Alrededor de 16 años don Hermenegildo García Flores ha vendido productos como cortauñas, calcomanías, encendedores, peinetas y llaveros sobre la banqueta de Úrsulo Galván. “La necesidad lo llevó a ser comerciante en las calles de Xalapa”.
Sabedor de que carece de estudios para hallar un empleo formal encontró en el comercio informal la forma de subsistir y mantener a su familia; “mi infancia fue tan pobre que no tuve la oportunidad de asistir a la escuela, porque desde pequeño tuve que salir a la calle para trabajar en lo que me cayera, me hubiera gustado tener alguna oportunidad de superar mis condiciones, pero ahora ya no me quejo, trabajo para mejorar”, expresa.
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El comercio, comenta, es una actividad que es generosa y desde pequeño se dio cuenta de que era algo que le gustaba y que podría realizar, pese a que no era un hombre que tuvo pocas opciones para superar la pobreza de la infancia.
Recuerda con tristeza, que no tuvo padres, que su abuela lo sacó adelante como pudo, “ella me enseñó a vender, con ella recorría las calles para ofrecer a los clientes diversas verduras, pero ella falleció y yo me quedé solo”.
¿Qué otros productos ofrece don Hermenegildo?
Su comercio es cambiante, comenta que vende lo que se ofrece por temporada, “pero ahora he visto que se llevan mucho los productos para perros como ropa, cadenas y cepillos, pero también vendo lupas, rastrillos, navajas, peines, desarmadores, cortauñas, pinzas, alicates, tijeras y llaveros, con lo que me cae voy comprando más y no me quejo”.
Como todos los negocios, explica que tiene ventas bajas, “pero hay días más o menos, ya los buenos parece que quedaron atrás, pero los regulares ya los considero como buenos”.
Con una sonrisa dibujada en el rostro adusto, dice que hay que poner buena cara a los días malos, “porque hay días en que no se vende nada, pero el secreto es no dejar de abrir el negocio porque ya vendrá una temporada en la que se recupera uno”.
Tras más de 16 años en la misma calle, en el mismo rumbo, comenta que tiene algunos clientes que lo buscan y le compran sus productos, pero la gran mayoría son personas que van pasando y se acuerdan que necesitan alguno de sus productos.
Los productos que vende los va a comprar a la Ciudad de México, “porque así encuentro los mejores precios y como ya tengo un distribuidor, pues me los mandan por paquetería cuando no tengo para ir por ellos. Las cosas han cambiado y ahora ya te mandan todo por paquetería”.
El único día que descansa de la venta es el sábado, ese día lo utiliza para descansar.
Don Hermenegildo comenta que es un hombre agradecido con el comercio, “porque aunque es un ingreso modestos, la actividad le permite conocer personas distintas cada día y ser alguien mejor para enfrentar los días malos”.