Xalapa, Ver.-La “violencia rampante”, es uno de los signos de una condición humana carente de fuerza que reclama una verdadera esperanza que debemos poner solo en Dios afirmó la Arquidiócesis de Xalapa.
Otros, dijo, son la falta de trabajo bien remunerado, los robos, la corrupción, el egoísmo, la emigración de la gente por falta de oportunidades, el engaño y el descarte de los ciudadanos para generar una sociedad más fraterna.
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“Tener esperanza significa: Dejarse curar de los males profundos que enferman la naturaleza total de la persona”, cita en su comunicado el vocero Juan Beristain de los Santos.
Asimismo, pidió no desconfiar de la sencillez de la acción de Dios, “San Ambrosio aconsejaba confiar en la fuerza de Dios con la mirada de la fe: “Que nadie diga: ¡eso es todo! Porque todo está solamente allí donde se encuentra una perfecta inocencia, una piedad total, una gracia plena y completa santificación. Has visto solamente lo que puede verse con los ojos del cuerpo, con la mirada de los hombres; pero no has visto lo que se hace realmente, porque esto no se ve. Éstas son las cosas temporales, mientras que las que no se ven pertenecen a la eternidad”.
Por ello, llamó a ver con nuevos ojos la realidad en su totalidad, para transformarla en Cristo hasta “que México tenga un desarrollo integral con paz y justicia social”.
¿Cuál fue el mensaje del del arzobispo de Xalapa?
Por su parte del arzobispo de Xalapa, Jorge Carlos Patrón Wong, invitó a que cuando hay problemas, dificultades, faltas de fe y conflictos, dejar que Cristo esté en medio, “en medio de tu corazón, en medio de tus pensamientos, en medio de la familia”.
Explicó que cuando se tienen problemas entre hermanos, en una familia, se debe colocar a Cristo y al Evangelio, en medio de ello.
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“Cuando en nuestras comunidades, de todo tipo, en nuestras comunidades de trabajo, de amigos, la misma iglesia, la misma sociedad, parecemos perros contra gatos, unos contra otros, coloquemos a Jesucristo, al Señor. Él viene, cuando estamos encerrados en nuestros egoísmos, en nuestras obsesiones, en nuestra terquedad, Él viene para estar en medio. Coloquemos el Evangelio de Cristo en medio, y entonces las cosas se van a ver de manera diferente, escuchar de manera diferente, experimentar de manera diferente”, añadió.