Córdoba, Ver.- El miedo a enfermarse, morir, tener ansiedad, sentirse enfermos sin estarlo, tomar medicamentos varios para controlarse son algunos de los síntomas que los enfermos psicosomáticos llegan a presentar inclusive desde jóvenes; Jacob, Clarita y Rosa María nos cuentan sus experiencias en este tema y las afectaciones que esto les trajo en su vida personal, emocional y laboral.
En sus testimonios llegaron a pensar en que iban a morir por enfermedades que no tenían, pues los problemas emocionales y psicológicos con los que fueron diagnosticados tiempo después afectaba su vida familiar y personal, actualmente reciben terapia en Neuróticos Anónimos “Buen Voluntad”, sin saber que eran víctimas de las enfermedades psicosomáticas lograron salir adelante.
En el caso de Jacob, recordó que desde joven tenía sensaciones físicas que le provocaba miedo y a los 15 años decía tener arritmias cardiacas sin saber a ciencia cierta lo que esto significaba, inclusive llegó a pensar que tenía microinfartos de los cuales no se daba cuenta.
Narró que tuvo acciones de mal juicio cuando era adolescente y que lo que le pasaba lo “tenía merecido” entre estos aspecto el morir. Se sometió a estudios y estuvo 3 veces en un hospital donde los electrocardiogramas y análisis de sangre salían bien.
“Actualmente con el simple hecho que mis compañeros me digan que no va a pasar nada todo esta bien , me calma, lo que antes no podía”.
Otro testimonio fue Clarita a quien los exámenes, problemas emocionales con su pareja sentimental le causaron desmayos, vómitos e inclusive dolores de cabeza tan fuertes que pensaba que la solución era golpearse contra la pared.
“Cuando tenía exámenes, tenía miedo, me sentía mal. De hecho se desmayaba en momentos e incluso me llegué a hacer del uno en la clase, por más que estudiaba pero no podía presentar exámenes por miedo”.
Clarita contó que ver a sus papás pelear y a su padre agredir a su mamá le afectaba; cuando se empezó a sentir mal en su momento fue dada con un mal diagnóstico del “pequeño mal” y llegó a ingerir medicamentos para algo que no padecía.
Hubo un momento en el que llegó a las instalaciones de Cruz Roja, siendo ella joven pues había peleado con su pareja en ese momento lo que desencadenó hábitos somáticos más grandes.
Afectó su labor como enfermera pues el tratar con personas que padecen de infartos, cáncer en sus variedades y otras enfermedades hacían que su mente fuera más allá de su realidad ”si oía los síntomas de un infarto como el dolor en brazo izquierdo y problemas para respirar decía que yo lo tenia y me empezaba a sentir mal, si les dolía el pecho o la boca del estómago por razones de una verdadera enfermedad estando yo de salud bien contaba lo tenía y mi miedo se hizo más fuerte”.
Llegándole a pagar a sus compañeras para que la cubrieran en turnos supo que algo no andaba bien en ella, pues se realizó estudios, tomo medicamentos e inclusive acudió con brujos blancos y negros para aliviar su mal, “si a mi me hubieran dicho ponte de cabeza y te sentirás mejor, lo haría”.
Entrando al grupo de Buena Voluntad de Neuróticos Anónimos sintió paz al saber que más personas sentían lo que ella respecto a las enfermedades varias y estas pláticas le ayudaron a no perder su empleo.
Finalmente, Rosa María, el tercer testimonio referente a las enfermedades psicosomáticas, dijo que las crisis por no poder respirar de una forma normal le llevaron a tener asma y encadenarse a un inhalador, sin embargo esto se le descartó a través de estudios de análisis.
Como en el caso de sus otros dos compañeros, Rosa María tenía miedo a las enfermedades y si presentaba un leve dolor lo hilaba con temas graves de salud, “llegué a gastar mucho dinero y con el paso del tiempo me di cuenta la que sensación de haber quedado embarazada joven y juntarme me causaba este tipo de problemas, truque mi vida, mi trabajo y mis libertades como persona soltera, eso me afecto”.
Como a Clarita, ella también tenía miedo de los exámenes y el pasar de ciclo escolar le causaba temor, llegó a tomar antidepresivos, ansiolíticos y pastillas para dormir pero esto no le mejoraba.
El grupo de Neuróticos Anónimos atiende estas situaciones que llegan a frenar la vida de las personas pensando que por lo que pasan es normal. Por ello ponen a disposición los número telefónicos 71-2-80-42 y 71-2-36-35 y 71-6-39-49.