De la comunidad de Pacho Viejo llega todas las mañanas a los alrededores del mercado Los Sauces, doña Alicia Mendoza Ronzón; ella lleva muchos años acudiendo a este sitio a vender fruta de temporada, ahora trae plátanos, ajos y algunas plantas que cultiva en su huerto.
Alegre y optimista, pese a las preocupaciones diarias, relata que lleva una vida de trabajo, “siempre he vendido antojitos en mi comunidad, con eso saqué adelante a mis cuatro hijos cuando mi esposo se fue”.
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A sus 64 años, comenta que a lo largo de su vida el comercio de distintos alimentos y frutas ha sido una opción para obtener ingresos para sostener a su familia.
¿Cómo llega a Xalapa doña Alicia?
En este momento, que ya no tengo tantas obligaciones porque a mis hijos ya los saqué adelante, llega cada día llega como a las 11 de la mañana al pasillo exterior de mencionado mercado, “me trae un taxi que me cobra 40 pesos por dejarme aquí con la mercancía que vendo y pues hay días que solo saco para el transporte, pero en otros me va bien y me llevo mis pesos”.
Sentada sobre una reja, comenta que vende bien sus ajos y plátanos que compra en Pacho Viejo, “mucha gente me busca porque son criollos y son madurados de forma natural, no son como los que fuerzan para que se maduren rápido para venderlos y cambian su sabor”.
De los precios, dice que todos los días cambian, porque también a ella le suben el costo de un racimo que compra en las fincas de su comunidad y los lleva a su casa para que se maduren a su tiempo. "Pero en promedio puede darlos de entre 15 y 25 pesos, todo depende de acuerdo al tamaño”.
De los ajos, comenta que los compra por kilogramo y los vende a sus clientas por pieza, “hago bolsitas de dientes de ajo y los vendo así o por manojo, es como cada quien necesite”.
Algunos días, dice doña Alicia también trae algunos dulces y plantas que cultiva en su huerto “por si se venden y pues la verdad si salen, hay que buscarle y yo me considero una mujer trabajadora, toda la vida he salido adelante, así que no veo por qué ahora no podré, mientras pueda venir aquí estaré”.
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Recuerda que desde que era una niña ayudaba a su mamá en sus ventas de alimentos. Después me casé y me fue mal y tuve que sacar adelante a mis hijos, “así que trabajar vendiendo antojitos fue una buena opción aunque es una labor cansada que lleva muchas horas diarias, por eso ahora vengo aquí a vender y me va bien”.
Explica que para las mujeres la vida es más dura, porque hay que esforzarse todos los días para salir adelante, “pero creo que si nos gusta trabajar salimos adelante a cualquier problema que se nos ponga enfrente", dijo.