hitler, el mensaje preparado para ese día. Sabía que la memoria es flaca y que su mejor actuación le daría una destacada nota periodística.
“A los medios les interesan las víctimas, las injusticias”, se repitió, cuando cruzó el umbral de la sala, en donde destacaba un gran televisor de nueva tecnología, fruto de la manifestación del año pasado, lunes 3 de junio de 2019.
El anterior aparato, de 55 pulgadas, se lo había llevado al empeño, a pesar de la protesta de su esposa, porque necesitaba cubrir gastos del apoyo que según él le había dado al entonces candidato Cuitláhuac García Jiménez, en el distrito de Coatepec. Al menos eso fue lo que le dijo en la manifestación y huelga de hambre del lunes 17 de diciembre de 2018 al reportero Pablo Ambrosio.
II
La de este jueves, era su séptima manifestación. Las dos primeras, del 2014 y 2015, fueron muy buenas, contaba. Luego apareció el lunes 27 de junio de 2016 exigiendo al entonces gobernador Javier Duarte el pago de un bono anual que supuestamente le debían.
Apareció la mañana del lunes 28 de agosto de 2017, para pedir a Miguel Ángel Yunes solución a los conflictos del IPE y al fiscal Jorge Winckler que explicara por qué estaban detenidas las denuncias en contra del exgobernador Duarte de Ochoa.
Se plantó el lunes 17 de diciembre de 2018 en huelga de hambre, exigiendo al ya gobernador Cuitláhuac García la cantidad de cien mil pesos que, decía, había invertido en su campaña gubernamental.
Y luego el lunes 3 de junio de 2019, anunciando una huelga de hambre o suicidio de protesta en contra del Gobierno del Estado, exigiendo una plaza en el sector educativo, como pago al supuesto trabajo que realizó en la campaña del mandatario veracruzano.
III
Pero la actuación no era su única debilidad. Como empleado del Ayuntamiento capitalino, a Guillermo le gustaba acosar a jovencitas. Un día, emocionado, escribió una carta, de su puño y letra, para pedirle a una chica que si aceptaba tener una relación amorosa con él, le ayudaría en sus problemas económicos y le heredaría la pensión de “30 mil 58 pesos mensuales que le asegurarían su futuro y el de sus hijas”, escribió.
Ordenado y disciplinado como había sido toda su vida, don Memo redactó 12 puntos en esta elocuente declaración de amor, mostrando siempre su generosidad y su desprecio al “gobierno”, al “sistema”.
“Durante unos cuantos años he buscado a una mujer para entablar una hermosa relación y dejarle mi pensión cuando parta de este mundo, pues no quiero que se pierda o se la quede el gobierno”, asentó en la misiva firmada el 29 de diciembre de 2017.
Entre los puntos, destacaba: “Que usted ponga las condiciones que guste en una relación que se llevará como usted diga. Le daría todo mi respeto a usted y a sus hijas. Si usted ve con el tiempo que no le agrada, la cortamos y nada pasó. La intención es que sea usted la que herede los 30 mil 58 pesos mensuales que le asegurarán su futuro y el de sus hijas”.
Añadía: “No tema, no soy una persona mala, soy muy respetuoso y educado y jamás les faltaría al respeto. Sólo le pido me dé la oportunidad de ganarme con hechos su cariño y el de sus hijas. Todas mis promesas serán cumplidas al pie de la letra. Acepte que un día de la próxima semana vayamos a comer juntos, al lugar que le guste”.
IV
En la plaza Lerdo, el jueves 26, Guillermo se plantó, firme, erguido, orgulloso y dijo: “El año pasado se me contrató para trabajar en la Subdirección de Educación. A finales de septiembre, se me acusa de acoso sexual. Totalmente absurdo. De eso me acusaron pero no me lo comprobaron”.
Le dieron 15 mil pesos, pero exigió más. Al caer la tarde, el buen Guillermo levantó su huelga de hambre y se fue a Coatepec a disfrutar de unos deliciosos mariscos, a pesar de la cuarentena por el Covid-19.
Ahí, mientras saboreaba un vuelve a la vida con abundantes ostiones, porque era creyente de los afrodisiacos, empezó a planear su protesta para el 2021. No sabía si saldría vivo de la pandemia mundial, pero él ya tenía planes para el siguiente año, porque al tiempo, darle prisa.