La venta de leche envasada o industrializada ha provocado que el oficio de repartidor de leche esté a punto de desaparecer, dice Eugenio Acosta Hernández, quien se dedica a esa actividad.
Además, señala que la mayoría de la leche procesada en realidad es una fórmula láctea, que no se compara con la calidad de la leche bronca obtenida en el campo.
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¿Cuántos años lleva don Eugenio dedicado a la venta de leche?
Sin embargo, ante la preferencia por la leche envasada, que puede obtenerse en tiendas y supermercados, quedan pocos repartidores, de aquellos que van de casa en casa con sus recipientes repletos del lácteo y su medidor de litro.
"Antes había lecheros que salían desde temprano de Rancho Viejo, La Joya, Acatlán, Tonayán, Tlacolulan y toda esa zona lechera, pero ya casi no hay, quedamos muy pocos", señala.
Desde hace 54 años, Eugenio se gana la vida con la venta de leche que él mismo ordeña en el poblado Rancho Viejo, del municipio de Tlalnelhuayocan.
Además, a través de la venta de leche pudo darles estudios a sus cuatro hijos, dos de ellos ingenieros y los otros dos administradores de empresas.
Sin embargo, con el paso del tiempo su clientela ha disminuido notablemente, pues ahora la mayoría de los consumidores prefiere comprar fórmulas industrializadas que, según él, no son tan buenas como la leche natural.
Incluso, advierte que la publicidad que se realiza para promocionar la leche industrializada hace de todo para hacer creer que es de excelente calidad, cuando en realidad, manifiesta, la mejor es la que se obtiene en el campo, directamente de la vaca.
Anteriormente, Eugenio vendía al menos 250 litros de leche bronca por día entre clientes de Tlalnelhuayocan y de Xalapa, en comparación de los apenas 30 litros que logra vender diariamente de casa en casa.
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El litro de leche lo da en 15 pesos, lo que representa una amplia diferencia en comparación de la leche industrializada o envasada, que puede encontrarse en aproximadamente 24 pesos, según sea la marca y el lugar en donde se venda.
También sostiene que aquellos que prefieren la leche bronca son personas mayores, posiblemente por tradición, pues los jóvenes se inclinan más por la envasada, motivados por la publicidad de grandes empresas.