“Yo no engaño al lector”, asegura el veracruzano Miguel Valera Hernández, autor de los “Relatos Dominicales” que aparecen en Diario de Xalapa y que han alcanzado un éxito inusitado.
Observador acucioso de la realidad y atento escucha, el periodista y escritor comparte historias que despiertan un sinfín de emociones, pero también, en algunas personas, la pregunta de si lo que cuenta es realidad o ficción.
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Filósofo, maestro en Literatura Mexicana y formado inicialmente como seminarista, Miguel Valera revela que sus entregas tienen distintos orígenes y pulsiones.
Algunas provienen de testimonios, otras de experiencias personales y unas más de la recreación de sus lecturas predilectas. También están aquellas cuya base son sucesos reales que lo sacuden. Y sí, también las hay con tintes de literatura fantástica.
Uno de sus textos más leídos es el protagonizado por René, quien vivió un milagro a bordo de un autobús de ADO, donde hubo un asalto y él salió bien librado con el dinero requerido para la cirugía de su esposa. Es algo real, un testimonio, asegura quien busca crear atmósferas atractivas.
A solo unos días de que se cumpla el segundo aniversario de “Relatos Dominicales”, el nativo de Paso Ovejas comparte en entrevista su pasión por leer, imaginar, escribir y, al mismo tiempo, hacer que otros imaginen y se despierte en ellos el gusto por las letras.
Por eso a la hora de crear no hay temas favoritos, porque está consciente de la diversidad de intereses tanto personales como de quienes leen sus escritos. Así, habrá un domingo dedicado a la vulnerabilidad, otro con base en alguna tragedia o, por qué no, uno fantasioso con personajes increíbles.
“La realidad ofrece muchos temas”, expresa quien ha sido becario de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano y también aspirante a cura. No es casual que en sus relatos hable de fe, de milagros o de sus propias vivencias en esta etapa de su vida.
De aquellos años queda el afecto por ciertos volúmenes, como la trilogía La saga de Citeaux, compuesta por Tres monjes rebeldes; La familia que alcanzó a Cristo o Incienso quemado, por mencionar algunos.
Para Miguel Valera, los libros, la memoria y la vida misma son complemento de su faceta periodística, donde dice haber aprendido a escuchar y mirar distinto, más allá de la primera capa.
Y es que ejerce el periodismo desde 1998. Ha sido reportero, coordinador de información, corresponsal, coordinador de reportajes especiales y ganador de premios estatales de periodismo. También ha laborado en la función pública y es, por sobre todas las cosas, un ser humano afecto al contacto con los otros, ya sea a través del diálogo o mediante sus propios relatos.