“Es cansado y es triste, pero es mi hijo y tengo que estar ahí al pie de él”, dice Benedistina entre la nostalgia, madre de Domingo de 45 años, quien el 16 de octubre de 2019 tuvo un accidente automovilístico que le provocó problemas en la columna y lo dejó inmóvil.
A sus 61 años narra que su vida la ha dedicado a la de su hijo desde aquel día. Darle el medicamento, comida, baño, cambiarle el pañal y todo lo que requiera se convirtió en su trabajo.
“Lo tiene uno que mover, que sentar, darle de comer porque de las costillas hacia atrás sí siente, pero no se puede mover. No siente el cuerpo, los pies, todo lo tiene muerto. Yo le doy de comer, yo lo cambio, yo lo baño, yo todo. Es cansado, agotador, pero ¿qué puedo hacer? es mi hijo yo lo tengo que ver”, dice.
Benedistina padece diabetes e hipertensión, pero no se rinde
Ahora Benedistina solo le pide a Dios que le dé fuerza y fortaleza para poder seguir cuidando de él aun cuando tiene diabetes e hipertensión.
“A veces también caigo, pero le tengo que echar ganas para salir con él”. El único acompañamiento emocional que ha tenido ha sido por una de sus compañeras psicólogas con quien ha platicado de vez en cuando.
“Incluso cuando sucedió el accidente le vino a dar unas terapias a él y ella me ha ayudado un poco a asimilarlo porque esto no es fácil, es cansado, es triste, pero ella me ha ayudado un poco, nada más en pláticas, nunca me ha dado terapias como debe ser, nada más que hemos platicado”.
Además, de que durante el día debe estar pendientes de las necesidades de Domingo, en las noches debe levantarse una o dos veces para cambiarlo de posición.
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Si bien sus nietos son un apoyo para ella, sobre todo cuando no tienen clases, los cuidados recaen completamente en ella.
¿Qué mamá no haría algo así?
“¿Qué mamá no haría esto?”, dice al recordar que en total tiene cinco hijos, cuatro de ellos varones, quienes han tenido que poner de su parte para apoyar en los gastos de consultas, medicamentos y alimentos de Domingo.
“Él antes del accidente tenía una verdulería y sigue en pie el negocio, no tanto por lo que gane sino para que se distraiga porque luego se lo llevan y allá lo tienen sentado en la silla por la tarde, en la tienda, y es para distraerlo (…) porque se deprime y siento que si ha aguantado estos años ha sido por eso, porque se lo llevan un ratito y como que se distrae”.
Cuando eso ocurre, ella aprovecha para hacer las compras o pendientes que tenga que hacer fuera de casa, aunque casi siempre lo dedica a los trabajos también del hogar.
Benedistina dice que, aunque sabe que tener a su hijo vivo es un regalo, como se lo dicen otras madres que han perdido a los suyos, no ha sido fácil verlo sufriendo al estar así, “como si estuviera muerto en vida”.
“Es triste porque nosotros cada día vamos ya para abajo y si nosotros nos llegamos a ir antes de ellos, ¿qué va a ser de ellos? De las personas que están así, cuando uno como mamá lo está cuidando, la vida no está comprada”, agrega.