En Zongolica las comunidades indígenas guardan secretos antiguos y sus jóvenes son depositarios de estos saberes que, debido a la modernidad, se van perdiendo. Por ello el docente y doctor en Ciencias, Julio Díaz José, da clases en el Instituto Tecnológico de Zongolica, para impulsar a los jóvenes a conocer y rescatar el conocimiento de su entorno.
Además de impartir las materias Taller de investigación y Diagnósticos comunitarios a estudiantes de Ingeniería en Desarrollo Comunitario, Díaz José también impulsa a sus alumnos a que realicen proyectos científicos, el más reciente fue un relacionado con el rescate de los quelites.
PROYECTOS QUE TRASCIENDEN
“El proyecto está relacionado con recursos bioculturales. Es decir, esos recursos que coexisten con el hombre y que evolucionan a la par y donde la cultura juega un rol muy importante. Uno de esos recursos son los quelites”, indicó el también miembro del Sistema Nacional de Investigadores de Conacyt.
Agregó que “México es el pueblo del maíz y los quelites; sólo que los segundos los hemos dejado de consumir, pero entonces en las comunidades indígenas aún son muy importantes para la alimentación de las familias a pesar de que ha disminuido su consumo. Los chicos investigaron el consumo de quelites en la sierra de Zongolica e identificaron que se consumen 17 especies de quelites en la región; en la ciudad sólo conocemos una o dos especies”.
La investigación sobre los quelites fue realizada por los estudiantes Jaime Tepole Pérez, Griselda Tzitzihua Colohua y Emiliano Colohua Nezahuale, donde él fungió como asesor e impulsor; este proyecto les valió ganar el primer lugar en la categoría Ciencias Sociales en la Feria de Ciencias e Ingeniería (Fenaci), del Conacyt, en 2016, a nivel nacional, con lo que obtuvieron una invitación para participar en la Feria de Ciencias de Medellín, en Colombia, donde recibieron el reconocimiento “Al mejor proyecto invitado”.
Díaz José compartió que para él participar en este proyecto con los jóvenes fue muy enriquecedor, sobre todo “porque el impacto de la investigación se refleja cuando se transforma la vida de las personas para bien”.
RESCATE DEL QUELITE
Retomar el consumo del quelite tiene connotaciones tanto culturales como nutricionales, se trata, primero, de “valorar los recursos que hay para la alimentación y por otro lado atender el problema del incremento de enfermedades no transmisibles que la Organización Mundial de la Salud (OMS) reporta como la principal causa de muerte no sólo en México sino en el mundo; hablamos de obesidad, diabetes, cáncer y todo ello debido a la transición nutricional que hemos enfrentado en los últimos años con dietas basadas en altos contenidos de grasas y azúcares”.
Señaló que las comunidades indígenas no escapan de esta nueva tendencia en el consumo de productos altamente procesados o considerados “chatarra”, lo que también se refleja en el aumento de padecimientos de este tipo en la zona.
Por tanto, volver a lo natural es una apuesta a mejorar la salud de la población. “El conocimiento tradicional juega un papel muy importante en el rescate de estas especies. Particularmente el conocimiento indígena”, indicó el docente.
Además de ello está la riqueza cultural. “A las plantas se les conoce por un nombre en náhuatl asociado a la forma, sabor u olor. Por ejemplo Michkilitl viene del náhuatl Michi que significa pescado, y se le llama así a ese tipo de quelite porque cuando se come sabe a pescado, y así el resto de las plantas. Pero además la forma de preparar los alimentos y los quelites, en específico, en la cocina, forman parte de la cultura”.
EXPERIENCIAS QUE TRANSFORMAN
Díaz José explicó cómo ha cambiado la ciencia a sus alumnos. “Cuando un joven se involucra en un proyecto de investigación desarrolla otras habilidades que le permiten lograr una carrera exitosa en el futuro; pierde muchos miedos, se motiva a seguir preparándose, se involucra en apoyar los problemas de su comunidad y desea llegar más alto”.
Pero si hacer ciencia en la ciudad es complejo, en la sierra, en la comunidad, el reto es aún mayor, “es enfrentarse a escasa infraestructura, limitantes en la comunicación, dificultad para nivelar a los estudiantes, a veces la percepción de otras instituciones de que lo que tú haces no compite con las grandes universidades. Una forma de superarlo es a través de alianzas con otros investigadores e instituciones, tanto en México como en otras partes del mundo, quienes muestran interés de la inmensa riqueza que tienen nuestras comunidades indígenas”.
Para los jóvenes estudiar y dedicarse a investigar implica romper con diversas barreras; su ventaja, dice el docente, es “que se vive con la realidad y limitantes de cerca; en general muchos jóvenes de hoy están interesados en lo que pasa a su alrededor, en temas como la pobreza, la degradación del medio ambiente, el rol de las nuevas tecnologías en sus vidas, el desarrollo de alternativas de negocio, entre otras”.
APOSTARLE A LA CIENCIA
Díaz José señala convencido que “apostarle a la ciencia ha sido y será la única forma de transformar nuestra sociedad y nuestro país en un mejor lugar para vivir; los jóvenes deben involucrarse en esa transformación y los docentes jugamos un papel muy importante para motivarlos”.
Explicó que hay que quitar la idea de que la ciencia es abstracta, sino que está al alcance de todos, “obviamente existen fenómenos más complejos que requieren de una mayor especialización, pero todos somos capaces de aportar algo al conocimiento desde donde nos encontremos”.
Desde su experiencia, una forma de dar mayores oportunidades a los estudiantes de zonas rurales es fomentar más las acciones para el desarrollo de capacidades científicas, incentivar mejor a los docentes que involucran a alumnos en proyectos de investigación y organizar ferias y eventos que garanticen el rigor científico.
Díaz José también es becario de la Plataforma Intergubernamental para la Biodiversidad y los Servicios Ecosistémicos (IPBES) y aunque lleva poco tiempo en la docencia nos dice que ha encontrado en enseñar otra de sus pasiones.